Los tres cubanos que intentaron desviar una embarcación de pasajeros hacia Estados Unidos en 2003 fueron fusilados antes de que la defensa recibiera el resultado de la apelación ante el Tribunal Supremo, aseguró Jorge R. Betancourt Ortega, uno de los abogados que participó en el caso.
"Puedes decir tajantemente que cuando al abogado que los defendió le entregaron la sentencia, ya estaban fusilados. No hubo tiempo", afirmó Betancourt, en declaraciones al diario miamense El Nuevo Herald.
Lorenzo Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodan Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac —junto a otras ocho personas— secuestraron el 2 de abril de 2003 la pequeña lancha Baraguá, que atravesaba la Bahía de La Habana, con la intención de escapar a Estados Unidos.
Una semana después fueron acusados de "actos de terrorismo" y condenados a muerte en un juicio sumarísimo que duró menos de un día.
"El juicio fue el martes 8 de abril y el miércoles 9, la apelación", recordó Betancourt. "El jueves no fui a trabajar y el viernes llego al Tribunal Supremo y la secretaria me dice que tenía una sentencia (…) era la ratificación de la pena de muerte, cosa extraña porque las penas de muerte las tiene que ratificar el Consejo de Estado", contó.
La información difundida por el Gobierno cubano en aquel momento indicó, sin embargo, que la apelación había sido rechazada tanto por el Supremo como por el Consejo de Estado.
Betancourt, quien en abril de 2003 era abogado del Bufete Colectivo de la Habana Vieja, fue asignado al caso "de oficio". Defendió a cuatro acusados para los que la Fiscalía del régimen pedía cadena perpetua por su participación en los hechos.
"Salí loco, por poco me coge un carro. Cuando llegué al bufete, le dije al director 'hoy es viernes y mira lo que me han dado aquí. Esto es una bomba, qué voy a hacer ahora. ¿Llamo a los familiares? Yo no voy a mandar a buscar a los familiares al bufete porque la que se va a armar aquí'. Y me dijo: 'no te preocupes mucho, los fusilaron por la madrugada'", relató Betancourt.
'Sin un disparo ni un rasguño'
El juicio se realizó bajo fuertes medidas de seguridad y "apartado del pueblo", dijo el abogado.
La "justicia" de la Isla no otorga —salvo excepciones— el principio de publicidad a los procesados, una de las garantías de un juicio justo. La prensa rara vez tiene acceso a las audiencias.
Por lo general, los cubanos se enteran de los resultados a través de notas oficiales publicadas en los medios del régimen. Fue el caso de los tres fusilados en 2003, quienes fueron calificados de "activos y brutales jefes de los secuestradores".
La ejecución de Lorenzo Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodan Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac se produjo pese a que las autoridades reconocieron que el hecho se saldó "sin un disparo ni un rasguño".
Según trascendió en la audiencia, solo hubo un arma blanca involucrada en el intento de secuestro y no armas de fuego, como se había reportado, afirmó Betancourt.
"Allí se probó que esta gente no amenazó a nadie, no hirió a nadie, no derramó una gota de sangre", destacó el abogado, pero a las 11 de la noche, los jueces ratificaron las sentencias de muerte que pedía la Fiscalía. Entonces, los familiares de los tres condenados le pidieron representarlos en la apelación ante el Tribunal Supremo.
"Tú te imaginas el impacto, con todas las madres y los familiares, de dictar tres penas de muerte. Aquello fue tremendo", dijo Betancourt a la periodista Nora Gámez Torres.
En la apelación "se esgrimieron los mismos puntos de vista, que era un delito de salida ilegal del país y no terrorismo, porque además este delito conlleva una intención de causarlo. La finalidad de esta gente no era causar daño sino llegar a los Estados Unidos", señaló.
Los familiares pudieron visitar a los condenados a muerte brevemente el jueves 10 de abril en la prisión, sin conocer que sería una despedida. Al amanecer del viernes, fueron notificados telefónicamente para que fueran al Cementerio de Colón a ver los cadáveres, aunque, según relató la madre de Lorenzo Enrique Copello, Ramona Copello Castillo, las autoridades no permitieron abrir los féretros.
Pena de muerte ejemplarizante
La noticia de los fusilamientos despertó protestas entre los vecinos de los barrios habaneros donde residían los tres hombres, así como una ola mundial de críticas.
Pese a las irregularidades y a la velocidad con la cual se condenó y quitó la vida a tres personas, el Gobierno dijo que en el proceso hubo "pleno respeto de las garantías y derechos fundamentales de los acusados".
El secuestro de la lancha Baraguá coincidió con varios intentos de desviar aviones hacia Estados Unidos. También, con la oleada represiva que llevó a prisión a 75 disidentes con penas de hasta 28 años.
Tanto en el caso del secuestro como en el de la oleada represiva las condenas fueron ejemplarizantes. Maikel Delgado Aramburo, Yoanny Thomas González, Harold Alcalá Aramburo y Ramón Henry Grillo, juzgados junto a Copello Castillo, Sevilla García y Martínez Isaac, fueron sentenciados a cadena perpetua y hoy siguen en prisión.
Betancourt, de 71 años, llegó a Miami a visitar a un hijo con leucemia y decidió quedarse tras la muerte de éste y sufrir un infarto. Fue teniente de la contrainteligencia militar del Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR), "subordinada directamente a Raúl Castro". Se desmovilizó en la década de los setenta y asegura no tener vínculos con ese organismo.
Dijo que en la Isla ejercía rutinariamente "de oficio" como abogado defensor en la Sala Segunda del Tribunal Provincial de La Habana y en la sala de la Seguridad del Estado.
Durante las defensas, "uno tiene que ser muy inteligente …y decir 'como dijo Fidel' o 'como dijo el Comandante', y realmente da la impresión de que usted está defendiendo una cosa, pero yo defiendo la vida del que tengo sentado ahí y para eso me valgo de lo que sea", declaró.
'Alguien tiene que hacerlo'
Sobre su actividad como abogado defensor en Cuba, dijo sentirse "coartado". Pero "alguien tiene que hacerlo. Si tú no aceptas ponen otro y a lo mejor el otro no cumple con su objetivo", señaló.
"El problema de Cuba es que no hay [separación de] poderes (…) quien representa al pueblo es el Partido. Entonces no hay poderes, sino funciones del Estado (…) Por tanto, el que trabaja como juez, no es independiente", explicó.
Betancourt dijo haber participado también en los juicios de "los 75" y en otro relacionado a un intento de secuestro de un avión en 2007. En este último, los acusados fueron condenados a cadena perpetua y no fueron fusilados, pese a haber cometido actos mucho más violentos.
Según el abogado exiliado Jesús Rafael Castillo Hernández, quien militó en varias organizaciones opositoras en la Isla, como el Partido Demócrata Cristiano, Betancourt lo ayudó en varias ocasiones a salir de la cárcel en Cuba.