La muerte de Hansel Hernández tiene una innegable carga racial, advierte Roberto Zurbano

La muerte del joven negro Hansel Ernesto Hernández Galeano a manos de un policía en La Habana "no es un crimen racista en sí mismo, pero es innegable la carga racial que acompaña el itinerario de carencias que accidentaron la malograda vida de su víctima, su entorno social y su bajo nivel de expectativas", anotó el escritor y activista cubano Roberto Zurbano en un texto aparecido en redes sociales.

A 48 horas de los sucesos, la prensa oficial sigue sin brindar una versión de lo acontecido más que la ofrecida por el perfil anónimo de la Seguridad del Estado en YouTube Guerrero Cubano.

"Todas las versiones descartan accidente y fuego cruzado, solo hablan de un crimen policial", señala Zurbano, desde hace varias décadas vinculado a diferentes proyectos antirracistas en Cuba.

"Poco importa que sea raro este tipo de noticia en Cuba y que los medios oficiales dejen correr las especulaciones y no se pronuncien a tiempo. Lo cierto es, repito, que murió un joven negro asesinado. Su sangre empieza a calentar la rabia de parientes y amigos que piden justicia y de gente impactada que preguntamos sobre esta muerte inoportuna, huérfana de explicación en noticieros y hasta sin cuerpo, pues fue rápidamente cremado", indicó.

La cremación del cuerpo de Hernández Galeano, un detalle hasta ahora desconocido, podría indicar el apremio de las autoridades por evitar una nueva autopsia del cuerpo, lo que haría imposible probar algo distinto a la versión ofrecida por la Seguridad de Estado.

Zurbano afirma que es difícil explicar, pese a las versiones oficiosas de los sucesos, que "en medio de un contexto global altamente racializado y politizado, un policía dispare contra un hombre desarmado. No conozco los procedimientos policiales cubanos, pero sí la forma en que la policía trata a los jóvenes negros porque fui joven y sufrí maltratos; algo que las organizaciones antirracistas denunciamos mucho".

El escritor asegura que entre los propósitos de algunos de los proyectos antirracistas en los que él ha participado estuvo dialogar con las autoridades policiales sobre el racismo consustancial a la actuación policial en la Isla.

Según recordó, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) que dirige Mariela Castro sí consiguió acceder a un diálogo sobre los prejuicios contra la comunidad gay cubana.

Pero, anotó, "el nuestro nunca tuvo lugar y aún es necesario porque los jóvenes del interior, que en su mayoría integran la policía cubana, desconocen los códigos urbanos de una capital donde otros jóvenes tan negros, mestizos y blancos como ellos se convierten, por obra y gracia de las llamadas figuras delictivas, en sospechosos de los delitos que los policía aprenden en un listado de Academia. En el caso de negros y mestizos el listado tiene un efecto lombrosiano que lo torna abusivo. Me consta a mí y a mucha gente negra que compartimos horas de carpetas y calabozos de estaciones de policía donde juraría que el 80% no merecíamos estar allí".

"En el imaginario social los delincuentes negros siguen siendo más que en las propias estadísticas. Sus vidas están más cerca del prejuicio racial y más lejos de trabajar en atractivos negocios privados o asistir a la universidad. Validar tales prejuicios y procedimientos afecta la plenitud de estos jóvenes y les empuja un poco hacia el abismo socioeconómico que hoy aparece ante sus ojos".

Acerca de la especial resonancia que han tenido en los medios oficiales cubanos la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía en EEUU, indicó: "Tener una mirada crítica sobre lo que sucede fuera del país y otra mirada esquiva sobre lo que sucede aquí adentro sobre un mismo tema, genera incoherencia a la hora de poner a dialogar el discurso local con el global. La cuestión racial ha quedado relegada a una competencia inútil con Estados Unidos. Eso provoca un desenfoque sobre nuestra real situación racial. (...) Es vergonzante no saber reconocer nuestros propios entornos racistas y el daño que el discrimen deja entre cubanos".

Zurbano, quien fue víctima de una campaña de descrédito en los medios oficiales por publicar un texto de opinión en el diario The New York Times donde aseguró que, para los negros cubanos, la revolución socialista no había empezado, recordó que buena parte de la población penal en Cuba son negros y mulatos, lo cual evalúa como parte de los rasgos coloniales que persisten en el país.

"Eso impacta psíquica y socialmente la joven población negra, aunque sea difícil de medir en los tantos estudios sobre racialidad en Cuba, donde no se habla de la resistencia de un grupo social tratando de expulsar el racismo de sus vidas; a veces negándolo y otras aceptándolo, unos lo reproducen y algunos lo combaten, pero todos van solos en esa pelea contra los demonios racistas. Falta una práctica (ciudadana, gubernamental o ambas) que aligere esta carga social y proponga curas responsables a corto, mediano y largo plazo para articular una nación inclusiva, menos dolorosa", culminó.

En el caso de Hernández Galiano, la voz oficiosa de la Seguridad del Estado a la que han hecho referencia como origen de una versión creíble de los hechos algunos medios y voceros oficiales, también eligió criminalizar a la víctima.

Incluso la oficial Agencia Cubana de Prensa decidió replicar esa versión en su perfil en la red social Facebook, a pesar de que no existe ninguna cobertura propia de lo ocurrido.

Guerrero Cubano dijo que Hernández Galiano había estado varias veces en la Policía por golpear a su novia y que estuvo en la cárcel por "abuso lascivo a una niña de 15 años".

Ante la multitud de reacciones que las vagas explicaciones han generado entre los cubanos, Lenia Patiño, quien afirma ser tía del fallecido, pidió en su cuenta de Facebook: "Para todas aquellas personas que han hecho comentarios negativos acerca del asesinato de mi sobrino, haciendo leña del árbol caído, les pido que respeten nuestro dolor y que traten de no pasar por esto nunca".

"Recuerden que cuando unos padres pierden un hijo cualquier manifestación que hagan públicamente es incomparable con el dolor tan indescriptible que sienten. En vez de censuras, se necesita apoyo", añadió.

Reducir a las víctimas a delincuentes es una práctica habitual del régimen cubano. Lo hace rutinariamente con opositores encarcelados y también para justificar excesos de las autoridades.