Back to top
Miami

Retorno a la semilla… musical

Un breve recorrido por las bandas sonoras prohibidas en Cuba: la cubana y la norteamericana.

Miami
Casey Kasem.
Casey Kasem. ABC NEWS

Casey Kasem in memorian, (Abril 27, 1932 – Junio15, 2014)

Es difícil para los cubanos sentirse extranjeros en Miami. Además del lenguaje, la comida, y otras costumbres quizás no tan buenas, la música forma parte del día a día. La música norteamericana de los años 60, 70 y 80 en la radio nos hace sentir como en casa. Es una paradoja, de tantas, porque fue labor del régimen desde siempre aniquilar todo lo procedente del Norte, y en especial, su música. Nada de "melodías imperiales", tontas, insulsas.

El concepto totalitario de "bloqueo musical" incluía también importantes artistas nuestros, aquellos que habían saltado los estancos del régimen. Para las generaciones nacidas poco antes o poco después de la Noche Triste, y no de Cortés, nada decían los nombres de Olga Guillot, Ñico Membiela, Celia Cruz, Blanca Rosa Gil e incluso el inquieto anacobero —diablillo en ñáñigo— Daniel Santos, a quien "se la aplicaron", a pesar de ser puertorriqueño.

Para mi generación el jazz fue un desconocido. Algunos tuvimos la suerte de escuchar Pastilla de Menta, de la Orquesta Cubana de Música Moderna, sin saber entonces que entre sol y sol realista-socialista metían un bemol imperialista. A cambio, el Mozambique de Pello el Afrocán era tan famoso que en la escuela primaria al niño que tuviera rasgos feminoides le decían "Rubia del Pello". Los Zafiros hacían olvidar a los insonoros The Platers con bastante dignidad. Los boleristas y los soneros cubanos apenas estaban de moda en los clubes nocturnos de La Habana y en las reyertas del Salón Rosado de La Tropical, mientras sus compatriotas triunfaban en Nueva York y Los Ángeles.

Nocturno fue el programa musical por excelencia de la niñez de quienes hoy peinamos canas. Allí, y quien sabe cómo, a cada rato colaban una canción de The Beatles, The Mamas and the Papas, y Fith Dimension a finales de los 60. Pero los conjuntos y cantantes españoles eran los más oídos. Muchos de ellos se presentarían en el Festival de la Canción de Varadero en 1970 —Los Ángeles, Los Bravos, Luis Gardey, Lluís Llach, Los Mustang. La fallida Zafra de los 10 millones los trajo a los escenarios insulares. Otros dos huecos se abrieron entonces para airear el bloqueo socialista a la música cubana, a pesar de ser concebidas para más rosca izquierda: el "son progresivo" de los Los Van Van y el Movimiento de La Nueva Trova.

En los 70 una generación de adolescentes, sobre todo habaneros, descubrimos las estaciones de la Florida, conocidas como la "FM". Con buen viento del Norte, y aquellos radios VEF y SELENA de una tonelada, se conectaban antenas-percheros en azoteas y ventanas, y podía disfrutarse el programa emblemático de la radio musical norteamericana: Casey Kasem and American Top 40. En la beca, al regreso del pase, quienes tenían mejores receptores traían las listas de las canciones y a veces las letras.

Una mención honorifica a los del patio —Los Dada, Los Kent, Alma Vertiginosas— que, en garajes y solares yermos, con instrumentos de manufactura propia, tocaban casi clandestinamente rock y ritmos Motown. Los padres de quienes podían viajar al extranjero también surtían de música clandestina las fiestas; con la luz apagada, sin otra cosa que agua o ponche, rompían el bloqueo insular los Led Zeppelín, Deep Purple, Santana, Eagles, y para gustos más refinados Pink Floyd —¡si Roger Waters, usado por el régimen ahora por izquierdista, supiera que jamás lo radiaron en su época de esplendor!

Al final de los 70 y después del Mariel se fue flexibilizando el bloqueo musical al enemigo. Un punto de ruptura pretendió ser el encuentro Cuba-USA, Havana Jam, de 1979, en el teatro Karl Marx de la Habana. Figuras como Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Billy Joel y el grupo de rock progresivo Weather Report paralizaron la ciudad por tres días. Quizás para sorpresa de los comisarios, en vez de una nota, tuvieron dos: la mayoría de los asistentes, donde me incluí gracias a una vecina que trabajaba allí, eran jóvenes que conocían a los músicos norteamericanos y sus canciones. Una buena cantidad de los asistentes eran hijos o parientes de los mismos que por años habían bloqueado la música del imperio a los oídos cubanos.

Después vino Colorama, Para Bailar, Joven Joven, y otros programas musicales, y ya la censura al imperio tuvo que dar paso al Festival de Jazz, al de guitarra, con excelentes ejecutores norteños, y aunque jamás proyectaron en la televisión Saturday Nigth Fever ni Grease en esa época, los jóvenes podían oír en la radio y ver en televisión a los Bee Gees, Olivia Newton John, KC and The Sunshine Band —¡de Miami!— y Walther Murphy.

Parece increíble que los cubanos hayamos tenido que venir al "país enemigo" para conocer toda la música cubana, sin excepción, y disfrutar, sin ruidos ni antenas de percheros, la música norteamericana. El régimen, con la torpeza propia de las dictaduras, incultas por su ceguera ideológica, trabajaron pa'l inglés o pa'l americano, que es lo mismo y no da igual. No solo nunca han considerado pedir disculpas por haberle negado a generaciones enteras su derecho a oír y a disfrutar sus gustos musicales. Es que todavía hoy lo siguen haciendo, sin remordimientos, como los buenos sociópatas que no dejan de ser.

En la tarde, cuando los abuelos circulamos por las carreteras de la Florida y sintonizamos al amigo Pepe Forte y su Ático, hay una extraña sensación de libertad, de resarcimiento espiritual. El automaníaco nos transporta a la época en que oír otra música era un delito, una muestra de rebeldía, un acto de fina ingeniería comunicacional. Mientras, el tráfico infernal de Miami se mueve, o se detiene, y da lo mismo. Oímos aquellas canciones que eran interrumpidas por la distancia y el odio. Nosotros, los abuelos, comprendemos la devoción de Pepe por Casey Kasem. Y por qué no pudo evitar emocionarse frente a su tumba en el viejo cementerio de Oslo, Noruega.


Artículo publicado en Habaneciendo.com, blog del autor.

Archivado en

4 comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.

¿El Mozambique y de un tipo que se hacía conocer como el Afrocán se hizo popular?.....Conchó.... Conchó.....eso sí que está fuerte sobre todo porque lo confirmé con mi madre, no me sorprende que Cuba esté como esté y se parece a lo que se parece

Nunca pude digerir la llamada Nueva Trova. Escuchar sobre todo a la Sara González y Amaury Pérez Vidal me causaba fuertes retortijones y diarrea.

Profile picture for user Amadeus

A ver Papo____ Realmente los foros de esta página son tóxicos para los que no quieren oir lo que no quieren escuchar. Sobretodo los tapiñaos la tienen difícil, esos que quieren encontrar en el castrismo alguna justificación que lo legitimice, eso sí es verdad. Estos aquí es territorio comanche.

En cuanto a Nocturno es cierto que ponía alguna que otra pieza, pero "no bastante". En toda la transmisión acaso dos cuando mucho un día de casualidad. Los Beatles, nunca se escucharon por la radio en Cuba.

En esa época Radio Rebelde tenía un programa de 8:30 a 9.00 de la mañana (ahora no recuerdo el nombre) que estaba dedicado a criticar directamente a la sociedad norteamericana, pero que era una tapadera de los productores para meter a Jimmy Hendrix, Grateful Dead, The Who, Buffalo Springfield, etc. y que era un "hot tip" entre los "mechaos" que grababan directamente. Hasta que alguien en la nomenkalatura se dio cuenta y empezaron a poner música de la Nueva Trova. Y se acabó la fiesta.

Profile picture for user Weston

Almagro, únicamente un articulo tuyo me hace regresar fugazmente a escribir en Diario de Cuba. Los foros de esta pagina son tóxicos.
He disfrutado, como siempre, este articulo; pero la maldad, o la tontería de prohibir la música extranjera no fue tan prolongada como percibo en tu texto. Recuerdo que ya en el 67, Nocturno, que tu mencionas, ofrecía bastante música extranjera, incluyendo norteamericana. "Strangers in the night", por ejemplo, permaneció por largo tiempo en el Hit Parade de ese programa. Recuerdo también lo que nosotros conocimos como " Satisfaction" de los Rolling Stone.
Lo que nunca permitieron fue la difusión de artistas cubanos radicados en el exilio. Yo, por ejemplo, sabia quienes eran Celia Cruz y Olga Guillot, pero no las disfrute mientras vivía en Cuba.
De cualquier manera, gracias una vez mas por regalarnos un escrito tan bien documentado y tan bien escrito. Saludos.