'Cuba será una escala, pero ya no mi país'

A Víctor Luis le faltan más de 600 dólares para completar un billete de avión con destino a Nicaragua. No tiene casa propia, pues convive con sus padres, ni automóvil o moto que pueda vender. Nunca antes se había involucrado en la compraventa de nada, ni siquiera de ropas o calzados, pero un amigo le ofreció participar en uno de los negocios más peligrosos en Cuba: la venta de drogas, específicamente la conocida como piedra.

"Sé que me estoy jugando todo, incluso la vida de mis padres, ya muy ancianos, que si se enteran lo que estoy haciendo para escapar de este país les daría un infarto seguro", relató Víctor Luis, un joven de 26 años de edad quien, luego de graduarse en la especialidad de Química, decidió trabajar como dependiente en negocios privados.    

"Entre 1.200 y 1.500 dólares te puedes conseguir un billete a Nicaragua sin tener que esperar semanas, o hasta meses, para conseguir un vuelo directo, pero también necesitas otros 1.000 para sobrevivir allá mientras decides cuál ruta migratoria continuar que no implique retornar a Cuba. No es mi amigo quien me obligó a vender piedra para intentar reunir toda la plata, sino la circunstancia de este país que no deja opción a los jóvenes, a excepción de ese círculo vicioso de promesas que creyeron nuestros padres. Cruzar en balsa el estrecho de La Florida, atravesar la selva del Darién o vender todas tus propiedades, es a lo que 'la Revolución' te obliga. En mi caso estoy obligado a vender mi libertad en forma de estupefaciente", añadió Víctor Luis.

Aunque ya no es ilegal la compraventa de casas en la Isla, eso no significa que sea un trámite sencillo. Los cubanos aún prefieren llevar a cabo estas transacciones al margen del Estado, que suele tasar las propiedades con tarifas que no hacen justicia al valor real de la propiedad, y muchísimo menos acordes a los precios de la sobrevida en el país. Lo usual es que las propiedades se vendan, exclusivamente, en dólares estadounidenses o en euros. Lo mismo se aplica a la compraventa de automóviles o motos.

"Cuando vendes tu casa estás clausurando tu regreso a Cuba. Nadie que vende su casa tiene en planes regresar, sino que se está yendo para siempre. Por tanto, el boom actual de la compraventa de casas está en relación directa con la estampida de cubanos abandonando una isla envuelta en la debacle", explicó Damián Valladares, un joven de 35 años que lleva más de diez años en este giro. Su negocio le ha permitido reunir los dólares necesarios para involucrarse en la ruta migratoria, "y conservar mi apartamento, en caso de que la ruta a través de Nicaragua no me funcione y tenga que virar para atrás".

"Mi propósito no es hacer negocios en Nicaragua, ni turistear, ni hacer vida allá, sino continuar hasta llegar a México, el umbral a EEUU. No vale la pena quedarse en Cuba para absolutamente nada: ni para establecer un negocio, ni para formar una familia, ni para ser revolucionario o disidente. Simplemente es un lugar incompatible con la vida misma. Cuba será una escala, pero ya no mi país, me arranqué las raíces que me puedan anclar", ahondó Valladares.

El pasado 22 de noviembre el Ministerio de Gobernación de Nicaragua, aprobó el libre visado para todos los cubanos que quieran migrar a este país. Una noticia que provocó una avalancha de cubanos ante las oficinas de la aerolínea Copa Airlines, ubicada en el Centro de Negocios Miramar, municipio de Playa, en busca de reservaciones de vuelo con destino al país centroamericano.

Según justificó el Ministerio de Gobernación mediante una nota de prensa firmada por su viceministro, Luis Cañas, el propósito de eximir a los ciudadanos cubanos de tramitar un visado para ingresar al país se debió a "la cantidad de solicitudes de hermanos ciudadanos cubanos con familiares en Nicaragua y con el fin de promover el intercambio comercial, el turismo y la relación familiar humanitaria".

Esta apertura del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional nicaragüense, respaldada por el Ministerio de Gobernación, llega en medio de un ambiente caldeado y sin precedentes en la Isla luego de los acontecimientos del 11 de julio.
 
"Todo lo que tengo está a la venta: mi cuarto, el refrigerador, el aire acondicionado, la motorina, la bicicleta, la laptop, toda mi ropa y zapatos, absolutamente todo, pero solo regreso a Cuba en un ataúd si es que mi familia lo reclama", contó, con evidente angustia, la joven habanera Alexandra Céspedes Guerra que en los últimos años ejercía como manicure en la barriada de La Lisa.

"No me interesa si esta apertura de Nicaragua es un convenio con el Gobierno cubano y todo lo que se especula y se rumorea al respecto. Lo único que sé, es que tengo que huir de este país, y si Nicaragua es una de esas vías, me sirve igual. Lo único que me faltó por hacer en este país, para poder comer y vestirme como Dios manda, fue prostituirme. No importa si eres una persona honesta o mentirosa; si te buscas la vida legal o ilegalmente, es intolerable lo que se ve y lo que se sufre. Cómo va a estar bien un país donde los adolescentes, por el simple hecho de decir lo que sienten, son golpeados salvajemente y luego encarcelados con penas de prisión que doblan sus edades vividas".     

"Si la huida de los cubanos, tanto para Rusia como Nicaragua, no tiene magnitudes de masividad, es porque no todos los cubanos tienen propiedades, motos, carros o casas que vender. Hasta el alma están dispuestos los cubanos a vender si eso les permite poner mar por el medio. Esa es la realidad que se vive en Cuba, que nadie los engañe", apuntó Céspedes Guerra.

Con casi 20 años como bodeguero, Alexis sabe cuáles son los márgenes para maniobrar y sacar provecho en uno de los puestos de trabajo más codiciados en Cuba: las bodegas o cualquier otro establecimiento de comercio en relación con productos alimenticios. Pero la severa escasez y el total desabastecimiento que azota a la Isla, también pasan factura a entidades de comercio estatales que se vieron obligadas a cerrar por falta de ofertas.     

"No tengo casa propia, ni un carro. Muchos creen que un bodeguero es millonario o que trabajar en una bodega te da para comprarlos. Un bodeguero está en el mismísimo filo de la navaja y tiene que estar en alerta todo el tiempo porque está en la mira de todos: del Estado y de la población. El riesgo que tengo que correr para completar un pasaje de avión a Nicaragua podría costarme años de cárcel en el peor de los casos", dijo.

Padre de tres hijos, dos menores de edad y una adolescente, Alexis enfrenta un riesgo: lograr reunir los dólares que necesita "trapicheando" con mercancías controladas o racionadas que conforman la llamada canasta básica.

"No puedo seguir arriesgándome a trapichear para mantener a mis hijos, porque llegará la mala suerte y desde una cárcel los ayudo muchísimo menos. El mejor camino es migrar y probar suerte así sea en el Polo Norte, aunque esto implica un costo serio: la separación familiar mientras uno se establece en un país extranjero y pueda llevarse a sus hijos. El dilema es que las mercancías más cotizadas, como la leche y el café, están en total escasez. Los que trabajan en los almacenes tampoco se atreven a hacer ningún movimiento extraño, ya que se juegan igual el pellejo", comentó.

"Un billete de avión a Nicaragua, hoy, es la mejor inversión que pueda hacer un padre de familia. La otra alternativa es la cárcel", concluyó Alexis.