El papa Francisco defendió el sábado su silencio en Myanmar en torno a la difícil situación de los refugiados rohinya, al afirmar que una denuncia pública le hubiera "propinado un portazo en la cara" a sus anfitriones y hubiera impedido que se escuchara el mensaje que dio, reporta la AP.
El pontífice dijo que, en lugar de dicha denuncia, él eligió referirse en público a la defensa de los derechos humanos en términos generales, de forma que en privado pudiera hablar con más franqueza acerca de lo que las Naciones Unidas han denunciado como una evidente campaña de limpieza étnica contra la minoría musulmana de Myanmar.
Francisco asumió una postura similar durante su visita a Cuba en septiembre de 2015, cuando se mostró acrítico con las violaciones de derechos humanos del régimen y se limitó a defender un mayor espacio para la Iglesia Católica.
"¿Qué pensarán las víctimas de un papa que, por cuestión de protocolo, no se atreve a criticar al Gobierno de Myanmar por masivas atrocidades?", cuestionó en su cuenta en Twitter José Manuel Vivanco, director ejecutivo de la división para América de Human Rights Watch."Qué diferencia con los obispos chilenos que se enfrentaron a Pinochet o con los obispos venezolanos que denuncian a Maduro. Muy decepcionante", añadió.
Que pensarán las víctimas de un Papa que, por cuestión de protocolo, no se atreve a criticar al gob. de Myanmar por masivas atrocidades? Que diferencia con los obispos chilenos que se enfrentaron a Pinochet o con los obispos venezolanos que denuncian a Maduro. Muy decepcionante. https://t.co/s8ECkakdk2
— José Miguel Vivanco (@JMVivancoHRW) 3 de diciembre de 2017
En declaraciones a los periodistas durante el regreso a Roma desde Myanmar y Bangladesh, Francisco dijo que estaba "muy, muy satisfecho" de que su mensaje fuera recibido en reuniones privadas con la líder política Aung San Suu Kyi y el poderoso jefe de las Fuerzas Armadas de Myanmar, el general Min Aung Hlaing.
"Es cierto que no tuve el placer de darles un portazo en la cara en público con una denuncia", afirmó el pontífice. "Pero tuve la satisfacción del diálogo, y de dejar que la otra parte dialogara, y de esta forma el mensaje les llegó".
Grupos defensores de los derechos humanos y los mismos rohinya habían expresado su decepción por que Francisco hubiera declinado incluso referirse a los rohinya por su nombre, y mucho menos criticar a las Fuerzas Armadas de Myanmar por desatar la peor crisis de refugiados en Asia en décadas. Francisco aguardó hasta que llegó al vecino Bangladesh para exigirle a la comunidad internacional que interviniera con el fin de solucionar la crisis y ayudar al Gobierno bangladesí a hacer frente al ingreso de más de 620.000 refugiados que huyen de la represalia militar en el estado Rakhine.
El papa finalmente pronunció la palabra "rohinya" en un emotivo encuentro el viernes con un grupo de refugiados que viajaron desde campamentos en Cox's Bazar a Daca.
Francisco dijo que estaba muy consciente de las críticas esgrimidas contra Suu Kyi por no haber efectuado denuncias con suficiente sonoridad, o con la prontitud suficiente, acerca de las atrocidades que se estaban cometiendo contra los rohinya. Pero señaló que es difícil juzgar qué es posible en un país que está pasando por una transición política después de décadas de dictadura militar. Dijo que, en esos casos, es probable que una nación dé "dos pasos hacia adelante, y uno para atrás" a medida que avanza.
"Así, las posibilidades tienen que evaluarse desde esta óptica", afirmó.
A pesar de su aparente comprensión hacia la endeble posición de Suu Kyi para hacer frente a las Fuerzas Armadas birmanas, Francisco dijo que se aseguró de que, en privado, los verdaderos sentimientos de él fueran del conocimiento de las autoridades, en especial durante su reunión el lunes con el general, que es responsable de lo que el Ejército llama "operaciones de despeje" contra milicianos rohinya en Rakhine.
"No negocié la verdad", afirmó Francisco, sin divulgar el contenido de su encuentro privado. "Lo hice de tal forma que él comprendiera que no es viable volver a hacer en la actualidad las cosas de la forma en que se hacían en el pasado".
"Fue una buena reunión", consideró. "Civilizada. E incluso allí el mensaje llegó".
Francisco también reveló que lloró durante su encuentro del viernes con refugiados rohinya en Bangladesh, en el que les rogó que lo perdonaran por el dolor que habían soportado y por "la indiferencia del mundo" hacia su difícil situación.
"La presencia de Dios hoy también se llama 'rohinya'", les dijo, con lo que finalmente pronunció esa palabra en público.
El papa dijo que no había planeado cómo se desarrollaría el encuentro, y en un momento dado se enojó porque parecía que los organizadores iban a desalojar a los rohinya después de que lo saludaran. Francisco dijo que ellos merecían escuchar algo directamente de él, y por lo tanto pidió un micrófono y les habló desde el corazón.
"¿Qué sentí?", preguntó. "En ese momento lloré. Traté de no mostrarlo".
Y añadió: "Ellos también lloraron".