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Opinión

Editorial: Una magnífica noticia de pelota

Lo sucedido es una clara metáfora de lo que sucede en Cuba. Ningún país puede darse el lujo de prescindir de lo mejor de su talento y su juventud.

Madrid

La implosión cubana en el Clásico Mundial de Béisbol es una magnífica noticia por varios motivos.

Primero, por lo beneficioso que resulta a veces tocar fondo. Una selección nacional superada en todos los aspectos del juego revela la verdadera dimensión de la debacle. Las escasas victorias de los últimos años, en cambio, contribuían a mantener la mentira de que las cosas no iban en realidad tan mal.

Segundo, porque lo sucedido es una clara metáfora de lo que sucede en Cuba. Ningún país puede darse el lujo de prescindir de lo mejor de su talento y de su juventud. Mientras los profesionales cubanos no puedan invertir conocimiento y recursos en su propio país, Cuba continuará siendo una nación con escasas posibilidades de competir en el concierto de naciones libres y de alcanzar prosperidad. El prohibir que los peloteros cubanos que hoy juegan en las Grandes Ligas de EEUU representen a su país, es lo mismo que impedir que médicos, arquitectos, científicos, académicos e ingenieros aporten sus conocimientos fuera de la tutela del Estado a todos los cubanos.

Tercero, porque los culpables quedan retratados. La tarea de la clase política que aún rige Cuba no es vigilar o controlar las puertas del país en función de intereses y lealtades, sino la de abrir esas puertas para que todos los cubanos entren, salgan y aporten lo que deseen y puedan de su talento. Fiel a sí misma y a nadie más, esa clase política que ahora intenta instaurar un capitalismo de Estado y que durante años ha tejido un discurso chovinista basado, entre otros aspectos, en el deporte, es la que mantiene el país trabado en una permanente crisis política, social y económica.

El béisbol en Cuba estuvo ligado desde sus inicios a la independencia y a la identidad nacional. Hoy lo sigue estando, pero solo para retratar como pocas cosas la dimensión del desastre provocado por el castrismo. Fue Fidel Castro quien introdujo la teoría de la superioridad de "la pelota libre" sobre "la pelota esclava". Hoy hay que darle la razón, siempre que consideremos que la pelota esclava es la que ha promovido y promueve su régimen.

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