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Música

'Háblame del mar, marinero…'

Kelvis Ochoa, Manolín, Descemer Bueno, Issac Delgado… Los músicos que regresan a la Isla evitan hablar de política y se niegan a condenar la represión.

La Habana

A Benny Moré, a las orquestas Hermanos Castro, Antonio María Romeu, Lecuona Cuban Boys, al Trío Matamoros, Celia Cruz, Tito Gómez, Barbarito Diez, Olga Guillot, Bebo Valdés, Rita Montaner, Bola de Nieve o Rosita Fornés nadie les exigió una actitud política cuando, en la primera mitad del siglo XX, actuaban en CMQ, Tropicana, grababan para la RCA Víctor o se presentaban en televisión.

¿Por qué entonces habría que pedirles conciencia ciudadana a "los músicos que regresan", como Kelvis Ochoa, Raúl Torres, Argelia Fragoso, Issac Delgado, Tanya, El Médico de la Salsa, Bonny y Kelly, y Descemer Bueno? Pues la respuesta está a la mano. Ellos han hecho de la política parte de su discurso.

Después de 1959, nada fue igual. Comenzaron las exigencias y los artistas tuvieron que posicionarse a un lado u otro de la valla. De repente, la música cubana se hizo por los que se quedaron y los que se fueron. Y, talento aparte, la generación de la Nueva Trova marcó un hito.

Los músicos que regresan (aunque todos no pertenezcan a una misma generación artística) han declarado, en más de una ocasión, la influencia de la Nueva Trova en su obra. Han convivido con ella, han heredado la poesía utilizada como ideología. Y de ella aprendieron bien.

Quien haya escuchado a Kelvis Ochoa en sus descargas habaneras de los años 90, recordará sus coqueteos con la crítica social. Después vendrán, ya en el exilio, el proyecto Habana Abierta, y los discos —Habana Oculta, Habana Abierta, 24 horas y Boomerang— que sirvieron de válvula de escape a los cubanos. 

De ese proyecto, Kelvis Ochoa fue el primero —y quizás el único— que ha regresado. Ha asumido la fórmula que el artista plástico Kcho le ha señalado. No da una entrevista a DIARIO DE CUBA, pero sí canta en tribunas abiertas. Su ausencia en el concierto de Habana Abierta, en el Salón Rosado de la Tropical, en 2011, marcó distancia. Esa era una cita ineludible.

Justamente ahora, Kelvis Ochoa realiza una gira por Miami. Unas horas antes de partir, este periódico le preguntó si estaba de acuerdo con que su música se utilizara en los actos de repudio contra la disidencia, como ocurrió hace unos días ante la sede de Estado de SATS. Su respuesta fue la esperada: "No sé de qué me estás hablando".

Estrategias diversas

Issac Delgado, por su parte, está pagando su cuota de ninguneo. En Cuba no le perdonan haber hecho declaraciones contra "esto" cuando pisó tierras norteamericanas. Su concierto habanero, el 14 de diciembre, fue una muestra de virtuosismo. Quienes se enteraron, disfrutaron de un Issac excepcional. Muy poca promoción y ninguna entrevista. Nada de televisión. Ese es el peaje por volver a ser parte del catálogo de músicos de las empresas estatales y mantener fuera del país sus negocios.

La estrategia de Descemer Bueno es otra. ¿Por qué se fue? Por lo mismo que los otros. El talento no sobrevive en una isla de miserias y censuras. En Nueva York aprendió una lección: hay que vender. Sus coqueteos no han sido políticos, sino comerciales. Entonces ha explorado. Desde su hit cantado por Enrique Iglesias y Juan Luis Guerra, todos en la Isla quieren algo de él, y él quiere algo con todos: Gente de Zona, Buena Fe, Osmani García, Gema Corredera…

Tampoco pudo ser contactado para conocer sus opiniones. Sus representantes en La Habana y Miami evitaron el encuentro con DIARIO DE CUBA. Eso, de alguna manera, también es una actitud política. Bueno se presentará el próximo 27 de diciembre en The Place, en Miami.

Argelia Fragoso ha regresado en la más absoluta grisura. Su Encuentro de Voces Populares apenas recibe promoción. Con su registro de contralto y sus estudios en el Conservatorio Franz Liszt de Weimar, Alemania, ha retomado, como la vieja escuela, el magisterio como salida.

Tanya es otra de los músicos que pasó por los escenarios cubanos recientemente. Ese hombre estaba loco porque su autora se volvió cuerda. Presentaciones en el Pabellón Cuba, El Sauce, Bertolt Brecht y, sobre todo, silencio. Le enviamos un cuestionario, pero nunca respondió. La rockera que hizo cantar, en la oscuridad de los cines, a muchos cubanos, cada vez que salía Fidel en los noticieros del ICAIC, parece haber concluido que, de política, aquí solo hablan los autorizados. Y que es mejor regresar, sí, pero con la cabeza gacha.

Raúl Torres es el "regresado" más servil hacia el régimen, después de su etapa "disidente" en España. En el colmo de la adulonería, compuso una canción al difunto Hugo Chávez. Tras las huellas del trovador Eduardo Sosa, que probó la fórmula de cambiar talento por política, Torres apaga su candil de nieve, definitivamente, y se suma a la banda de Kcho.

Manolín: 'Ni el G2 ni la CIA funcionan conmigo'

El Médico de la Salsa es quizás el más polémico de todos, por sus escándalos en las tribunas de Miami. En La Habana muchos apostaban a que tendría que abrir un consultorio, porque con la salsa no le iba a dar la cuenta. Pero el hombre se reinventó por enésima vez y recaló en la Isla para intentarlo nuevamente. En una llamada telefónica previa respondió: "Sí, te doy una entrevista, pero yo no hablo de política".

Después de sus declaraciones en el exilio, a quién pretendía engañar. Finalmente respondió un cuestionario, vía correo electrónico, que brilla por su tibieza.

¿Qué sentiste al aterrizar en Cuba?

Al aterrizar en Cuba se siente una extraña sensación, son muchas cosas las que te vienen a la cabeza, el tiempo que has estado fuera, la opinión que tienen los de allá, y los de acá, y el tiempo que llevas sin ver a tu familia y sin estar con los tuyos.

El avión llega tan rápido de Miami a La Habana, que uno se pregunta cómo es posible que estemos tan cerca, y a la vez tan lejos. Y, sobre todo, uno siente que es de ahí, que ese pedazo de tierra te pertenece.

¿Qué te dice la gente en la calle?

La gente en Cuba es única, muy natural, y tiene su propia manera de ver las cosas.

Conmigo fueron y son muy cariñosos. Esto te atrapa muy rápido, mucho cariño, mucho calor humano, es la verdadera riqueza de Cuba, ese vivir como si todos se conocieran o todos fueran familia.

Los cubanos me gritan, por donde quiera que paso, con la confianza que uno trata a un familiar. Me gritan "Manolín, te queremos, qué bueno que regresaste, no te vayas más, quédate con nosotros". Me han hecho llorar más de una vez con esa espontaneidad y cariño que me profesan. Y yo, la verdad, no los dejaré nunca más, con mi gente estaré hasta el final de mis días.

Seguiré recorriendo el mundo con mi música, pero siempre regresaré a casa, por encima de todas las cosas.

¿Qué condiciones te ha impuesto el Gobierno, a cambio de permitirte el regreso a Cuba?

El Gobierno no me ha impuesto ninguna condición para regresar a mi país. Hasta ahora, ninguna.

¿Se ve afectada tu libertad de expresión al regresar a Cuba?

Mi libertad de expresión siempre ha estado amenazada. En Cuba, antes de irme, y en Miami, todos estos años; pero yo siempre he sido yo y he sido y soy libre. Hago uso de mi libertad sin pedir permiso a nadie, y menos para decir lo que pienso.

Ni el G2 ni la CIA funcionan conmigo, porque yo ando por esta vida diciendo lo que pienso de las cosas a viva voz. No hay nada que grabarme con un micrófono escondido, sería perder el tiempo, porque todo lo que pienso lo digo a viva voz y a plena luz del día.

Yo no soy un disidente, ni tengo esa vocación de enfrentar ni intentar derrocar gobiernos, ni el de Cuba ni el de ninguna parte, eso no es lo mío. Lo mío es cantar y hacer feliz a la gente con la música, lo mío es ser yo, y decir lo que pienso, sea lo que sea y donde sea. Simple y llanamente, ese soy yo.

¿Qué otros colegas conoces que han regresado o están por regresar?

Según soy libre cuando de mí se trata, así hago lo posible de ser respetuoso con la vida de los demás. Sí hay otros artistas cubanos que me han dicho que les gustaría y quieren regresar, pero eso les toca a ellos decirlo públicamente. Issac Delgado sí ya es sabido por todos que está en Cuba, en su país y con su gente, como debe ser.

Un artista se debe a su pueblo, eso está por encima de todo. Somos embajadores naturales de nuestros pueblos.

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