Leonor Borrell acaba de encestar una canasta de riesgo, pero espera ganar el partido que se le presenta tras atravesar el miércoles la frontera entre México y Estados Unidos para iniciar un nuevo capítulo de vida junto a su familia.
Considerada la mejor basquetbolista cubana de todos los tiempos y entre las más grandes que jamás hayan pasado por las canchas del mundo, Borrell decidió reunirse con su hija, quien se encontraba desde hace un tiempo en ese país, precisa un reporte de El Nuevo Herald.
La espigada centro que durante más una década fuera pilar de la selección nacional cubana, también tiene en Estados Unidos a su hermano Lázaro, para muchos el mejor de los hombres en ese deporte.
"Fue una decisión totalmente familiar'', apuntó una fuente cercana a la situación citada por el medio miamense. "Esa hija es la niña de los ojos de Leonor. Imagínate que por tenerla no fue a los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta. No podía vivir lejos de ella''.
Nacida el 10 de noviembre de 1963, con apenas 16 años ya integraba la escuadra cubana de baloncesto femenino que venció en los Panamericanos de San Juan 1979 al poderoso equipo estadounidense, cuando aún no se pensaba en el surgimiento de la WNBA.
Sus mejores momentos tuvieron lugar en el Mundial de 1986, cuando finalizó líder anotadora del torneo, y en la cita del orbe de 1990, donde resultó vital para que Cuba obtuviera una —y única— medalla de bronce en eventos de este tipo.
Por esos tiempos, Leonor Borrell se codeaba con las mejores basquetbolistas del planeta y casi todos los expertos consideran que de haber participado en ligas profesionales, se habría impuesto por su talento y ética de trabajo.
Su hermano Lázaro igualmente lideró una de las mejores generaciones del básquetbol en la Isla y es uno de los poquísimos cubanos que ha vestido un uniforme en la NBA, el de los SuperSonics de Seattle.
Desde los Lobos de Villa Clara hasta el Boca Juniors en Argentina, Lázaro participó en diversas ligas hasta que decidió retirarse tras la temporada del 2007.