El régimen cubano ha promovido a viceministra de Relaciones Exteriores a Anayansi Rodríguez Camejo, hasta ahora su representante permanente en la ONU y quien ha sido la encargada de defender las posturas de La Habana incluso con "actos de repudio" en ese escenario.
En octubre pasado, Rodríguez Camejo dirigió el boicot de funcionarios cubanos, con gritos y golpes en las mesas, a una sesión por la liberación de los presos políticos de la Isla impulsada por el Gobierno de Estados Unidos ante el Consejo Económico y Social (ECOSOC), de la ONU.
El ascenso de Rodríguez Camejo fue anunciado por el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, en el programa Mesa Redonda, de la televisión estatal de la Isla.
La funcionaria sustituirá al viceministro Abelardo Moreno, quien pasa a ser asesor del canciller.
La grosería de los diplomáticos cubanos en el ECOSOC en octubre pasado, para impedir la sesión "¿Presos por qué?", en la que participaba el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, dejó perplejos a funcionarios de otros países.
"Nunca en mi vida había visto a diplomáticos comportarse como la delegación cubana se comportó. Fue realmente impactante y perturbador", dijo a la prensa tras el incidente Kelley Currie, embajadora de Estados Unidos.
"Uno se pregunta: 'si los diplomáticos de este Gobierno se comportan así, ¿cómo se comportará la Policía?'", añadió la representante estadounidense ante ECOSOC.
Anayansi Rodríguez Camejo calificó el evento del ECOSOC de "comedia política edificada sobre falsos argumentos y con actores de reparto de oscuro historial al servicio de una potencia extranjera".
Al mismo tiempo que la embajadora Currie pronunciaba su discurso en la sesión, Rodríguez Camejo gritaba otro fuera de micrófono.
Boicotear eventos críticos llevando a escenarios internacionales los "actos de repudio" a los que somete a opositores y activistas de derechos humanos en Cuba, es una práctica común del régimen. Ya lo hizo en las últimas dos Cumbres de las Américas. La delegación oficial de la Isla incluso ha llegado a agredir físicamente a opositores y exiliados.
La Habana también intenta acallar las denuncias en su contra en el Consejo de Derechos Humanos y otros organismos de la ONU. Como norma, el régimen esquiva el diálogo y trata de desacreditar a sus críticos acusándolos de intromisión en sus asuntos internos y de servir a intereses extranjeros, principalmente de Estados Unidos.