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Artes Plásticas

Sin máscara

La colección Von Christierson irrumpe en el Museo Nacional de Bellas Artes con la muestra 'Sin Máscara: Arte Afrocubano Contemporáneo'.

Madrid

Tras más de 130 años de ser liberado el último esclavo en la Isla, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), en su edificio de Arte Cubano, exhibe Sin Máscara: Arte Afrocubano Contemporáneo. La muestra cuenta con curaduría de Orlando Hernández y agrupa obras de 40 artistas. Todas las piezas expuestas pertenecen a Chris y Marina von Christierson, coleccionistas sudafricanos residentes en Londres, quienes visitaron Cuba por vez primera en 2007.

A Sin Máscara: Arte Afrocubano Contemporáneo le preceden otras exhibiciones presentadas en distintas ciudades del mundo. El debut de la colección tuvo lugar en la Galería de Arte de Johannesburgo, Sudáfrica, en 2010. La segunda presentación fue en el Museo de Antropología de la Universidad de la Columbia Británica, en Vancouver, Canadá, en 2014. Su última entrega es la exposición de Bellas Artes y, según sus organizadores, ha sido la de mejor acogida.

La exhibición coloca en su justa dimensión dibujos, grabados, pinturas, collages, instalaciones, esculturas, fotografías y videoarte de creadores como Wifredo Lam, Manuel Mendive, José Bedia, Belkis Ayón, Roberto Salas, René Peña, Eduardo Roca (Choco), Moisés Finalé, María Magdalena Campos-Pons, Marta María Pérez Bravo, Juan Roberto Diago, Reynerio Tamayo, Juan Carlos Alón, Elio Rodríguez, Armando Mariño, Pedro Álvarez, Santiago Rodríguez Olazábal, Ricardo Rodríguez Brey, Ruperto Jay Matamoros, Gilberto de la Nuez, Bernardo Sarría, Oswaldo Castillo, Rolando Vázquez o Julián González, entre otros.

La mayoría de las obras expuestas son poderosas, aunque detenernos en unas pocas que brillan por su singularidad merece la pena. La Jungla, de Elio Rodríguez (1966), escultura blanda realizada entre los años 1991-2008, es uno de esos casos. Rodríguez se apropia de la obra paradigmática de Lam y le succiona la sustancia simbólica; al hacerlo, las formas revelan los dominios de Obatalá, orisha del cielo, creador de la tierra y escultor del ser humano, pureza por excelencia, rector de todas las cabezas, dueño de todo lo blanco y portador de paz. La pieza, conceptualmente, representa una reinterpretación de la obra vanguardista Blanco sobre Blanco, del suprematista ruso Kazimir Malevich (1878-1935).

De José Bedia (1959) se exhiben tres obras. Y en las tres se nota la mano de un artista que logra sobrepasar las fronteras de lo sagrado y de la fe. Ello se hace evidente en la instalación Abre nkuto, muchacho nuevo, de 1989-2017, y en la tela de grandes dimensiones Kindembo Zarabanda Malongo Yaya arriba ntoto, de 2009. En esta última Bedia se inspira en las ngangas criollas. A través de su obra el artista se transforma ante nuestros ojos en Tata-nkisi (también llamado Tata-nganga), traslada con sus manos directamente sobre la tela el poder de la energía que le define como practicante, desdibujando así los límites de los espacios sagrados e introduciendo su obra-prenda en el corazón del mayor templo de las artes plásticas cubanas. Allí se planta, vigorizándose como artista y como cubano.

La presencia de Manuel Mendive Hoyos (1944) se hace sentir tanto en sus esculturas como en sus pinturas. Las obras expuestas son de distintos periodos, pero en todas se respira la energía de un iniciado que insiste vehementemente en rescatar y explorar la memoria de sus ancestros con elegancia, honestidad y creatividad desbordante. La escultura Osun de paloma (1992), ensamblaje de hierro, tela y plumas, es una obra sublime, un susurro en la percepción del espectador. En ella Mendive nos invita a reflexionar sobre la importancia de las pequeñas cosas que nos acompañan cotidianamente y a las que no prestamos mucha atención, pero que sin ellas nuestra existencia estaría vacía.

Iniciativas como las de esta exhibición reactivan la creatividad de autores que abordan la temática afrocubana. En los últimos años la producción visual nacional transita por los derroteros de la "globalización cultural", muchos creadores dejan a un lado sus raíces; supuestamente por no estar de moda, no venden. La exposición Sin Máscaras: Arte Afrocubano Contemporáneo trae aires frescos y apoyo financiero al arte cubano más autóctono, ese que invita a quitarnos las máscaras visibles y las invisibles para que, en esencia, aprendamos a ser nosotros mismos.

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