10 de abril:
Ya casi se inaugura la XIII Bienal de La Habana 2019. Voy a ello. Su eslogan: "La construcción de lo posible". Pienso, mejor la construcción en lo posible. Lo otro suena demasiado exagerado. Como esa "cierta manera" de ser del cubano. En esto me detengo, y en eso me detendré en lo adelante, en lo de cierta manera posible. Como hoy, en mi viaje a una posible exposición que nunca se inauguró en el Edificio de Arte Cubano del Museo de Bellas Artes, a las 4:00PM. Yo y mi ingenuidad dejándonos guiar por una posible cartelera desactualizada, supongo "desactualizada", tal vez los del museo decidieron cambiarla y ya, como se cambian las cosas de un día para otro.
Mientras, en mi periplo por La Habana Vieja, antes de llegarme a la imposible exposición del museo, me llama el artista Luis Manuel Otero Alcántara para avisarme de una actividad comunitaria que se realiza en ese mismo momento en su casa de San Isidro. Allí, dos mujeres, África Reina (activista y artista de spoken word) y Malin Walker, de Suecia, promocionan las copas menstruales y hablan sobre sus ventajas ante otros productos de uso íntimo femenino. Repartieron este nuevo artefacto, que en Cuba aún no se comercializa, a las mujeres allí presentes, y me fui contenta con mi copa.
Ya de regreso a casa, pensé hacer una parada en el Vedado, pues creí recordar que Sandra Ceballos inauguraba Las caras de saco en su espacio Aglutinador, con artistas como Ezequiel Suárez, Carlos Garaicoa, Omar Pascual, José Ángel Vincench y Julio César Llópiz. Fue entonces, en el segundo carro (sí, porque ahora de La Habana a la Ceguera son tres tramos y el viaje que antes te salía a 10 pesos MN, hoy te sale en 30), cuando se me ocurrió confirmar en la cartelera hecha por mí de las exposiciones colaterales. Y claro, inauguraba.
—¡Déjame aquí en 6, chofe! —llegué justo a tiempo.
Sandra abría con algunas piezas del 98 y con otras series actuales, "Yo, la mejor de todas" y "Mangas speeches". De la última ya había visto algunas piezas en la #00 Bienal; personajes de mangas rodeados de fragmentos escritos de discursos de Fidel. Con estas obras simpatizaba mucho, igual que con la de Ezequiel y Julio Llópiz. Tienen ese matiz irónico-trash que me encanta.
En un afán pretencioso, pensé: qué bien se vería mi copa menstrual aquí.