Acaba de aprobar la ONU una resolución que insta a tomar medidas para que "rindan cuentas" los responsables de los "crímenes contra la humanidad" en Corea del Norte. Se hallaron evidencias de asesinato, esclavitud, desaparición forzosa, ejecución sumaria, tortura y violencia sexual. Aproximadamente 120.000 presos políticos norcoreanos viven en campos de concentración, sometidos a inanición y trabajos forzados.
La resolución de la ONU busca llevar el caso ante la Corte Penal Internacional (CPI) y fue aprobada con 111 votos a favor, 55 abstenciones y 19 votos en contra. Entre estos pocos últimos el de Cuba, que presentó una enmienda destinada a evitar la discusión del caso norcoreano ante la CPI. Tal enmienda, sin embargo, terminó desestimada en votación.
Hace apenas un año quedó al descubierto una operación de contrabando de armas entre La Habana y Pyongyang, violatoria de las sanciones internacionales contra el régimen de Kim Jong-un. Luego de las investigaciones pertinentes, el Consejo de Seguridad de la ONU determinó que las armas embarcadas en el buque Chong Chon Gang no eran obsoletas, tal como sostuviera la parte cubana, e impuso sanciones a la naviera norcoreana. Pero se abstuvo de tomar medidas contra el proveedor de las armas.
El actual mandatario de la dinastía Kim ha respondido ya a la resolución reciente de la ONU, amenazando con una nueva prueba nuclear y anunciando que intensificará "la capacidad de disuasión militar" del país. Puesto que la ONU pide cuentas a Corea del Norte por sus crímenes, debería aplicar el mismo celo contra ese otro régimen que ha sido capaz, no solo de movilizar su diplomacia a favor del criminal, sino también de dotarlo de armamento.
Es hora de que la ONU y sus instituciones abandonen la condescendencia que han mantenido históricamente con la dictadura de Raúl y Fidel Castro.