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Cuba

Eusebio Leal, pasando a retiro

En un reciente discurso pareció despedirse y habló de 'guerra civil' en relación con las luchas en el Escambray.

Santa Clara

Anda por La Habana un secreto a voces: uno de los más consentidos de la élite política y cultural, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, está viendo pasar los días de gloria que siempre disfrutó con poderes casi plenipotenciarios. Aunque la prensa no tiene acceso a los hechos exactos y cómo se planifica la transición o el derrumbe de este funcionario, es el mismo Leal quien ha llamado la alerta —¿invitando a la lástima o al perdón?— sobre su declive.

Su discurso de celebración del 500 aniversario de la tercera villa fundada en Cuba, que ofreció el pasado 12 de enero en la céntrica Plaza Mayor de Trinidad, se convirtió al final, para asombro de los allí presentes y también los televidentes, en un canto de lamento, nostalgia y despedida personal. Leal remató su alocución lamentando no haber organizado y protagonizado, mientras pudo, el 500 cumpleaños de la ciudad de La Habana: "Por culpa mía", dijo, por haber sido "demasiado objetivo" con las fechas históricas, y se quejó de que quizás ya la vida nunca le permita disfrutar ese cumpleaños apoteósico.

Si se toma en cuenta que él no se refería a la posibilidad de que alguna enfermedad vaya a impedirle arribar a un aniversario cercano —la villa de San Cristóbal de La Habana quedó fundada por decreto de los Reyes de España el 16 de noviembre de 1519, aunque Diego Velázquez había realizado una primera fundación el 25 de julio de 1515 en tierras ubicadas al sur de su localización actual, donde hoy existe el surgidero de Batabanó—, y como, con su acostumbrada fidelidad revolucionaria, dijo mantener disposición de un buen soldado para ir a nuevos frentes de batalla que la revolución disponga, esto ha hecho pensar que su pena es solo por perder o estar perdiendo el cargo de su vida. Al parecer no disfrutará la conmemoración desde lo alto de su Oficina en La Habana Vieja.

En su discurso en Trinidad, dijo que él se debía al Partido, por lo que, si a otras regiones le ordenaban trasladarse, seguiría sirviendo a la patria y, donde estuviera, siempre encontraría allí "su ceiba", en alusión al árbol que marca el sitio fundacional de la capital cubana.

Algo se sabe bien: la Compañía Habaguanex S.A., perteneciente a la Oficina del Historiador, está actualmente bajo investigación por corrupción continuada, cuando su director es el propio Eusebio Leal. Aunque él no se hubiera bañado ni salpicado con el dinero faltante, por tanto, es lógico considerar su responsabilidad directa.

Otras cosas son menos sabidas, o se conocen solo a medias. Algunos trabajadores adscritos a la Oficina del Historiador hacen anécdotas. Se ve venir la desaparición de esta institución, que gozaba de cierta independencia respecto a ministerios afines, para crear un nuevo ministerio encargado de manejar el patrimonio en Cuba. Ante la inminente restructuración se ha empezado barajar la pérdida de cientos de plazas laborales.

Se responsabiliza a Leal por salvar parte de La Habana Vieja que ha estado derrumbándose con prisa y sin pausa. Él ha destacado siempre, además, por la velocidad y sobrecarga ornamental de sus discursos, en un país donde ya todo está dicho y los "demás" oradores deben limitarse a ciertos alardes externos, sin explorar temas complejos ni caer en demasiadas agudezas.

El discurso por los 500 años de Trinidad, mostró a un hombre que sufre fatiga laboral, a lo mejor por culpa de un cargo con demasiadas ocupaciones, y que está expuesto a sufrir pequeños y grandes accidentes. Uno pequeño, que no debe dejarle cicatriz, fue cuando la apretazón lexical a que suele someterse le jugó una mala pasada, y tras intentar disimular un enredo gramatical diciendo "valga la redundancia", tuvo que retractarse: "Mejor dicho, perdonen el error".

Pero otro desliz más serio fue el modo en que se refirió a lo que llamó, citando a Fidel, la "lucha contra bandidos".

Trinidad, por su cercanía con las montañas del Escambray, estuvo en el centro de los alzamientos de grupos contra el gobierno de Fidel Castro en la década de 1960. En la parte final del discurso, resumiendo la historia moderna de la ciudad y su entorno, Leal introdujo elogios al Che Guevara, primero, porque consiguió "la unidad" de distintas organizaciones revolucionarias que ya combatían en estas lomas cuando entró con su columna en los últimos días de la tiranía batistiana, y prosiguió alabando, luego, a Fidel, no solo por haber tenido el detalle de decirle "bandidos" a todos los que se alzaban en contra suya.

Aquí es donde Leal llegó quizás demasiado lejos con sus elogios, cuando quiso alabar el carácter profético de su ídolo, el estratega militar severo, y lo responsabilizó por evitar, a tiempo, exterminando a sus oponentes, lo que hubiera continuado con alzamientos en todos los rincones de Cuba hasta concluir en una "guerra civil". Fue esta, exacta, la descripción que hizo de lo que el Comandante en Jefe habría previsto y, por supuesto, evitó a plomo y fuego.

Para jóvenes alumnos de las escuelas de Cuba, debió resultar inquietante esta alusión a un conflicto interno de gran escala. Nunca ha sido la manera de describir aquel escenario político, ni por el mismo Fidel Castro, ni por historiadores y medios de propaganda oficiales. Estos han aludido siempre a la existencia de grupúsculos armados por la CIA, porque eran sus enviados, sus infiltrados, y al peligro de una invasión directa de los Estados Unidos. ¿Pero... una "Guerra Civil"? ¿Acaso el pueblo cubano estaba lleno de "bandidos"?

Si se enredaba más, Leal corría el peligro de referirse al desalojo de campesinos que apoyaban a las bandas de alzados y cómo estas familias, de Trinidad y alrededores, fueron dispersadas y reubicadas a la fuerza en lugares lejanos, en otras provincias, dando lugar a nuevas comunidades rurales bajo estricta vigilancia, lo que se conoce como los "pueblos cautivos". Si, exaltado, Leal trataba de elogiar más al Comandante en Jefe, podía decir que Batista era un enano mental, comparándolo, porque a aquel nunca se le ocurrió semejante estrategia de reconcentración de los campesinos de la Sierra Maestra y por eso no evitó ni ganó la guerra contra los barbudos.

Se comenta que a Leal le han pedido que atienda los asuntos cubanos en el Vaticano, y que, hombre católico, ha aceptado porque para él será un retiro espiritual.

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