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Sociedad

¿Tendrá futuro el Rotilla Festival en Miami?

Michel Matos, director y fundador del evento, habla con DDC sobre los artistas que participarán, la ciudad elegida y su decisión de permanecer en Cuba.

La Habana

Michel Matos, director y fundador del Rotilla Festival, destituido por las autoridades cubanas en 2011, ha anunciado el relanzamiento de la marca con un concierto, el 23 de diciembre, en el Teatro Manuel Artime, de Miami.

Se trata del mismo escenario en el que el presidente estadounidense, Donald Trump, avanzara su cambio de política hacia Cuba. Matos, sin embargo, aclara que se trata de una simple coincidencia: el teatro es famoso.

Los organizadores esperan que el concierto marque el reinicio del Festival, aunque sea fuera de la Isla.

"Diddier Santos, productor del Rotilla aquí en Cuba, tuvo la idea", explica Matos a DIARIO DE CUBA. "Hacía años manejábamos la posibilidad de relanzar y establecer la marca allá. Ahora podemos: quienes hacían el Rotilla aquí han reconstruido nuestras redes allá".

Varios miembros del equipo del Festival y mucho público del Rotilla reside en Miami, señala Matos. "En 2013, cuando fui por primera vez, organizamos un evento, al cual llamamos Rotilla, en el Vedado Social Club. Presentamos nuestra película de denuncia sobre lo ocurrido con el Festival, Ni rojo ni verde. Azul. Actuaron músicos, artistas, DJ", recuerda.

"Nos convencimos de que no podemos hacerlo aquí", en Cuba, admite. "El año pasado, intentamos una fiesta con música electrónica en un espacio abierto de San Antonio de los Baños y nos lo impidieron. Hasta nos sobrevoló un helicóptero".

Matos aprovecha para destacar "que Verano en Jibacoa no es Rotilla. Hay una tradición y la oficialidad se aprovecha para convocar artistas", aclara. "El público aún está confundido".

"Al hacerlo en Miami, con artistas contestatarios que están allá (El Aldeano, David D'Omni, El Sexto), remarcamos una posición: 'Esto es Rotilla y es Miami, no La Habana'. Verano en Jibacoa es un evento organizado por el Ministerio de Cultura, la Seguridad del Estado, etc".

Pero la Seguridad del Estado no organiza eventos culturales

La Seguridad del Estado es quien negocia con artistas que "han pasado la raya", no los funcionarios de Cultura. Cuando hacía el Rotilla, tenía que negociar con la Seguridad. Soy un artista, un activista si quieres, no un infiltrado ni un militar, no tendría por qué lidiar con militares.

Aquí en Cuba, Rotilla era lo único, pero en Miami hay muchas opciones culturales. ¿Por qué crees que tendrá público allá?

Ciertamente hay muchas opciones de todo tipo. Pero muchos que se han ido sienten nostalgia de lo cubano, nuestra forma de interactuar y divertirnos. Añoran un discurso que retrate su realidad.

Por ahora solo será un concierto; lo llamaremos Rotilla Festival porque pretendemos hacer un evento a cielo abierto en el futuro. El teatro solo tiene 800 butacas, pienso que quedará gente afuera. Allá tenemos mucho más público, con la película repletamos un cine y el Vedado Social Club. Tenemos una marca poderosa y artistas de primer nivel.

Hablas de los Aldeanos y el Sexto como artistas de primer nivel. Aquí eran lo prohibido, allá hay un contexto muy competitivo, muchos buenos artistas. No basta ser contestatarios. ¿Podrán llenar teatros allá?

Miami es parte de EEUU, donde la oferta cultural es apabullante, pero también es un mundo aparte. Sus habitantes han mantenido su cultura, códigos, valores y conflictos del pasado; han construido su propia televisión hispana. Hay tres millones de cubanos. Muchos escuchan a los Aldeanos, a Raudel (Escuadrón Patriota), a David D'Omni. Sus conciertos en Miami se llenan. Los Aldeanos fueron un fenómeno y sus audiencias se mantienen, aunque ya no trabajen juntos. El Sexto tiene muy buen perfil como artista y como activista. Hace presentaciones en el Congreso de EEUU, en Ginebra. Tiene sponsors muy fuertes que financian su obra. Eso es visibilidad.

Para estos artistas, Rotilla fue centro de convocatoria. Cuando Los Aldeanos no podían tocar en ninguna parte, tenían las puertas abiertas en Rotilla, pese a las represalias que sufríamos. A veces no lo permitían. A Omni una vez no lo dejaron tocar. Dijeron que era "un problema de seguridad nacional".

Continuar el Festival significa que no nos extinguimos y que sigue existiendo una proyección sobre nuestra realidad. No queremos solo hacer un concierto con canciones bonitas y swing, sino recordar nuestro complejo contexto en Cuba en términos económicos, legales, políticos y de seguridad.

¿No será por el discurso contestatario hacia el Gobierno cubano que podrán relanzar el Rotilla en Miami? ¿Podrían si tuvieran otro discurso?

Allí van muchos artistas y grupos pro Gobierno. La Colmenita hizo una gira lanzando loas a los Cinco [espías]. Era su derecho. Ahora, Miami es donde se refugió el exilio que huyó o fue expulsado de Cuba. No es un exilio económico. Incluso quienes dicen irse por razones económicas, en el fondo lo hacen por razones políticas. Aquí en la Isla hay restricciones que me impiden hacer lo mismo que hacen empresarios chinos, ingleses y hasta americanos. Es apartheid. Si me voy porque quiero ser millonario o simplemente prosperar, es porque aquí las leyes me lo impiden, el trasfondo es político.

El exilio miamense tiene una identidad básicamente anticomunista y anticastrista (…) Si tuviéramos otro discurso, seguramente un gran sector de Miami nos criticaría, pero eso no impediría nuestro proyecto.

Allí existe una organización llamada Alianza Martiana, emisoras de radio procomunistas. En la ciudad más anticastrista y anticomunista del mundo, hay un montón de escenarios procomunistas y procastristas. Hacen marchas y manifestaciones sin terminar agredidos ni encarcelados. El FBI no les dice "te estás pasando". Incluso si fuéramos neutrales, tendríamos espacio allí. Aquí no tenemos.

Al escucharte, resulta más incomprensible tu insistencia en permanecer aquí.

Nací aquí. Cuba es mi país tanto como lo es de Fidel Castro. He pensado irme; aquí no puedo trabajar, me siento perseguido. Pero lo que quisiera es que mi país se abriera y fuese medianamente normal. Es frustrante que un inglés pueda construir un campo de golf aquí y yo no pueda tener ni un club. Es inmoral, es discriminación. Hasta hace poco no podíamos entrar en un hotel, ni tener un celular. Pienso que casi todos los cubanos que hemos abierto los ojos queremos ser parte de un cambio, quizás eso sea parte de lo que me ata aquí.

¿No temes que, por tu discurso, llegado el momento del evento te impidan viajar a Miami?

El evento se hará y quedará muy bien. Mis amigos me enviarán fotos. Yo armaré un show proporcional, como todos aquellos a los que no dejan salir. A estas alturas, callar es más pecaminoso que hablar.

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