La actual crisis que atraviesa Argelia pone seriamente en peligro una de las alternativas exploradas por el Gobierno cubano, a raíz del descalabro venezolano, para el suministro en petróleo de la Isla.
¿Cambio de fachada o cambio de régimen? La pregunta se ha vuelto acuciante en Argelia, después que el jefe del Estado Mayor del Ejército y viceministro de Defensa, el general Ahmed Gaid Salah, pidiera este martes en un discurso televisivo la inhabilitación del presidente y también ministro de Defensa, Abdelaziz Buteflika.
La intervención de Gaid Salah llega después de más de un mes de multitudinarias manifestaciones en las principales ciudades del país contra la postulación del actual presidente a un quinto mandato consecutivo.
Buteflika, quien dirige el país desde 1999, sufrió un derrame cerebral en 2013 y desde entonces no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por un acompañante y sus apariciones públicas son inusuales y se reducen a las imágenes grabadas por la cadena de televisión estatal.
En un primer tiempo el régimen optó por ignorar el descontento de la calle, pero, debido a la persistencia de las marchas, a principios de marzo, en una carta atribuida a Buteflika, el mandatario se comprometía, una vez reelecto, a emprender toda una serie de reformas destinadas a democratizar las instituciones políticas y a luchar contra la corrupción, la pobreza y las desigualdades socioeconómicas.
La presión de la calle
El llamado de Buteflika no apaciguó las protestas ciudadanas. Por tanto, el lunes 11 de marzo otra carta del presidente anunciaba que desistía de postularse a un quinto mandato y que anulaba la celebración de las elecciones presidenciales del próximo 18 de abril con el fin de promover una conferencia nacional que diese paso a una transición.
Esta última jugada ha sido percibida en la ciudadanía como una estrategia del clan de Buteflika para enrocarse en el poder, esperando que el tiempo acabe desgastando la movilización popular.
Finalmente, ante la tenacidad de la población, Gaid Salah se ha visto forzado a reclamar la aplicación del artículo 102 de la Constitución, que contempla que el Consejo Constitucional compruebe la incapacidad del presidente para cumplir sus funciones.
La decisión del jefe del Estado Mayor del Ejército evidencia la delicada situación por la que atraviesa el régimen. Hasta ahora Gaid Salah era uno de los pilares del mandatario.
Durante las últimas dos décadas, el general no solo ayudó a Buteflika a invertir las relaciones de fuerza con el Ejército a favor de la presidencia, sino que también lo secundó en su lucha por doblegar a los Servicios de Inteligencia. La salida airosa en ambos conflictos hizo de Buteflika el hombre todopoderoso del país magrebí.
Luchas intestinas
Ahora bien, la postulación inicial de Buteflika a un quinto mandato apunta a un problema de sucesión no resuelto. Las luchas intestinas en los círculos de poder parecen haber impedido la emergencia de otra figura capaz de suscitar el consenso en las altas esferas del régimen.
De hecho, el impasse queda expuesto en la naturaleza misma de la intervención de Gaid Salah. Si el reclamo de aplicación fue hecho como viceministro de Defensa, esto es a todas luces inconstitucional. Y en caso de que fuese emitido como jefe del Estado Mayor del Ejército, correspondería sencillamente a un exabrupto con tintes golpistas.
Por lo pronto, el Consejo Constitucional no ha dado ningún paso. Aquí las lecturas posibles son varias y no excluyentes.
La primera supondría una búsqueda de consenso en los círculos de poder en cómo encauzar la destitución de Buteflika y orquestar su sustitución bajo los visos de la legalidad. Otra sería la constatación de un empate en la lucha entre las distintas facciones del régimen. Un conflicto que a su vez se superpondría a otro enfrentamiento larvado y tenaz entre el Ejército y los Servicios de Inteligencia.
En todo caso, ya empiezan a hacerse visibles las fisuras en las altas esferas del régimen. Este sábado Gaid Salah emitió un comunicado en el que denunció una reunión secreta para hacer creer a la opinión pública que el pueblo argelino rechaza la aplicación del artículo 102 de la Constitución. Una alusión apenas velada al entorno de Buteflika.
Un día después, el domingo, Buteflika nombró un nuevo Gobierno, cuyo primer ministro es Nordín Bedui y en el que sigue como viceministro de Defensa el propio Gaid Salah. El nombramiento del nuevo Gabinete confirmaría la intención del clan del presidente de mantenerse en el poder.
El desenlace de esta partida en varios tableros condicionará la respuesta del régimen a las reivindicaciones populares.
En un contexto económico marcado por la reducción drástica de las reservas de divisas del país, debido a la caída del precio del petróleo, el incremento de la deuda y del déficit presupuestario del Estado y el estancamiento de la economía nacional, queda reducido el margen para los gastos en subsidios destinados a comprar la paz social.
Además, las exigencias de las movilizaciones ciudadanas han ido ganando en consistencia con el paso de las semanas. Su objetivo no es ya deshacerse de Buteflika, sino del régimen en sí; un sistema de monopolización del poder basado en la colusión entre el Ejército, el histórico partido de la independencia, el Frente de Liberación (FLN), y unos sindicatos cómplices. Todo esto se imbrica con unas élites que medran gracias a la renta petrolera.
Como bien señala Meziane Abane en un artículo del principal diario francófono de Argelia, El Watan, "la situación se complica cada vez más para todas las partes en el poder, porque ahora se trata de su mantenimiento o de su salida definitiva".
La retirada de la vieja guardia del poder argelino, que sostiene vínculos históricos con el régimen cubano, cuando no el desmoronamiento del régimen, podría significar un obstáculo de peso para los intentos del Gobierno de la Isla de hallar una alternativa a Venezuela para su abastecimiento en combustibles.