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Exilio

Indocumentado, pero libre: el cubano al que el Consulado en Madrid le niega renovar su pasaporte

Lázaro Mireles Galbán agradece el apoyo que ha recibido tras el incidente, y cree que 'si los cubanos nos uniésemos más' podríamos lograr erradicar la dictadura.

Madrid
Lázaro Mireles Galbán.
Lázaro Mireles Galbán.

La represión del régimen castrista tiene brazos muy largos, que alcanzan a los cubanos más allá de la Isla hasta llegar a ciudades del mundo libre, como Madrid. Así le ha ocurrido al joven matancero Lázaro Mireles Galbán, quien ha sido blanco del castigo de las autoridades por participar en la reciente Marcha de los Prohibidos, del pasado 26 de enero.

Mireles Galbán fue uno de los muchos exiliados que se congregaron frente a la sede diplomática cubana en la capital española para exigir "ni un año más de dictadura". Con una bandera LGBT en el cuello tomó el micrófono y gritó: "Yo voto No a tu constitución, a tu Gobierno genocida, a tu Gobierno asesino y a todos sus secuaces".

Ni sus palabras ni su rostro pasaron inadvertidos para las autoridades consulares, quienes pocos días después le han negado la renovación de su pasaporte, único documento legal con el que contaba Lázaro en España, ya que se encuentra en situación irregular.

La Mesa de Unidad Cubana ha lanzado una campaña de recogida de firmas en Change.org para que se le restituyan sus "derechos" como ciudadano cubano.

Un pasado de activismo LGBT en Cuba y desencanto con el CENESEX

El activismo es parte de la vida de Lázaro desde Cuba. Allí se dedicaba a la promoción de salud y a los proyectos socioculturales-educativos enfocados en la comunidad LGBT. También fue coordinador en su ciudad de un proyecto enfocado en personas transexuales, el cual era impulsado por el CENESEX, institución que dirige Mariela Castro, a quien conoció en 2008.

"Yo tenía la bandera de la diversidad más grande que había en Cuba. Ella me contacta para que yo prestara mi bandera para ponerla en el Pabellón Cuba, mi bandera fue la que se puso allí", cuenta Lázaro. "Voy y me la presentan. Yo vi que ella de frente a la gente no tenía el mismo comportamiento que de frente a la prensa y la opinión pública internacional, es decir, que ella estaba tratando de mediatizar mucho la importancia que el Gobierno le estaba dando a esto… Y yo dije, aquí hay alguna farsa, aquí está pasando algo."

En su opinión, Mariela Castro aprovechó una carencia que había de este tipo de proyectos "que aboguen por la inclusión de la comunidad trans" y creó ese proyecto, que tenía una financiación proveniente, sobre todo, de la Unión Europea, y que establecía que los médicos iban a recibir una formación profesional para operaciones de cambio de sexo en el exterior, que cada ciudad debía tener un proyecto que atendiera a esta comunidad, y a los coordinadores se les daría una computadora y una serie de medios. "Cosas que nunca se dieron", se queja. 

También debían propiciarse la creación de espacios "que apoyarán la inclusión de esta comunidad". Pero "estos proyectos nunca funcionaron, jamás llegó el dinero, jamás llegó la ayuda, y todo se quedó en palabras de Mariela".

Impulsor en 2010 de la creación de La Ruina, una de las principales discotecas donde es asidua la comunidad gay en Matanzas, Lázaro chocó una vez más con obstáculos: se impedía la entrada a la comunidad trans sin que se le pidiera carné de identidad. "Me cansaba de llamar a Mariela y nada… Hasta que yo personalmente presenté una demanda al Ministerio de Turismo para resolver este problema", y en 2011 se resuelve esta gestión y la comunidad trans pudo entrar allí, indica.

Organizador de la primera boda gay simbólica en Cuba, Lázaro rememora "el trabajo que le había hecho pasar" la Dirección Provincial de Cultura y demás instituciones implicadas para realizar esta boda. "Si Mariela Castro realmente estuviera abogando por nosotros, la cosa hubiese sido distinta, porque solamente con haber hecho una llamada el Gobierno me abre las puertas, no fue así." Acota que fueron decomisados los CDs con la filmación de la boda. "La muchacha que nos ayudó a realizar la ceremonia, la secretaria del juez de Fiscalía, perdió su trabajo. A mí intentaron meterme preso por todas la vías", se lamenta Lázaro, que posteriormente vio cancelados todos sus proyectos por un tiempo. 

Lázaro fue expulsado de la Unión de Jóvenes Comunistas. "Era secretario de un comité de base de la Juventud, y por ser gay me expulsaron". A esto se sumaba el acoso por tener amistades extranjeras, algo que él reconoce como uno de los pilares para que lograse sus proyectos LGBT: "Yo realmente no hubiera sido capaz de llevar a cabo nada de lo que hice allí si no hubiera sido por tanta gente que estando fuera me dio la mano".

También fue blanco del acoso policial por su condición sexual. "Cuba está marcada por una homofobia histórica, enraizada e incluso pautada desde la misma oficialidad", opina, "vivimos en una sociedad que tiende a rechazar a los gays. Por ser gay eres marginado en Cuba. La opresión es contante en la vida de los cubanos, y más en la de los cubanos LGBT".

Seis años fuera de Cuba

"Estaba sometido a tanta presión que mi estado de salud estaba muy mal", y fue entonces cuando sus amistades de Berlín decidieron ayudarle, invitándolo a un festival contra la homofobia en Alemania. Estando allí decidió no regresar. 

"En agosto de 2013 pido Protección internacional en Berlín y me mandan a Baviera", rememora Lázaro, que entonces solo hablaba inglés, pesaba escasos 58 kilos y apenas se había recuperado de su delicado estado de salud.

En Baviera estuvo en un centro de reclusión de inmigrantes: "Te dan comida una vez al día, encerrados con personas de cualquier nacionalidad, en cuartos con las puertas que no tienen cerradura, que no tienen seguridad, que todos los días ves que está entrando un helicóptero porque hay drogas, hay broncas, gente apuñalada, hay mafia, de todo allí dentro, es muy complicado estar en un lugar como ese…"

"Es una presión que te hace preguntarte si vale la pena el sacrificio. Pero cuando has sufrido tanto en Cuba por tu orientación sexual, por tus creencias, por tus luchas, es muy difícil que tú no seas capaz de aceptar cualquier reto, cualquier sacrificio con tal de no regresar, y yo lo soporté. Estuve tres meses allí."

Luego fue trasladado a un albergue con cubanos, aprendió el idioma, consiguió trabajo, pero a los tres años de haber solicitado asilo el Gobierno alemán le negó el refugio, debía abandonar el país "en cuatro semanas".

"Dos meses antes había presentado una carta del consulado cubano en Berlín donde decía que yo no podía regresar a Cuba, me habían emitido el estatus de emigrante, y no podía volver hasta que el país donde yo estaba me otorgara una residencia legal superior a un año, y solamente así me permitirían entrar a Cuba por una estancia de 90 días máximo", explica Lázaro, que recuerda que esto no sirvió para que su petición de asilo fuera aceptada. 

A través de amistades logró llegar a España, donde se encuentra desde hace dos años, y donde aspira a obtener residencia a través de arraigo social, una normativa que exige, entre otras cosas, la permanencia por tres años en territorio nacional. Trámite para el cual es imprescindible tener un pasaporte en vigor, algo de lo que Lázaro carece en la actualidad por la arbitrariedad de las autoridades cubanas.

"Madrid me ha abierto las puertas. A pesar de que hay gente con mentalidad arcaica, en sentido general es una sociedad abierta, de mucha tolerancia, un mundo como este es el que necesitamos todos."

Del activismo LGBT al activismo político

"Estoy en democracia, tengo el derecho de expresarme libremente", opina Lázaro, quien a pesar de no tener permiso de residencia, sigue realizando activismo LGBT y también se ha manifestado públicamente en contra del régimen cubano.

"No estoy inscrito en ninguna plataforma ni partido político", explica, "pero decidí acudir a la Marcha de los Prohibidos, acudí allí como una persona más". Del mismo modo que en otras ocasiones, como en la muerte de Fidel Castro, acudió a celebrar junto a Cuba Democracia Ya frente a la sede diplomática cubana, y ha participado en actividades convocadas por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos.

"Considero que la Constitución que se le intenta imponer a los cubanos es muy excluyente, excluyente para la comunidad LGBT, y excluyente para mucha gente", opina Lázaro, quien tomó el micrófono en la Marcha de los Prohibidos de Madrid para expresar estas ideas.

"Estábamos frente a las cámaras de la embajada cubana, y estábamos siendo grabados, incluso un trabajador de la embajada salió a grabarnos con su móvil". 

Apátrida

Días después de la manifestación en Madrid, Lázaro acudió a renovar su pasaporte, pero este trámite se le es negado. "Aquí no tiene nada que hacer quien tenga problemas con mi país", fueron las palabras de la vicecónsul antes de expulsar a Lázaro, quien logró entrar a la sede diplomática tras evitar las cámaras de seguridad, pues tocaba a la puerta y no abrían. "Usted está equivocada, yo no tengo problemas con su país, tengo problemas con el Gobierno de su país", se defendió él.

Sin un pasaporte en vigor, Lázaro no posee documento alguno: es un indocumentado. Y tampoco podrá acceder a la residencia por arraigo, ya que lo primero que se le exige es tener un documento en vigor.

"Apátrida significa que no eres nada, eres un ser humano sin derechos en este mundo. No teniendo pasaporte en España no puedo acceder a los servicios de salud, si necesito tener un empadronamiento, es decir, un registro de dirección, no puedo, tampoco puedo acceder a cursos de la comunidad de Madrid. Si la policía me para, me van a meter preso. Es decir, yo soy nada ahora mismo."

"Tener que pasar por todo esto, tener que sufrir tanta humillación y tanto abuso te hace pensar, dónde está la unidad de la gente, por qué no nos acabamos de unir para acabar con la injusticia y la desigualdad, con todos los atropellos a los que somos sometidos los cubanos incluso estando fuera de la Isla."

"Yo no sabía que esto me iba a pasar, si no hubiera grabado todo dentro del consulado", confiesa Lázaro, quien grabó un vídeo denunciando lo ocurrido ese día en la sede diplomática, una vez afuera. Su denuncia ha recorrido las redes sociales y ha sensibilizado a mucha gente.

El precio de no poder ir a Cuba

"Uno de los momentos más dolorosos de no poder regresar a Cuba es haber perdido a mi papá. Mi papá falleció y yo no pude volver a verlo. No me pude despedir a no ser por teléfono, hablamos cuando ya estaba mal en el hospital. Y estas son las cosas que te marcan para siempre", dice Lázaro, que tampoco ha vuelto ver a su mamá y su abuela.

"Hablo con mi abuela y me dice: cuando vienes, mijo, y llora, y yo lloro también. Saber que estás caminando hacia un futuro incierto porque no sabes cuando vas a poder regresar a tu país, abrazar a tu familia, porque si tu situación aquí no se regulariza, tampoco tienes esperanzas de traerlos de visita", lamenta.

"Pero a pesar de eso no me arrepiento. Si un día emprendimos el camino de salir de allí, emprendimos un camino hacia la democracia, hacia la libertad. Y esa libertad la he encontrado, y por esa democracia he abogado", señala Lázaro, que encuentra equilibrio a tanto dolor en poder expresarse libremente. 

Y así seguirá haciéndolo, a pesar del castigo de las autoridades. Por eso estará junto a otros cubanos protestando en caravana de autos el próximo 16 de febrero en Madrid, para exigir libertad y democracia para Cuba, el país de todos los cubanos, no solo de la vicecónsul y los que son como ella.

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