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Opinión

Algunas lecciones de John Bolton sobre Venezuela

Una lectura del capítulo venezolano del libro del ex-asesor de seguridad nacional para la Casa Blanca.

La Habana
John Bolton y la portada de su libro.
John Bolton y la portada de su libro. CBS NEWS

Extrañamente, ha salido a la luz el libro del ex-asesor de seguridad nacional para la Casa Blanca John Bolton, donde narra sus 18 meses de servicio, de abril de 2018 a septiembre de 2019. Digo "extrañamente" porque esta clase de memorias suelen salir a la luz después de que el presidente en funciones abandona el cargo. Pero es obvio que el señor Bolton tiene cierta prisa por que su antiguo jefe no salga reelecto este noviembre y nos da la oportunidad de ver lo que ocurre en Washington en tiempo presente, según su parecer.

Como nos interesa Cuba, nos interesa el capítulo del libro sobre Venezuela, que cubre el decisivo período de la proclamación de Juan Guaidó como presidente encargado hasta poco después de la Operación Libertad. Como suele suceder, de su lectura podemos extraer dos tipos de lecciones: las deliberadas (las que el autor puso ahí para iluminarnos) y las involuntarias: aquellas que al autor no pensó que fuera a enseñarnos; siendo estas últimas, quizás, las más sustanciosas.

Encabeza el primer grupo el repetido lamento de que, en verdad, Donald Trump no tiene una política consistente hacia Venezuela y en cambio va y viene según sus afecciones del momento. "El presidente vacilaba", nos dice Bolton, "lo que exacerbó los desacuerdos internos del Gobierno en lugar de resolverlos, e impidió en reiteradas ocasiones nuestros esfuerzos por aplicar una política". De este modo, leemos a un Donald Trump prestando más atención al secretario del Tesoro que a sus consejeros de política exterior, demorando así las sanciones a Venezuela.

Vemos a un Trump que al principio quiere aplicar la fuerza militar en Venezuela —propuesta que el grupo opositor más interesante, Soy Venezuela, avala—, pero dejándose disuadir (sorpresa) por el senador Marco Rubio y el propio John Bolton y entonces, en la misma página, solicitando "periódicamente" hablar con Maduro. Como apoteosis de la inconsistencia, leemos una escena que parece sacada de Saturday Night Live, donde Donald Trump es manipulado por Putin hacia la idea de que su apoyo a Guaidó, en verdad, ha sido un error, y de que Rusia nada tiene que ver con el asunto Venezuela desde hace diez años. De todo esto, de todo lo que Bolton quiere hacernos pensar, extraemos la conclusión de que Donald Trump no es un estadista (la cual no cogerá desprevenido a algunos de nosotros) y de que su ayuda a la causa venezolana no sería tan fructífera como se pensaba. Hasta aquí la parte explícita.

Tan o más interesante es lo que se le escapa a Bolton y de lo que nosotros podemos extraer algún provecho. Mayormente, sorprende el aire de ingenuidad en este capítulo. Hay analistas muy críticos que, en este sentido, le reprochan a Bolton el haber creído demasiado en aquello que le decía la fracción de la oposición encabezada por Guaidó y reunida en el G4. Lo cierto es que vemos a unos antichavistas y americanos demasiado confiados en planes inciertos, como fueron la entrada de ayuda humanitaria el 23 de febrero, y la conspiración conocida como Operación libertad, el 30 de abril de 2019.

Después de jurar como presidente encargado el 23 de enero, Guaidó también juró que reuniría cierta ayuda humanitaria para Venezuela y que la entraría al país "sí o sí". El 23 de febrero sería la fecha señalada para la empresa. Ese día, como se sabe, apenas un camión con insumos y algo más logró atravesar la frontera, con consecuencias mortales para el chofer del vehículo. La idea era, según Bolton confirma y revela, que la ayuda entrara por los puentes principales que comunican a Colombia y Brasil con Venezuela. Estos puentes estarían abiertos o, en caso de ser cerrados por el régimen, serían despejados nuevamente por militares que de súbito se unirían a la lucha. Nada de eso sucedió: los puentes permanecieron obstruidos, los militares en sus cuarteles y la ayuda en Colombia, echada ya a perder. "Mi opinión, a finales del sábado [23 de febrero] —confiesa Bolton—, era que la oposición había hecho muy poco para ayudar a la causa. Me desilusionaba el hecho de que el ejército no hubiese respondido con más deserciones…"

El segundo fiasco fue llamado Operación Libertad y consistió en una gran conspiración que reunió al bando opositor de Guaidó e importantes capos chavistas, entre los que se encontraban el general Cristopher Figuera, jefe del Servicio bolivariano de inteligencia nacional (SEBIN), el ministro de Defensa Padrino López, el jefe del Tribunal Supremo Maikel Moreno, etc. El plan era expulsar del poder a Maduro, Diosdado Cabello y sus aliados, y crear un Gobierno de transición medio chavista-opositor que condujera a la democracia. El momento de quiebre estaba previsto para el primero de mayo de 2019, pero todo se adelantó un día porque sintieron que la operación había sido comprometida. Fue así que el 30 de abril, excepto el general Cristopher Figueras, el resto de los cabecillas chavistas se echaron para atrás, dejando para la prensa la imagen de un Leopoldo López y un Juan Guaidó expectantes y solos en las calles de Caracas, preguntándose dónde se habían metido todos.

Se sospecha que la conspiración fue descubierta por la inteligencia cubana, aunque en este punto Bolton se desdice (lo que nos hace pensar que aún no tiene una idea muy clara de lo que realmente pasó): dos veces culpa a los cubanos de lo sucedido, dos veces se jacta de haber pasado por delante de sus narices un complot enorme: "Que no se equivoque nadie", asegura en un lapso entusiasta, “esta rebelión estuvo muy cerca de ser un éxito".

Lo cierto es que no es hasta ahora, casi al final del capítulo, que la sociedad de espías insulares deja de ser una alusión ocasional y pasa a tener el peso que seguramente le corresponde en la realidad: el de un protagonista velado y decisivo en la tragedia venezolana. "Actualmente el principal obstáculo en el camino de la liberación de Venezuela es la presencia cubana —concluye Bolton—. Si las redes militares y de inteligencia de Cuba abandonaran el país, el régimen de Maduro tendría serios problemas, probablemente fatales". Sin embargo, una siente que la alerta es tardía y que, en su momento, quizás, se subestimó esa corporación de agentes secretos cuya realidad distingue a los regímenes de Cuba y Venezuela de dictaduras más tradicionales.

En una tiranía convencional, quizás la debilidad de las partes terminaría traicionando al conjunto. En Cuba no pasa eso. Y tampoco en Venezuela, aún más frágil. Las partes siguen siendo débiles, altos capos del chavismo a cuya cabeza han puesto precio, seguramente se angustian en silencio y no ven futuro en medio de la crisis humanitaria, la hiperinflación, el éxodo, el Gobierno interino, las sanciones… pero no ceden, no traicionan —y si lo hacen se trata siempre de una deserción solitaria, no de un motín—. El esperado quiebre del Ejército no ha ocurrido. A lo sumo pequeños grupos se alzan aquí y allá en una desconectada y heroica rebeldía que siempre termina mal. Sí han sucedido redadas que han puesto en la cárcel a cientos de probables desertores. La estructura resiste porque hay un elemento que, pese a la fragilidad de las partes, garantiza la cohesión, y está integrado por cientos de informantes, espías y dobles agentes, capaces de detectar cualquier flaqueza y repararla. Llevan 60 años haciéndolo en Cuba y, por lo que se ve en Venezuela, también van teniendo éxito.

Es fácil vaticinar el pasado y decir hoy que la gran conjura llamada Operación Libertad estaba destinada al fracaso porque se subestimó a la inteligencia castrista. Pero podríamos sacar experiencia de ello y discurrir que las sombras son el hábitat natural de estos vigilantes y que difícilmente una conspiración pase inadvertido para ellos. La inteligencia cubana no solo ha conseguido penetrar con éxito las confabulaciones, sino que, para su solaz y prevalencia, las ha inventado ella misma, instaurando un teatro compuesto por un solo actor y muchos espejos que siempre vencen. No sería, tal vez, mala idea, alejarse entonces de esa zona opaca en que tan bien se manejan, y explorar otros escenarios.

Con preocupación vemos cómo Bolton se despide de su tiempo de servicio en la Casa Blanca asegurándonos que Guaidó ha recuperado las negociaciones con ciertos altos jefes de Maduro y que, dadas las circunstancias, una rebelión del ejército será posible.

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5 comentarios

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La imagen de liderazgo que trató de construirse y vender Juan Guiado ha sido una farsa. Sólo sirvió para debilitar a dirigentes opositores como María Corina Machado, quien gozaba de un amplio respaldo popular, porque sí tenía el coraje de enfrentar abiertamente y sin pelos en la lengua al chavismo.
Juan Guaido pasará a la historia de Venezuela como una obra de arte efímera, que más bien contribuyó a consolidar a Maburro en el poder gracias a su comportamiento de gallo gallina.
Hasta un agente del Chavismo pudiera resultar.

Nunca la libertad de Cuba vendrá del exterior.

Para mí está claro que engañaron a Bolton y a Guaidó. En Guaidó es explicable hasta cierto punto por su inexperiencia y juventud. En Bolton ya no lo es tanto, un viejo zorro no debería ser tan fácil de engañar. Pero lo hicieron. Luego o no es lo que parece, o no parece lo que es. Y por supuesto, le costó el puesto. Por eso odia a Trump. Que por cierto, tampoco sabe como lidiar esos toros, él está a mil leguas de ahí, preocupado y luchando por su re-elección. Noveno inning, perdiendo 2x0, dos outs, cuadro vacío, y viene a batear el catcher. Pobre Venezuela, y pobre Cuba.

Profile picture for user Ricardo E. Trelles

// ¡Aaaaaa... ! //

Profile picture for user Imposible

Con la operación libertad con guaido, les pasó a los republic-ANOS como a los democ-RSTAS con GIRON. Al final nada hicieron. Se repite la historia.