He leído con beneplácito, aunque difiero con los criterios de la mayoría de sus respuestas, la entrevista hecha por DIARIO DE CUBA a Víctor Deupi, actual presidente de la Fundación Cintas. Me place porque DDC cumple así con el obligado cometido de la objetividad periodística al darle el espacio que merece a la réplica del vocero oficial de la polémica decisión que ha provocado el cambio de tono de la Fundación.
No voy a extenderme en debates. Solo hacer algunos apuntes de lo comentado por Deupi. Primero, nadie ha objetado los deseos fundacionales de Oscar B. Cintas, los cuales desafortunadamente se insertan en circunstancias históricas críticas. Según el propio Deupi "su propósito era fomentar y estimular las artes (…) dentro de la República de Cuba". Esta declaración aparece en el certificado de incorporación, de fecha de 25 de abril de 1957. Una fecha en que la República está convulsionada entre la tiranía y la insurrección. Dos años después, la República ha fenecido porque un grupo ávido de poder se ha hecho del mismo y va camino a la autocracia.
Es decir, la declaración de Cintas con respecto a la Fundación es lo que se llama rebus sic stantibus, una expresión latina que puede traducirse como "estando así las cosas" que hace referencia a un principio de derecho, en virtud del cual, se entiende que las estipulaciones establecidas en dicha declaración tiene en cuenta las circunstancias concurrentes en el momento de su concreción, pero que cualquier alteración sustancial pudiera dar lugar a la modificación de la estipulación original. Este principio suele utilizarse como complementario del brocardo latino pacta sunt servanda (los pactos deben cumplirse mientras las circunstancias existentes al momento de la concreción no varíen). Son conceptos reconocidos por el Derecho Internacional. Es decir, la República de Cuba en el momento de la decisión de Cintas estaba en estado crítico. Dos años después había colapsado ante el empuje de una dictadura.
Perdonen los tecnicismos, pero ello explica probablemente el por qué la junta de The Cuban Art Foundation, posteriormente Fundación Cintas, tomó la decisión durante décadas de enfocar el deseo original del magnate hacia la promoción de un arte que se creara fuera de la no república (léase dictadura castrista).
El arte exiliado cubano se supone, a partir de entonces, que es el que auténticamente permanece dentro de los cánones del concepto de república. O sea, en un contexto (ya sea en Estados Unidos como en cualquier otra nación democrática) en que el artista cubano reside, donde la máxima autoridad cumple funciones por un tiempo determinado, es elegida por elección ciudadana a través del voto, donde se respeta la división de poderes, el ejercicio de la justicia y los derechos civiles como la libertad de opinión y de expresión pública.
A esa estrategia de la Fundación Cintas es lo que yo llamo agenda, rol o función histórica. Y es precisamente la que ha cambiado el curso en estos momentos bajo la nueva generación gestora porque considera, quizás con miopía liberal, que la Cuba actual es una "república", obviando que otros regímenes totalitarios como China, Corea del Norte o la extinta URSS y sus países satélites se han autodenominado, a través de la historia, absurdamente repúblicas.
El señor Deupi también demuestra con sus respuestas un alto grado de ingenuidad cuando supone que la Fundación Cintas, mediante los procedimientos habituales de sus jurados, puede evadir las manipulaciones, maniobras censoras, el efecto de los filtros de los órganos estatales de la política cultural y la vigilancia de la inteligencia cubana, cuando eso es el pan nuestro de cada día en la Cuba castrista desde hace casi seis décadas. Nada se mueve en la cultura cubana sin esas infaustas premisas.
Espero que la Fundación Cintas esté actualizada y se mantenga al tanto de aquellos artistas que mantienen una cínica posición oportunista progubernamental firmando cartas para apoyar fusilamientos o se incorporan a homenajes a las principales figuras del desgobierno. Les aseguro que pueden toparse eventualmente con surprises box en cualquier momento. Cuenten conmigo si necesitan información.
Termino con dos apuntes. El primero: mi decisión fue tomada como freelance curator, independientemente de lo que determinara el American Museum of the Cuban Diaspora. Yo soy un curador en residencia en la institución con libertad para proponer, aceptar o alejarme de proyectos.
Lo segundo, señor Deupi, aunque usted plantea que la colaboración para la exposición con el Museo estaba en fase inicial, en el plano particular profesional, le aclaro, que se me hizo llegar una información con texto e imágenes expedida por la Fundación de las piezas que estaban en condiciones de exponer. Hice la correspondiente investigación autoral, el examen visual y la valoración de estado de conservación de las obras. Luego, nos reunimos el staff del Museo, incluyendo la Directora Ileana Fuentes, y se discutió mi preselección. Cuando llegamos a un consenso se analizó en reunión ulterior con el vicepresidente de la Fundación, Rafael Miyar, el cual hizo escasas correcciones y mostró su aprobación. Pregunto, ¿estábamos en conversaciones iniciales o ya el proyecto estaba en marcha? No se preocupe por eso, porque no pienso reclamarle un centavo a la Fundación, pero, por favor, revise su imprecisión y su despiste.
Puede usted pensar, señor Deupi, que yo soy un conservador incorregible. Un reaccionario, un recalcitrante. Pero revise mis textos sobre el racismo o la comunidad LGTB en Cuba publicados en este mismo diario para que esclarezca su criterio. Hay liberales anticastristas, aunque usted no lo crea.
Agradezco la amplificación o adhesión a mis preocupaciones a DIARIO DE CUBA, al cual considero junto al American Museum of the Cuban Diaspora, al Cuban National Heritage, Cuban Heritage Collection, National Association of Cuban-American Educators y el Institute for Cuban and Cuban American Studies como los más legítimos defensores del patrimonio cultural en el exilio.
Agradezco también públicamente a intelectuales y artistas que se han adscripto o amplificado mis criterios en las redes sociales como Carlos Olivera, Armado Navarro Vega, Alfredo Pong, Rolando Paciel, Daína Chaviano, María Eugenia Caseiro, Yovani Bauta, Alberto Lauro, Gustavo Rodríguez (Garrincha), Rafael López Ramos, Rank Uiller, Denis Fortún, Natasha Perdomo, Carlos José Ramírez, Fabián Peña, Juan Erman González, Mariano Costa Peuser, Juan Si González, Joaquín Badajoz, Nancy Pérez Crespo, Lia Gialetti, Ángel Vélazquez, María Cristina Brito, Lien C. Lau, Elena Montes de Oca, Justo J. Sánchez, Francisco Escobar, Adeleide Delgado, Rafael Fornés, Natacha Herrera, Pedro Vizcaíno, Ahmed Gómez, Juan Abreu, Zoé Valdés, Humberto Calzada, Arturo Rodríguez, Demi, Luis Cruz Azaceta, Alejandro Anreus, Armando Guiller, Dennys Matos, Rosie Inguanzo, Alfredo Triff, Sergio Lastres, José Lorenzo Moya, Alexis Jardines, Lui Rodríguez, Luis de la Paz, César Beltran, Alejandro Aguilera, Orlando Luis Pardo Lazo, Miguel Ordoqui…
Suerte, míster Deupi. Ojalá que el caimán de barba rala no se los engulla. Yo sé, difícil que capte esta última metáfora. Y es que no basta con reproducir postales de una arquitectura idílica en el marco frívolo de un evento organizado por el Gobierno cubano. Hay que vivir la miseria habanera, míster Deupi, y conocer los accidentes particulares de la cultura del país para graduarse de auténtico cubano. Hay que tirarse fotos con las Damas de Blanco en plena peregrinación, con una sesión de Estado de Sats, con los muchachos de la UNPACU en el fragor de una protesta. Verá que con la dictadura cubana hay que llorar porque se perdió el tete. Que le traduzcan esta frase, míster Deupi, a ver si entiende.
Este artículo apareció originalmente en tumiamiblog.com.