El periodista cubano Ismael Cala muestra en su libro El poder de escuchar, publicado por Penguin, las claves de su éxito personal y profesional.
"La sonrisa es la respuesta más sublime a la escucha", asegura en una entrevista con EFE.
"El éxito de mis entrevistas es que no están concebidas como tales, sino como conversaciones", precisa Cala.
Se trata de un arte que se sustenta en aprender a "dar prioridad a la persona que tenemos delante, a escuchar antes de hablar" y cultivar el "fascinante viaje de conversar por placer".
Conocido por su trabajo en CNN Latino y por conducir el programa de entrevistas Cala de CNN Español, Ismael Cala se define como un "Quijote, un aventurero, un soñador y un inadaptado".
Este volumen, de corte autobiográfico, se mueve entre el periodismo y la espiritualidad, y retrata a un Cala entusiasta que valora, sobre todo, "crecer en amigos, aliados y cómplices con tu destino".
El poder de escuchar es también un libro de memorias, donde el periodista hace un recuento de sus vivencias en la Isla y cómo tomó la decisión de exilarse.
Universitario brillante con un único par de zapatos, agujereados, sobrevivió en los años 90 con "un poco de arroz blanco y huevo hervido". "Eso era todo lo que podía llevarme a la universidad", confiesa en el libro, que ya salió a la venta en Estados Unidos y Latinoamérica.
El convencimiento de que su única opción de futuro pasaba por abandonar la Isla se le hizo evidente en una recepción oficial en el Palacio de la Revolución, en 1990, a la que asistió junto con otros líderes estudiantiles universitarios.
Se encontró "en medio de la experiencia surrealista" de contemplar un banquete que nunca antes había visto: "todo tipo de carnes, pescados, vegetales, ensaladas, vinos y licores, dulces".
"Entonces entendí que no había una sola Cuba, sino varias, y cobré conciencia de que tenía que tomar las riendas de mi propia vida", asegura.
"Esa noche descubrí cómo vivía la Cuba poderosa", recuerda Cala de aquella experiencia en la que sus ojos se abrieron asombrados "ante aquella expresión tan distanciada de la realidad del país, que vivía un terrible momento económico".
Finalmente, a los 28 años, con una licenciatura en Historia del Arte y un certificado de locutor de radio y televisión, logró salir hacia Canadá.
"Llegué a Toronto nada más que con una cámara fotográfica y una maleta con unos cuantos trapos", recuerda.
Logrado este paso, comenzó una nueva etapa profesional por varios países que le ha convertido en uno de los comunicadores hispanos más respetados de Estados Unidos.