Cuba, el país donde su gobernante Raúl Castro y el fallecido Fidel Castro son intocables, acoge una muestra de caricaturas dedicadas al presidente de EEUU, Donald Trump.
El mandatario estadounidense aparece mirando el mundo desde un pedestal con la forma de EEUU o convertido en la Estatua de la Libertad rodeado de mexicanos o poniendo rostro al Tío Sam haciendo un corte de mangas a Cuba.
Según EFE, se trata de caricaturas donde aparecen reflejados los "desmanes" de Trump. Sin embargo, una muestra parecida que recoja el legado de los Castro sería impensable en la Isla.
La muestra "Agente Naranja", organizada por el artista cubano "Ares", recoge una veintena de trabajos de 13 caricaturistas cubanos como Adalberto Linares, Ramiro Zardoyas, Lázaro Miranda, Osmani Simancas o Ángel Boligan; junto con dos extranjeros, el mexicano Arturo Kemchis y el belga O Sekoer.
"En Cuba se han hecho muchas caricaturas publicadas en prensa sobre presidentes de EEUU. Recuerdo muchas de Richard Nixon, también de Ronald Reagan y de George W. Bush, Pero esta es la primera exposición dedicada a un presidente estadounidense", explicó a EFE Arístides Hernández, "Ares", curador de la muestra que se inauguró este viernes en su galería homónima.
Ares afirmó, además, que era necesario que el humor gráfico cubano mirara más hacia dentro y diera más espacio a la autocrítica.
"Se ha avanzado muchísimo en los últimos años, pero todavía le hace falta ser más crítico, no esperar que se digan las cosas para empezar a criticarlas, sino tener más ese ojo de periodista de buscar las cosas que hay que señalar", apuntó en tono condescendiente.
El caricaturista no abundó sobre cuáles eran esos supuestos avances ni tampoco puso ejemplos. El humor gráfico de la Isla suele aparecer en toda la prensa que es controlada por el Gobierno y sigue las líneas de los diarios oficialistas.
Asimismo, Ares reconoció que las "políticas editoriales" vigentes en Cuba, con un sistema de partido único que impone un modelo de prensa estatal, a veces representa un freno para esa necesaria autocrítica.
Ares fue el creador de la portada de la edición especial del periódico oficial Granma del 27 de noviembre, dedicada a Fidel Castro tras su muerte.
Con el título "Cuba post-Castro", la imagen recogía un retrato multiplicado del difunto con uniforme y fusil que era parte de la campaña y el eslogan desplegado tras la muerte del dictador: "Yo soy Fidel", al que la oposición ha respondido con "Yo no soy Fidel".
A pesar de dedicarle una exposición, Ares asegura que Trump no es bueno para el humor gráfico, ya que a menudo el personaje supera su propia caricatura: "uno hace su caricatura y, al día siguiente, el propio presidente hace un 'chiste' peor".
No obstante, reconoce que sus acciones y ocurrencias son caldo de cultivo para el humor gráfico, además de que su aspecto (sus labios apretados y su particular flequillo) da mucho juego en el dibujo y la caricatura.
Es el caso de la obra del belga O Sekoer, que pintó una sencilla efigie del dictador alemán Adolf Hitler, en la que su característico bigote adopta el perfil de Donald Trump.
O el trabajo de Kemchis, que reproduce el conocido como Memorial de Iwo Jima, en honor a los marines estadounidenses en esa sangrienta batalla de la II Guerra Mundial contra los japoneses, en la que la bandera estadounidense es sustituida por el cerquillo rubio del presidente.
Según EFE, la exposición busca dar cabida a un emergente movimiento de jóvenes caricaturistas cubanos que se abre paso en la Isla, como Adalberto Linares, habitual de publicaciones humorísticas cubanas como Melaíto o Palante.
El cubano Angel Boligan, radicado en México donde trabaja para El Universal, también se ha inspirado en el polémico muro: Trump custodia un barco construido con ladrillos donde solo deja entrar a personas que tienen su mismo peinado, mientras deja fuera a todos los que tienen aspecto de mexicanos.
Su flequillo convertido en un cañón apuntando a la Isla o Trump arrasando el mundo de un soplido son las creaciones de Osmani García, un caricaturista cubano que reside en Brasil, donde trabajaba para el diario Journal a tarde, del que fue despedido por hacer humor crítico con el Gobierno de Michel Temer.
Todos estos nombres representan, según Ares, un "renacer" de la caricatura en Cuba, que a pesar de gozar de una tradición que se remonta al siglo XIX, vivió un "duro bache" en los años 90, cuando la grave crisis del periodo especial redujo las tiradas de periódicos por falta de papel.
Además de la falta de papel, Ares no recuerda que, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, la caricatura cubana en los primeros 50 años del siglo XX desde las principales publicaciones del país criticaba los males sociales y reflejaba la vida del cubano de a pie a través de personajes como El Bobo y El Loquito.