El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), condenado a 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero, dijo este lunes en Río de Janeiro, que quiere ser candidato a la Presidencia, pero para ello necesita que le devuelvan su "inocencia", reporta EFE.
En su último acto público antes de que la Corte Suprema decida este miércoles si va a prisión o recibe el hábeas corpus solicitado por su defensa, Lula señaló que no puede ser víctima de una mentira y que si lo encarcelan sus sueños no irán a prisión con él.
"Ellos no van a encarcelar mis pensamientos, no van a encarcelar mis sueños", dijo Lula a los cerca de 5.000 seguidores que lo acompañaron en el tradicional barrio de Lapa, en el centro de Río, durante el evento "Defensa de la democracia y justicia por Marielle".
El exmandatario, condenado el pasado 24 de enero en un caso asociados con el escándalo de la estatal Petrobras, reafirmó que exige un juicio justo "no por el derecho a una candidatura" sino "por el derecho a respetar los derechos".
"Espero que la Corte Suprema haga justicia", pidió Lula luego de criticar al Ministerio Público, a la Policía Federal, a los magistrados del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región de Porto Alegre (TRF4), al juez Sergio Moro y al canal Globo, a los que acusó de perseguirlo y trató de "mentirosos" y "dictadores".
El expresidente estuvo acompañado por más de 30 líderes sociales de la izquierda brasileña entre los que se encontraban la precandidata presidencial por el Partido Comunista do Brasil (PCdoB), Manuela D'Avila, el excanciller y exministro de defensa Celso Amorim y el diputado regional Marcelo Freixo, líder en Río del Partido Socialismo y Libertad (PSOL).
La izquierda unida reafirmó su apoyo incondicional al exmandatario y dijo que se levantaría en una "guerra civil" si Lula va preso.
En compañía de la madre, la hermana y la compañera de Marielle Franco, el exmandatario y los líderes sociales rindieron un sentido homenaje a la concejala asesinada hace 20 días a tiros, junto con su conductor, en el centro de Río de Janeiro, y pidieron justicia por el homicidio.
Lula, quien se encuentra a un paso de ir a la cárcel luego de que los magistrados del TRF4 ratificaran la sentencia condenatoria el pasado 26 de marzo, lidera con gran ventaja todos los sondeos de intención de voto para las presidenciales de octubre próximo.
La sentencia en segunda instancia, apoyada en una cautelar del Supremo dictada en 2016, determinó el cumplimiento inmediato de la pena una vez fueran analizadas todas las apelaciones en esa corte.
Ante la decisión, la defensa de Lula presentó un "embargo de declaración" ante el TRF4, recurso a través del cual se pide una aclaración de la decisión judicial, pero que impide la modificación del contenido de la sentencia.
Esa apelación fue rechazada por el TRF4 que ratificó la sentencia y abrió el camino para que el juez de primera instancia Sergio Moro determine la prisión del líder del Partido de los Trabajadores (PT).
Así las cosas, la posibilidad de que el expresidente vaya a la cárcel se definirá este miércoles, cuando la Corte Suprema decidirá si le otorga o no el hábeas corpus solicitado por la defensa.
A pesar los procesos que afectan su credibilidad y de estar impedido electoralmente por haber sido condenado en segunda instancia, Lula da Silva ha realizado cuatro giras por el país de cara a las próximas elecciones.
A mediados de marzo inició la cuarta gira por 17 ciudades de los tres estados del sur de Brasil tras las que hizo en agosto por ciudades del empobrecido nordeste del país, la de octubre por el estado de Minas Gerais y la de diciembre por Río de Janeiro y Espíritu Santo.
En todas ellas Lula reafirmó su inocencia y reiteró ser víctima de persecución política por parte del Gobierno del presidente Michel Temer, al que califica de "golpista".
Sin embargo, la última gira, que duró diez días, terminó envuelta en violencia con tiroteos a los autobuses de las caravanas.
Las investigaciones por los hechos están abiertas y los incidentes han desatado una ola de reacciones, entre ellas la de Temer, que condenó los sucesos y afirmó que "es una pena que ocurra eso en el país".