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Crónica

Crónica de un regreso a La Habana

El autor, periodista independiente en los años 90, vuelve a Cuba de visita tras 23 años de exilio.

Miami
Edificio Focsa, en La Habana.
Edificio Focsa, en La Habana. Diario de Cuba

Cuba es un país decepcionante. Lo pensaba y lo sentía cuando vivía allá, y tras casi 23 años, hoy lo veo del mismo modo. Por un asunto personal, decidí regresar por cinco días en noviembre de 2022.

Desde que el avión comenzó a descender sobre La Habana, pude divisar lo atrasado y pobre de la infraestructura insular. Carreteras estrechas y llenas de cráteres, techos de planchas de zinc, casas desvencijadas y de aspecto triste. Cuando mi vuelo tocó tierra, a los costados de la maltrecha pista del aeropuerto internacional José Martí asomaban aviones destartalados, de la otrora aerolínea insignia Cubana de Aviación. Carcasas o cascos viejos, oxidados, abandonados en hangares sin sus tejados o dejados allí a la intemperie.

No es que yo esperara ver algo mejor. Estoy al tanto de la situación de Cuba y estoy involucrado emocionalmente con ella. Sé cómo luce y cómo se vive en la Isla. No ha habido grandes cambios, la realidad que dejé cuando me fui hace dos décadas se ha acomodado entre el atraso y la mentalidad provinciana y feudal del PCC. Lo mismo con lo mismo, solo que veinte años después.

En ello pensaba en la cola de control de pasaportes en la Terminal 3, cuando un funcionario miró con detenimiento mi documento. Algo le sorprendió, a juzgar por la cara que puso, y llamó a uno de sus colegas, que enseguida tomó el documento y en el tono rudo y algo arrogante con que los funcionarios cubanos se dirigen a la población, me dijo: "Espera ahí".

A cualquiera que venga de esa parte del mundo donde los ciudadanos tienen garantizados ciertos derechos y las autoridades están obligadas por ley a respetárselos, que un funcionario del Estado se apodere de tu pasaporte sin dar explicaciones y se pierda de vista hasta que aparezca de nuevo entrando y saliendo de oficinas contiguas, de Inmigración y Extranjería y de otras puertas sin logotipos, habitáculos anónimos que no parecen pertenecer a un aeropuerto, puede molestarle y hasta atemorizarle.

A mí, que conozco el terreno, me avisó que estaba de vuelta en el patio, en un país de absurdos y donde lo normal es otra cosa, nivel Cuba. Decidí seguir a esa mujer que había cogido mi pasaporte y cuando al fin pude preguntarle cuál era el problema, me respondió que me iban a hacer una "entrevista". Imaginaba, desde luego, que mi pasado como periodista independiente en los años 90 y mi salida del país en calidad de refugiado político hacia Estados Unidos tenía que ver con todo eso.

La "entrevista" transcurrió en una pequeña oficina con una cámara en el techo. Los dos hombres, que nunca se identificaron ante mí, pero que infiero eran de la Seguridad del Estado, comenzaron interesándose por la razón de mi viaje, cuándo había salido de Cuba y a quién exactamente venía a visitar. Argumentaron que mi nombre aparecía en una lista de personas que habían abandonado el país ilegalmente. En una nación donde las listas negras son esenciales para el funcionamiento de la represión y censura del ciudadano, aquel "paquete" podía sonar auténtico. Pero para la siguiente pregunta se descubría el verdadero motivo de la "entrevista".

"¿Cómo te fuiste de Cuba?" "Como refugiado político, fui periodista independiente de la agencia Cuba Press desde 1996 hasta el 2000". El agente apuntaba en un trozo de papel nombres, direcciones y fechas. Yo, que soy cuidadoso de la ortografía, tuve que decirle que había palabras que llevaban c en lugar de s. Sin nada que ocultar ni deseos de confrontarlos, respondí tranquilamente sus preguntas, la mayoría sobre mi pasado y otras sobre mi actividad en redes sociales, donde publico a cada rato contenidos que ellos consideran "contrarrevolucionario". Preguntaron si estaba al tanto del 11J y de la plataforma Archipiélago y les respondí afirmativamente (firmé aquellas convocatorias facebookianas de Yunior Aguilera y los otros, cuando parecía que Archipiélago mantendría vivo el espíritu del 11J, aunque ahora sabemos que nunca fue así).

En esos cinco días habaneros, anduve por lugares conocidos, por mi barrio de La Víbora, desde donde por vía telefónica (antes de internet y los smartphones) transmitía escritos que en la década de 1990 escribíamos mis amigos Tania Quintero, Iván García y yo. Paseé con mi novia por el casco histórico, la única parte de la ciudad que es todavía medianamente atractiva, pero a la que han construido hoteles alrededor, aun cuando se ven pocos turistas y cuya arquitectura desentona con el estilo barroco de los edificios originales. Un distrito histórico muy similar al de Cartagena de Indias, en Colombia, el cual, a diferencia de La Habana, es visitado por muchos más turistas, tiene más ofertas y mejor acceso a servicios y gastronomía.

En el Parque Morro-Cabañas no había nada para comer, no había vendedores por los alrededores, como se ven en sitios turísticos de cualquier país. No existía ningún ambiente comercial, solo un par de ómnibus con turistas que apenas encontraban con qué quitarse la sed.

En general, La Habana se ha convertido es una ciudad fea y abandonada. Avenidas y calzadas como Monte parecen una versión hollywoodense de Mogadiscio, solo que los señores de la guerra capitalinos son coleros, tipos que organizan y controlan las colas para poder comprar los escasos alimentos que consume el pueblo.

Lo más deprimente son los rostros de la gente. Ojos caídos, suplicantes, miradas perdidas en caras tristes o tal vez resignadas y que se tornan agresivas cuando hay motivos —y esos motivos sobran en Cuba.

Veintipico años después, me sentí extranjero en mi propio país. Poco se sonríe ya en La Habana porque, como me dijo el taxista que me llevó de regreso al aeropuerto, ni siquiera se ve una lucecita al fondo del túnel. Y el túnel cubano ha sido largo. 63 años de promesas incumplidas. Consignas que se repiten sin que nadie crea en ellas, han hecho de Cuba el país que es hoy, o mejor dicho, el país que ha sido desde antes de que yo naciera 49 años atrás.

El cinismo, el egoísmo, la desidia, la falsedad no solo se han normalizado, son también una actitud y un modo de vivir. Cuando conversé con mi ex vecino del barrio, el periodista independiente Iván García, me di cuenta de que el que veía las cosas de diferente manera era yo. En Cuba se ve la vida como una batalla literal por la supervivencia, en un medio donde las reglas para mantenerte a flote son callar y fingir. Callar si lo que se piensa no coincide con la línea oficial, y fingir para que todos crean que haces lo debido, aunque estés robándole y desfalcando a ese Estado/Partido que impone el silencio y la mentira.

Es un sistema que lo ensucia todo, que embarra a la gente para mantenerla a raya, para apuntarle con el dedo y sacarle los trapos sucios si un día deciden romper con la autocensura que aprendieron desde niños. Es además un sistema presidiario: la chusma sirve para gritarle y lanzar heces fecales a personas honestas y decentes. Para asegurar su perpetuación en el poder, ese régimen ha sepultado por completo ética y valores. Su propaganda, efectiva en etapas anteriores, ya no puede ocultar la naturaleza despiadada e inmoral de la clase gobernante.

A la salida ocurrió lo mismo en el aeropuerto. Una funcionaria retuvo mi pasaporte cubano y llamó a un agente enguayaberado para hacerme preguntas, que esta vez llamaron un "debate". Porque esta gente criada y mal-formada por el castrismo, no tiene la menor idea o concepto de respeto por el derecho ajeno. En las granjas del totalitarismo les han enseñado que al "enemigo" se le puede hacer cualquier cosa. El uso de los eufemismos no es nada nuevo, aprendieron de los rusos soviéticos. El "debate" sucedió de nuevo en una oficinita con cámara en el techo, el hombre de guayabera y esta vez una mujer con uniforme aduanero. Trataron de ser amables. Cuando quisieron "debatir" algo, entre pregunta y pregunta, demostraron no tener acceso a la información libre como lo tengo yo. A una internet ilimitada y sin censura. Mostraron también tener poco conocimiento sobre cómo funciona Estados Unidos y el mundo en general.

Cuando mencionaron las siglas CR me hice el tonto y les pregunté qué significaba. "Contrarrevolucionario", me espetó el enguayaberado. "Oh sí, es que he perdido práctica con esos términos". Les expliqué que tal concepto no tenía sentido para mí, aunque también admití que en Cuba se consideraba negativo. "¿Qué tipo de periodismo hacías entonces?", dijo la mujer. "Al margen de la línea oficial del Partido Comunista", repliqué. Y les dije que yo me quería ir del país de todos modos, como exiliado o como emigrado, me daba igual. Es algo que no oculto y es muy hipócrita ver a representantes de un régimen con tantos esqueletos en su closet tratando de juzgar moralmente a alguien.

En los tiempos en que el agente Aramís me visitaba en mi casa de La Víbora, las "conversaciones" con la Seguridad del Estado tenían su elemento interesante. Había que tener cuidado y no dejar que las emociones respondiesen al acoso. Las palabras del propio Aramís tenían coherencia, aunque estaba haciendo el trabajo sucio de un régimen despótico, no me parecía un tipo tan ignorante como estos "compañeros" del aeropuerto. Soy un cubano libre, pero en ese momento no olvidé que todavía estaba en Cuba, viajando con pasaporte cubano y sujeto a las leyes ideologizadas de una dictadura.

Tuve ganas de preguntarle al agente qué clase de revolución hay en Cuba. "Salgamos a la calle a ver dónde está la revolución, que me consideren contrarrevolucionario no los hace a ustedes revolucionarios", pensé decirles. No les dije nada. Me percaté que solo querían meterme lo antes posible en el avión que me llevaría de regreso a Estados Unidos.

14 comentarios

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Cada cual que haga lo que mejor estime, pero yo no tengo nada que buscar allí. Aquello porta el nombre de Cuba, pero Cuba no es, y no me interesa un simulacro torcido y miserable de lo que fue.

Profile picture for user PicadillodeSoya

Hay que tener una razón muy pero muy grande para volver al manicomio de Cuba yo solamente conozco a la familia de mi esposa,son de Sancti Spiritu y Santa Clara,por vídeos llamadas y siempre insisten en que vaya al estercolero para conocernos personalmente mi respuesta siempre es la misma ni con los gastos pagos regreso a ese infierno del que me largué hace 23 años.

Me gustó del artículo donde el autor relata con mesura sus sentimientos y emociones, en este caso más interesante para la trama que la conocida descripción siempre abrumadora del paisaje catastrófico que espera a todo viajero que arriba a nuestra antes hermosa capital.

El estimado opinante Chancleta intenta equiparar la atmósfera de intimidación que resulta de todo encuentro con las autoridades cubanas con el trato de las autoridades aduanales de otros países, pero falla porque el miedo que se experimenta en Cuba es generado por la indefensión.

Viajé bastante por razones de trabajo a destinos que no eran cordiales, entre otros Yemen y Birmania, ambos Estados fallidos y no puedo compararlos con el estrés sentido en la última visita humanitaria que hice a la Isla. Muchas gracias al señor Ariel de Castro Tapia por su crónica.

Profile picture for user pim-pam-pum

Por suerte, nada me ata ya a la isla cárcel. Solo por enfermedad de mis padres hubiera vuelto aunque eso supusiese humillaciones y malos tratos. Pero como dicen otros foristas : Solavaya.

Profile picture for user Plutarco Cuero

Ex-cubano 'pa lo q me conviene ... cruz y raya ...____ S O L A ___ V A Y A ___

Hay un programa en TV de paga que se llama ALERTA AEROPUERTO donde se muestra el trabajo de migracion en aeropuertos de paises tan respetuosos de los derechos como España, Colombia, Peru o los USA...alli se muestra el trabajo de funcionarios de migracion y aduanas que pideen pasaportes, revisan equipajes e invitan a pasajeros a entrevistas y revisiones en oficinas y habitaculos anonimos a los que se llega a traves de largos pasillos...alli entrevistan ,pasan por rayos x y revisan equipajes y pertenencias de pasajeros que ellos consideran necesario revisar y todo eso se ve normal y respetuoso de los derechos...parece que nadie ha visto, ni el autor del articulo, ese programa pues algo parecido a lo que ahi es comun es lo que le paso a nuestro valiente viajero que regreso al lugar de donde escapo 23 años despues...

Profile picture for user El Santo

Qué cínico eres Chancla. El programa Alerta Aeropuerto no se asemeja en nada al cubano Aeropuerto Vejatorio, el cual tiene la particularidad de que sus participantes están previamente seleccionados antes de partir u arribar.

Sr.Bocachancla, a usted seguro que le agrada que le metan el palito por su fondillo, pero al resto de mortales les molesta, por decirlo suavemente, que el funcionario de la ventanilla se moleste por si sonries o estropee tu pasaporte para obligarte a renovarlo o te retenga, sin razón aparente, para "gestionar" el contenido de tu maleta, si no la maleta entera, para poder comer ese día.
Que además, debas estar pendiente de si en cualquier semáforo de camino a la ciudad te desaparece igualmente todo tu equipaje.
O sencillamente que debas hablar con la "securitate" de Auschwitz-Birkenau cada vez que salgas a la ventana a intentar respirar el limpio aroma de los albañales capitalinos.

Profile picture for user Amadeus

A ver Chancla, hombre, de lo que aquí se habla no es del control de aduana que desde siempre se han realizados en los aeropuertos del mundo, sino de llamar aparte a un pasajero y hacerle un interrogatorio soviético por el hecho de haberse escapado del campo de concentracióbn y actuar como un hombre libre. Oiga, oiga, la diferencia es mucha. Usted como siempre deambulando por las ramas como los macacos.

Profile picture for user Bourbaki

Pedazo de mierda comunista: Uno distingue perfectamente cuando estas copiando lo que un oficial del MININT te pone delante del teclado y cuando te dan licencia para usar tu medio cerebro, victima de la escasez de ácido fólico en Cuba en tu infancia. Repetir metódicamente lo que se hace en todos los aeropuertos del mundo no quita el carácter agresivo y los malos tratos de los funcionarios de aeropuertos de Cuba, que solo son amables cuando saben que van a recibir una limosna.
Por cierto, si vas a meterte el tequila barato que tus ingresos de chivaton caviar te permiten, no escribas. La frase "nuestro valiente viajero que regreso al lugar de donde escapo 23 años después" está terrible, muy mal estructurada.

Profile picture for user Amadeus

Muy interesante la crónica. Muy valiente de Castro Tapia en mantener la serenidad ante la necesidad de regresar a Cuba. Volver a Cuba es como volver a Mordor, a la pesadilla. Algunos conocidos me han enviado fotos de mi calle y mi barrio en peores condiciones y más destruidas que cuando me fui; Irreconocibles. Allí no volveré ni aunque cambie mañana, solavaya!!

Pa' su abuela, regresando al manicomio. Mientras estén ellos, los atrasados en el poder, allí no tengo ni conozco a nadie y aunque lo tuviera yo no voy a ese país.

Tuve que regresar con salvoconducto de la Cruz Roja debido a uno de mis progenitores terminalmente enfermo.Pase por el cuarto tenebroso también y llevaba décadas en en exilio,si me advierten de no reunirme con amistades,solo familiares y terminantemente prohibido hablar mal del gobierno, pues según ellos tenían orejas donde quiera o "chivas" mejor dicho.Muy decepcionante en cuanto a higiene, viales.No había la terrible crisis y estaban en pleno deshielo con Obama,aún el sembrador de odio en USA no les había arrebatado de un plumazo la suspensión de pies "secos pies mojados"a sus adoradores de la isla.Imagense jineteando a las dos manos,cruceros de USA entrando y saliendo,petróleo a diario desde Venezuela y en cantidad. Un taxista estatal casi se va a las manos con sus colegas al ser parado por mi para visitar a un familiar en el Cerro.En fin muy deprimente y me sentí extranjero y no perteneciente a mi país de origen se hablaba y pensaba diferente ,en fin involución total.