A esa hora de la noche, después de salir del Arsenal, bajo un-dos-tres tragos de ron. Solo Héctor Antón podría arrastrarme hacia el Vedado, a una exposición de Ítalo, que inaugura. Ya conozco a Ítalo desde la #00Bienal, ya conozco su espacio Yo Soy El Que Soy, ya sé de la gente que allí frecuenta y ya he calculado la talla del artista.
Todo el environment de este espacio es él mismo. Ítalo es el que es. De una manera esquizofrénica y abigarrada, cada segmento del lugar contiene un tratado del creador, una personalización. Yo Soy El Que Soy funciona como proyecto comunitario para la producción y divulgación del arte, donde confluyen otros artistas y espectadores.
En las noches habaneras, en estos tiempos apáticos y superficiales, se encuentra esta casa/estudio/galería en las profundidades del Vedado, como un islote con su microclima y su burbuja temporal, para rescatar los residuos hippies alguna vez generados en la calle G, el ambiente bohemio y tertuliano ya casi extinto. Toda esa felicidad congelada en un pequeño lugar, maravilloso y anticuado, bello y vetusto, agradable y rancio. Todas esas contradicciones que una mente creadora posee, llena de amor y de locura.