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Política

Si no hay racismo en Cuba, ¿por qué el presidente debe dar atención expresa a esta cuestión?

Doble discurso e inconsecuencia: la Cofradía de la Negritud desnuda la política del Gobierno y le pide un debate.

Madrid

"La Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país".

La anterior es una afirmación de Fidel Castro durante su diálogo con el periodista Ignacio Ramonet, recogida en el libro Cien horas con Fidel. La Cofradía de la Negritud la cita en una carta abierta a Miguel Díaz-Canel, fechada el 15 de agosto y firmada por Norberto Mesa Carbonell, primer cófrade.

Norberto Mesa recuerda en la misiva al actual gobernante cubano, designado en 2018 por Raúl Castro, que el 20 de marzo de 2016, durante del programa "El racismo sobre la mesa", de la Mesa Redonda, se anunció que él, entonces vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, había recibido la responsabilidad de atender la problemática racial en cubana.

Posteriormente, en agosto de 2018, la delegación que presentaba en Ginebra el informe del Estado cubano ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) reafirmó la responsabilidad del ya gobernante.

Por otra parte —dice Mesa—, si bien Fidel Castro reconoció el 25 de marzo de 1959 que la discriminación racial era "uno de los más complejos y difíciles" problemas a abordar en Cuba, dos años después, durante la Primera Conferencia de los Países No Alineados, el entonces presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado, afirmó representar "a una nación, a un Gobierno, a un pueblo y a una Revolución que han abolido para siempre los vestigios de la discriminación racial".

Mesa se pregunta, en la primera consideración de la Carta, cómo pudo resolverse en solo dos años el problema de la eliminación de la discriminación racial, si era tan difícil y complejo.

Al citar nuevamente a Fidel Castro, quien durante el VI Congreso de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), calificó de romanticismo e idealismo haber considerado erradicado el mal de la discriminación racial, la carta muestra no solo que la discriminación persistía, sino que Fidel Castro era consciente de ello.

Los hechos mencionados y analizados en la carta abierta muestran las contradicciones entre la realidad social cubana y el discurso oficial, empeñado imponer la visión de que el racismo es un mal del pasado que la Revolución arrancó de raíz.

Tal empeño ha llegado al punto de que el Ejecutivo de la Comisión José Antonio Aponte, de la UNEAC, integrado por intelectuales expertos en el tema racial y activistas antirracistas, fue sustituido por funcionarios alineados con las visiones partidistas, después de que el presidente de la Comisión, Heriberto Feraudy, denunciara las desigualdades raciales existentes en Cuba, durante su intervención ante la Asamblea del Poder Popular, el 20 de diciembre de 2011.

El mencionado informe presentado ante el CERD en Ginebra por la delegación cubana, defendió como uno de sus argumentos centrales la inexistencia de racismo estructural e institucional en Cuba.

Mesa Carbonell considera que la defensa a ultranza de tal tesis refleja la posición de la alta dirigencia cubana, pues el propio presidente es el responsable de esa temática. Esa responsabilidad implica —considera— una extraña contradicción: "Si no hay discriminación y desigualdades raciales estructurales, cuyo enfrentamiento adecuado precisa de políticas de Estado, ¿para qué el presidente tiene que dar atención expresa a esta cuestión?".

Para concluir, Mesa Carbonell solicita a Díaz-Canel que se reúna con las diversas plataformas de la sociedad civil interesadas en la problemática racial, que establezca las medidas para que se cumplan las disposiciones finales del CERD, y que haga posible que las personas que piden conocer los criterios del presidente sobre la problemática racial cubana sean atendidas.

Hasta el momento no ha existido una reacción oficial a la Carta. Mesa Carbonell no espera que sea inmediata. Sin embargo, está seguro de que pronto el Gobierno echará a sus perros de presa a las redes para que se encarguen de descalificar el contenido. "Pero son verdades expuestas con sus propias palabras", expresa con tranquilidad a DIARIO DE CUBA.

Aclara que esta no es una carta para "armarla".

"El propósito es reanimar el debate sobre la cuestión racial y denunciar el doble discurso de las autoridades al respecto, y también dar más visibilidad nacional e internacional a la actitud inconsecuente de las autoridades", asegura.

No es esta la primera carta abierta que la Cofradía de la Negritud dirige a altas autoridades cubanas. Hasta ahora, nunca han recibido respuesta, al menos no respuestas directas.

"En una ocasión —recuerda Mesa—, reclamamos al Granma por la no inclusión del 90 aniversario de la masacre de los independientes de color en la relación de efemérides significativas de ese año (2002). Granma no respondió a nuestra carta, pero el 20 de mayo, fecha del inicio de la protesta armada del PIC (Partido Independiente de Color), publicó un extenso trabajo —una página completa— sobre la Gesta de los Independientes de Color".

"Fue la primera vez que en Granma se abordó ese hecho histórico", relata Mesa, quien asegura estar preparado para arrostrar una "airada" reacción de las autoridades.

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