Un suicida español enamorado de Jaimanitas

Cuando  Barack Obama asumió la presidencia de EEUU en 2008 y su rostro salió en el periódico Granma, el ciudadano español Héctor Vidal le compró la hoja en cinco euros al papá de Willy.

"Es una fecha histórica, joder. Y es un periódico histórico. Un tesoro."

Así eran las acciones de este español, que los cubanos llamaban "excentricidades de yuma". Héctor poseía una vasta cultura y una labia que  eran providenciales. La gente decía que estaba enamorado de Jaimanitas, un sitio que visitó más de 30 veces.

"Tuvo muchas novias, hasta que conoció a Karina, que quiso amarrarlo pariéndoles hijos", cuenta el trovador "Tortilla", su mejor amigo, "pero Héctor siempre anduvo perdido, de parranda conmigo. Yo tengo un ranchón de guano en la azotea que a él le encantaba, le llamaba La Jungla".

También se podía encontrar al español de madrugada en "El Rumbo" o en "Dino", con la mesa llena de botellas y música alta, siempre acompañado de su amigo el trovador y dos o tres jineteras. Pero, de un tiempo a la fecha, el español dejó de verse en Jaimanitas.

Recientemente "Tortilla" recibió una carta de España, del hermano de Héctor, donde informaba que su amigo español se había suicidado.

"Héctor era de Castellón, en Valencia", cuenta el trovador.  "Visitó Cuba más de 30 veces. Cuando venía se quedaba viviendo en el ranchón. Karina quiso amarrarlo y le parió cuatro hijos, por gusto. Nunca vi a un español tan  obsesionado con un pueblo, decía que lo amaba. Su padre fue corregidor y su hermano es un famoso abogado. La familia tenía dos pisos que alquilaban y permitían que Héctor viviera su loca vida cubana. Además de los hijos que tuvo con Karina, dejó uno en el reparto Juanelo y otro en La Lisa".

"En su último viaje  ya  el español  no era el mismo.  Dijo que su vida sufrió un cambio y estaba decidido a convertirse al comunismo. No bebería ni fumaría más, ni dejaría hijos regados por ahí. Y el dinero que antes derrochaba, lo emplearía en ayudar a los pobres del mundo. Vi mucho fanatismo en sus palabras. Más que al comunismo, parecía que se había convertido a Cristo."

"Aquello me molestó mucho", continúa relatando "Tortilla", "porque sin ron, sin cigarros, sin mujeres, sin música y sin pacotilla, mi socio el español se volvió aburrido. Metía unas peroratas de hora y media hablando del mundo unipolar y el equilibrio geopolítico, y empecé a barajarlo. El colmo fue que trajo dos maletas de ropas y las repartió a los vecinos de una esquina de Los Pocitos, y a mí no me dio ni un calzoncillo. Matriculó la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, decía que para recuperar el tiempo perdido. Quiso quedarse en el ranchón para ahorrase el alquiler y quería también que le diera comida, como todo un verdadero comunista. Le dije: 'Vete echando'. Para mí, se volvió loco y cogió de tema la izquierda y el socialismo. Le di el bate. Se fue y no lo vi más".

En la carta, el hermano del español le cuenta que Héctor se suicidó en uno de los apartamentos de Valencia, con gas. Dejó una nota, donde mencionaba a su amigo, el trovador de Jaimanitas, y le daba una encomienda: "Ser su continuador".

"De verdad yo pienso que a ese español, tanta Cuba lo trastornó. No sé qué problema habrá tenido por ahí… O si estaba arrepentido por no atender a sus hijos, porque ahora que recuerdo, se ocupaba muy poco de ellos. Nunca le importaron nada. Para mí que Cuba lo achicharró, como ha hecho con tantos otros", concluye el trovador que fuera amigo suyo.