Días atrás, el cantautor Carlos Varela repetía en Islas Canarias que la desconfianza entre las dos orillas se debía a los dinosaurios de ambos bandos, quienes han convertido el odio entre los cubanos en un negocio político.
Varela es uno de esos artistas que se han forjado una reputación de contestatarios sobre un singular principio: su crítica dentro de la Isla nunca rebasa el límite de expresión de la dictadura, mientras que su crítica fuera de la Isla nunca rebasa el límite de aceptación de la izquierda. De lo contrario, es redundante decirlo, la dictadura lo convertiría en no persona dentro de la Isla y la izquierda lo convertiría en persona non grata fuera de la Isla.
Lo que en otros acusaría pose, agentura u oportunista picaresca, en Varela es visto por algunos como actitud y convicción. Tomémoslo, pues, en serio. Esto no es Gente de Zona. Aquí entran en juego los elementos de una narrativa estética y política. Al igual que Silvio Rodríguez en mi generación, en la suya Varela representó una sensibilidad, si no de franca rebeldía, al menos de inquieta marginalidad. En resumen, ya sabemos: La Coyuntura. Silvio pasa a la épica de la opresión; Varela, a la ambigüedad que enmascara la opresión.
Esta ambigüedad, que caracteriza al establishment intelectual y artístico con residencia en la Isla, tiene la uniformidad de la consigna. Si la consigna es impuesta y/o autoimpuesta, lo dejamos para otra columna. El caso es que a la dictadura le funciona. Sobre todo, es un producto de exportación, como aquellos paquetes de vegetales que a fines de los 60, en plena hambruna insular, aparecían en los mercados europeos con el sello de "excedente de la agricultura cubana". De ahí, tal vez, que no sea de amplio consumo nacional.
El punto de venta principal de este establishment consiste en complejizar, tergiversar y omitir la obvia y simple raíz de los males cubanos: la familia Castro. Balzac hablaba de la ficción sin realidad. Imposible escribir La guerra y la paz sin mencionar a Napoleón. No cabe duda del éxito de la dictadura en introducir, incluso en el exilio, una narrativa que promueve la explicación no causal de la historia y problematiza manipuladoramente su presente, cuando no consigue negarlo. Shakespeare, que lo dijo todo, nos invita a dudar en Macbeth (Acto 5) de las mentiras que el diablo dice como si fueran verdad.
En esta batalla de ideas, Varela siempre pone su granito de arena. Un buen ejemplo fue su visita a Estados Unidos en diciembre del 2009, un par de meses después de compartir escenario con Silvio en la Plaza de la Revolución durante el concierto Paz sin Fronteras, que organizó el colombiano Juanes. Patrocinado su viaje por el procastrista Centro para la Democracia en las Américas, al pasar por Miami declaró que no hablaría de política. Sin quitarse el polvo del camino, reapareció en Washington para condenar el embargo en una informal sesión de la Cámara de Representantes. Un vuelo de apenas dos horas lo trasladó de la torre de marfil a la Tribuna Antiimperialista.
Según una nota de The New York Times, firmada por Ginger Thompson (diciembre 29, 2009, pag. A4), Varela formaba parte de "un movimiento de artistas, académicos y empresarios para cambiar la política de Estados Unidos hacia Cuba 'from the bottom up'". (Ahora vemos claro que Raúl había movido ficha a principios de ese mes con la detención de Alan Gross). Por esos días, nuestro bardo almorzó con un alto funcionario de la administración de Barack Obama y fue agasajado con una fiesta por el conocido consultor político Andy Spahn, quien suele llevar celebridades de visita a La Habana y promovió la campaña por la liberación de los cinco espías.
Aparte del mantra sobre los dinosaurios y la disposición al cambio democrático de "todo el mundo" en Cuba, ignoramos lo que Varela diría en privado a su liberal auditorio. Sin embargo, podemos estar seguros de lo que no dijo. Lo mismo que todavía no dice.
El daños es nuestro.
Quién inventó ese rasero, con que perdonar los deslices políticos de los músicos, según su cultura o la nuestra?
Desde el dejo marginal de la voz, hasta la vulgaridad de las letras, GDZ la pone fácil, y la elite de Miami, hace su parametración.
Entiendo la indulgencia de una línea melódica en la memoria, pero...
Cuál es la diferencia?
Todos callan y dicen los que les garantiza un estatus. Unos van de nuevos ricos marginales, y el otro, ya venía disfrazado, de intelectual bravito-con-castro, con años de experiencia y tacto, moviendo la manzana, para viajar montado en la flecha sin un resbalón.
No me gustaron, ninguno de los tres.
GDZ son lo que ves, cantan temas consecuentes con su estilo REAL de vida y lamentan la pérdida de un público al que SI, respetan, porque les pagan. Que si usted quiere bailar... lo que sea que hacen; ellos encantados y mas que agradecidos.
De la manera que lo percibo, a la cara de ambas orillas, hacen el mismo juego.
Trova y martilogio aparte, uno debe de ser consecuente. Me parece muy bien que alguien no desee hablar de política. No me parece nada bien que alguien no desee hablar de un tipo de política en un sitio y si de otro tipo de política en otro sitio. Mucho menos si se trata de políticas contrarias. Cuando menos, no se es honesto.
Varela más vale que siga deleitando a su generación con Guillermo Tell y Jalisco Park, y no dé opiniones sobre la realidad de su país, porque en ese juego cubano de pelota ha quedado ponchao cada vez que ha salido al bate.
Nada, daño antropológico.
Con todo el respeto pero ustedes, los que hacen periodismo "disidente" fuera de Cuba no tienen término medio. Criticar por criticar y dividir. Varela no es de la misma generación de Silvio y Pablo. Si conocieran la historia de la Nueva Trova lo sabrían. Por tanto la comparación es vacua. Por otro lado, yo no sé cuál es la obra del periodista autor de este artículo, pero la de Varela sí que la conozco bien. Antes de internet, cuando en Cuba la propaganda oficial nos bombardeaba las 24 h con su ideología, las canciones de Varela y Frank Delgado nos enseñaron a desconfiar, a buscar mi verdad. Nos ayudaron a despertar. Si no fuera por ellos tal vez nunca me hubiera ido de Cuba, seguiría desfilando y moviendo banderitas. Pero Varela es cantautor (muy bueno), no mártir. Periodista, ¿y tú, por qué no abrazas el martirologio y nos liberas de la dictadura? ¿Haz algo más que cambiar letras y criticar? Me entristece cómo este periodismo, sigue dividiendo a los cubanos como Granma, JR y la Mesa R.
A esto me referia, yo vivo en Miami, por aca se pasean a diario gente que defiende la dictadura abiertamente, entran y salen de Cuba, viven de foodstamps, gente como Edmundo el descarado de La Gran Escena y otros tantos, gente que no han hecho nada como Varela por abrir mentes o simplemente servir de alivio entre tanto regueton y mal gusto, sin embargo no veo periodismo alguno que trate el tema, que los intente desenmascarar, solo como usted dice descalificaciones al estilo de la Mesa Redonda y organos de prensa de la Isla, o algun que otro rifirafe del tal Otaola, contra las Hailas y los Gente de Zona, vulgaridades que invaden esta orilla desde la otra, daño antropomorfico como dicen por alla arriba, en fin, da igual que ataquen a Varela, o lo tilden de ambiguo, ahi esta la tal Haila subiendo fotos a las redes mientras toma un cafecito tranquilamente en Miami, aun con la baba del comandante en los labios..... asi vamos.
Tengo la terrible sosopecha que usted es de la comparsa de Weston.
Epa, Mamá-deo, buenos días!!
Hay un anuncio en la Televisión americana que dice: "Image is everything". ( La Imagen es todo ). Como viejo publicista que soy, siempre he considerado a este muchacho como "un producto".
Hace poco una artista espannola , indudablemente de izquierda ,se quejaba que en Cuba la gente parecia tener miedo a hablar, si nosotros nos cayamos por respeto a la persona o porque actuamos con ese mismo miedo en Cuba , negandonos a nosotros mismos el derecho de hablar ; entonces esa ligera critica maquillada que hace Varela y los otros intelectuales sera lo unico que tiene el resto del mundo de lo que pasa en Cuba; si ves a alguien vestido de "contestario" haciendo esa critica que no toca la escencia del sistema ; podrias entonces decir que en Cuba la cosa no es tan grave. Ese es el mensaje de Varela "en Cuba la cosa es criticable ; pero no tan mala". Represion en Cuba , autorepresion en Miami.
Donde dije Diego dije digo...... conocemos a estos payasos.
Nunca he podido con Carlos Varela y su atuendo, creo que este culebrón de proa no tiene sentido del ridículo, vistiéndose así en un país con average de temperaturas de 32 grados Celsius.
Al final creo firmemente en la democracia,en la libertad de expresion, respeto todas las opiniones, pero siempre veo el ensañamiento,los ataques( como se viste, que sombrero tiene, etc,)como una falta de argumentos, de conocimiento del tema, la ambiguedad en los textos no es condenable en ningun sentido, en la cancion, el rock, pop, o cualquier manifestacion artistica, incluidas las artes plasticas, performances y un largo etc, se valen de la ambiguedad para ampliar la lectura y llegar a mas publico, condenable es la actitud ambigua, el no llamar a la dictadura por su nombre, decirle "gobierno" al engendro q destruye Cuba, eso no tiene discusion alguna, esa parte no la justifico en nadie, ni en mi mismo.Cuando digo que nos centremos es porque los ataques a Varela los veo esteriles, dio, da lo q vemos, hay mucha mas leña q cortar y gente moralmente asqueante a quien hacer polvo que ni hace una cancion bonita que alegre el alma, mas bien las prohibe, me molestan los haters de lo facil.
@Daniel –– Respeto su opinión, pero usted se contradice en algunos momentos. Si alguien se vale de la ambigüedad para "ampliar la lectura" y "llegar a más público", está muy bien, pero con qué se puede lograr eso si el mensaje precisamente no es claro. Y si no llama a la dictadura por su nombre, ya tenemos una cuestión de civismo impropia y ahí es donde reside el meollo de la cuestión. Y le repito: Usted no puede tener dos discursos: uno para la Torre de la Libertad en Miami y otro para la Tribuna Antimperialista en La Habana, y ese el problema con Varela, demasiada "ambigüedad".
Por supuesto.
De acuerdo con Daniel, no hay que pedirles a los artistas que se incineren, o que hagan los que nos fuimos no hicimos, pero si podemos pedirles que no colaboren. que al menos digan NO me presto para propagada.
Carlos Varela no es de mi generación. Uno de mis hijos disfruta mucho sus canciones y hasta paga el ticket para un concierto suyo en Miami. Recuerdo su mensaje generacional de la canción sobre Guillermo Tell, que llegó bastante dentro de la conciencia de los jóvenes en Cuba. Por lo demás, no le encuentro la musicalidad genial de Pablito ni la lírica extraordinaria de Silvio. Para mi, era un cantante que necesitaba un buen baño, arreglarse su barba horrenda y vestir ropas más frescas. La interpretación de su comportamiento dentro y fuera de Cuba, bueno, ya eso es harina de otro costal. Es fácil criticarlo desde aquí, pero es casi imposible para quienes tuvimos la visión de salir de Cuba, entender el laberinto existencial de quienes se quedaron. Por lo menos yo, no lo juzgo. No vivo de eso, vaya...
Varela pasa a la ambigüedad, dice Reynaldo y lleva razón. Creo que siempre fue ambiguo, no solo en sus composiciones sino hasta en ese vestuario negro propio de Times Square en otoño, que en Cuba le hacía sudar, creo, hasta las verijas. La ambigüedad es lo que caracteriza a la mayoría de los artistas que viven en Cuba. (No hablo de intelectuales, historiadores o cientistas sociales, porque esos pienso que deben tener un deber social de hondura diferente). A estos artistas la ambigüedad les permite sacar de ambas orillas lo que pueden: en Cuba son contestatarios con límites; fuera son "progres" y de hecho expanden esa envenenada visión (como la manzana de Blanca Nieves) de que en Cuba no todo es malo y la culpa es del totí. Pero como se pronuncian en público se les juzga, a diferencia de un vendedor de maníes. Esa ambigüedad en definitivas es oportunismo, puro y simple.
Asi mismo es, no mires al ojo de Sauron, mira para cualquier otro lado ; pero nunca ahi
No se que pasa ultimamente, hay alguien tratando de ensuciar a Varela, es cierto que no es el capitan araña, la mayoria de los exiliados no lo somos, nos fuimos buscando libertad, no peleando por ella, la mayoria queriamos algo mejor pero el miedo paraliza, es mejor huir, sin embargo algunos piden que un tipo como Varela se queme, algo asi como has lo que yo digo no lo que yo hago, yo vi a este hombre muchas veces en el KMarx, he leido cientos de entrevistas, algunos debian hacer lo mismo, cada cual hace lo que puede o lo que quiere,unos mas que otros se enfrentan o enfrentaron a la dictadura, de una manera u otra, descalificarlos y pedirles q se incineren es hacerle el juego esa misma dictadura, ya he visto esto antes, le han pedido mas a un tipo como Daniel Ferrer, o hasta al mismisimo Osvaldo Paya, quien dio su vida, por favor, centremonos. https://www.youtube.com/wat…
@ Daniel ––Varela siempre ha sido muy ambigüo y tienen todo el derecho de serlo, no problem. El problema reside en que después de más de medio siglo de mediocridad y dictadura, qué otra cosa se le puede pedir a los que pudieran hacer algo con su arte y su presencia mediática a favor de la libertad en Cuba.
Lo que no se puede es decir a la gente lo que la gente quiere oir y luego quedarte en el medio, "por si acaso" y eso es lo que ha hecho Carlos Varela, moverse como una anguila. Lo mismo, como cita Reynaldo, te despacha un discurso y una trova en la Torre de la Libertad para los nostálgicos de Haileah, que luego aparece al lado de la plana mayor en la Tribuna Antimperialista. Encima si quitarse la boina.