Hace ahora casi treinta años un amigo me confesó en una esquinita habanera que la única solución para Cuba, saliendo del castrismo, era convertirse en un estado más de la Unión Americana. A pesar de mi rechazo desde entonces al comunismo totalitario —redundancia válida por reafirmante— me pareció una conclusión festinada, bordeando la "traición" a lo que tenemos en la mente como patria.
Creía en aquellos días que el difunto y sus apandillados eran un error histórico, una criminal singularidad en la generalidad de una república joven en busca de su propia identidad. Pero jamás deberíamos volver a ser un apéndice legal del Congreso de los Estados Unidos, y mucho menos una nueva frontera al sur de la Florida.
Sin duda, en el inconsciente de los cubanos la llamada Enmienda Platt, el mecanismo legal por el que los Estados Unidos podían intervenir en Cuba, había sido una "traición" a los esfuerzos independentistas. Solo discutir sobre la pertenencia histórica de la ley podía considerarse una ofensa al legado martiano. Ser "platista" en la Cuba republicana y comunista es peor que ser un renegado; es algo así como ser patricida: asesino de tu propia patria.
Coincido con quienes opinan que hay que hacer una crítica profunda, descarnada de nuestra historia. Solo así podremos exorcizar los fantasmas que nos han hecho vivir más en regímenes autoritarios que en democracia. Para ello lo primero es identificar por qué necesitamos de iluminados, comandantes en jefe, apóstoles convertidos en santos, invulnerables e infalibles, y de sus bocas y escritos palabras de vida eterna.
Fue el Padre Félix Varela —sin duda proclive a la independencia de la Isla— quien advertía que los cubanos asumían una gran responsabilidad, y para ello necesitaban la madurez social de la que, en su opinión, carecían muchas naciones latinoamericanas. De hecho, la corriente independentista en Cuba no fue la más popular, ni en la Isla ni en el exterior. Las guerras siempre quedaron confinadas a la parte oriental, y el resultado final no fue el esperado: no hubo independencia real, sino una especie de protectorado en el cual la mencionada enmienda fue la única garantía de paz —es un ironía— en la Isla.
La independencia cubana puede verse como la metáfora de la maduración de una fruta. Permaneció demasiado tiempo prendida al árbol de la metrópoli, lo que determinó en buena medida que fuera incapaz de crecer como país autónomo —frase célebre: la Colonia siguió viviendo en la República— y que el desprendimiento aparente de la fruta-Isla se produjera de modo violento; casi un arrancamiento, para que madurara —nunca lo logró del todo— en un árbol más frondoso, pero de diferente especie.
El resultado no pudo ser otro que una gran confusión, la misma, quizás, que tienen otros países de la América hispana. Andan todavía en la búsqueda entre sus nacionales de nuevo reyes; monarcas que los guíen como ovejos al matadero. Las resistencias a la democracia no son solo improntas peninsulares. Las resistencias a la democracia son necesidades vitales, propias de sociedades que se sienten incapaces de enfrentar los retos de la libertad y la responsabilidad.
Vistas las cosas desde ese ángulo… ¿necesitará Cuba una nueva ley norteamericana que impida golpes de Estado, caudillos, apóstoles y comandantes en jefe? ¿Quién asegurará a las nuevas generaciones de cubanos que no surjan guerrillas, insurrecciones militares, oficiales electos democráticamente que se eternizan en el poder al cambiar las mismas leyes que los hicieron presidentes? ¿Es Miami, Habana del Norte, ese espejo donde deben mirar los futuros políticos cubanos?
Es probable que una neo-enmienda Platt sea necesaria en los primeros años sin castrismo para evitar egos inflamados en pugna y derramamientos de sangre. Ya lo vivimos en la época de Generales y Doctores. Pero también una ley atada al Congreso norteamericano no deja de ser una entrega de la libertad y la responsabilidad a manos ajenas, en ocasiones no tan honestas como las que necesitaría nuestra patria para salir de la noche triste que hemos vivido por más de medio siglo.
Recientemente un analista norteamericano ha traído a discusión el tema. Escándalo. En la Isla y en el exilio.
Puede que sea el momento de reencontrarme al amigo en una esquinita habanera, invitarlo al Bar Lombillo, en el Cerro, sin aún existe, y tomarnos unos tragos en ese rincón inmundo; discutir muy seriamente el tema entre la gritería, las moscas, un cubilete, y esos borrachos conocidos de todas las horas en medio del calor tropical que sofoca y obnubila.
Nunca a los cubanos les ha ido tan bien como aqui en la Florida bajo las leyes y las autoridades Americanas; el dia que Cuba no tenga una dictadura , lo mejor que podemos hacer es no darnos ningun Gobierno ni escoger a politicos alguno para que nos Gobierne, hacemos extensivas las leyes americanas y nos acogemos a la Corte suprema Americana , contratamos policias y jueces Americanos y pal' carajo la politica y la politiqueria , representante en la ONU? nadie , en la OEA? nadie, embajadores? en ningun lado , solo en la Florida. Nuestros genes no son buenos para la politica, les garantizo que tendremos el pais mas prospero del mundo.
No es solo Cuba,desde que lograron su independencia todos los países de Latinoamérica han estado azotados por gobiernos caudillistas,corruptos y ladrones que solo generan pobreza.
Eso de la patria y el patriotismo solo nos ha traído más problemas que otra cosa,ojalá Dios quiera y Estados Unidos se apiade de nuestras miserias y quiera cargar con nosotros.
Los USA son los que no quieren ninguna anexion. El sistema "democratico,republicano e independiente" de antes del 59 era el sistema perfecto, Ellos manejaban la politica y la economia y decidian todo lo que sucedia en Cuba, El gobierno "independiente" de Cuba se encargaba de facilitarle las cosas y mantener el orden y la paz. Todo se jodio cuando al caprichoso de Fidel Castro se le ocurrio hacer una revolucion con el solo apoyo de unos "mugrosos y sucios" que no representaban a los buenos cubanos.
Los "mugrosos y sucios" son pateados sin piedad por la familia de tu ídolo y sus amiguitos ... el caprichoso jodió a Cuba con sus caprichos, lo más interesante es que los desembarcados y sus vástagos persisten en caprichos que producen infelicidad a los "mugrosos y sucios" ... por lo que aparentemente los "mugrosos y sucios" se los van a quitar de encima porque el cinto les está cerrando justo donde se cose la hebilla al cinto .... por los caprichos de los "independientes" ...
Segnor Almagro: Y que hace en Miami? Los cubiches siempre seran infelices de por vida. En cuanto a la anexion a USA ese tren si alguna vez existio ya paso hace muchisimo tiempo. LOs estan j..didos son los que se quedaron alla en Cuba. Traten de anexarse a Haiti y a lo mejor les ira bien. Suerte.
No creo,que la anexión sea mal camino,fuimos un apendice de la es URSS adorando a Lenin,Stalin y todo diabólico líder importado de allá.Puerto Rico no estuvo mal,pero tiene muchos vagos desgraciadamente .Por eso no quieren independencia nada más subsidios,demostrado con Cuba con la exmetropoli soviética.Luego tratamos de ocupar el papel de amos con Venezuela,pero China y Rusia se repartían la tajada mayor y nosotros un buchito de petróleo y algunos dólares por médicos esclavos y otros servicios.No sé a cuanto se lecobra el asesoramiento militar y represivo a la colonia sudamericana.Por su posición estratégica Cuba seria una magnífica plaza para el Comando Sur.Si sumamos nuestras playas,invertimos en viales y agricultura, seriamos un estado de la unión floreciente.Bolivar soñoba con la República de Colombia, aunque en realidad su en ego interno interno pensó proclamarse su emperador, pues tenia un gran ego,pero pudo más el de los generalotes latinos.No había Enmienda Platt todavia
La obsesión del régimen castrista y su dependencia de Estados Unidos para que le quiten el embargo comercial, que no bloqueo, revela que después 60 años la supuesta independencia del imperialismo no ha sido nada más que una falacia: el castrismo confirma el fatalismo geográfico. Sin los yanquis no hay país.
Lo demás son especulaciones y fantasías , pero al final el régimen tiene que reconocer que es víctima de su propia trampa.