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Humor

¿Qué podemos saber del futuro de Cuba a través de la vestimenta de su primera dama?

'Bien para Elegguá y mal para ella, esa chaqueta negra la rebana por la cintura igual que a una mujer serruchada por un mago.'

Madrid

Cuestión difícil de responder, sin dudas. Para hacerlo, necesitaremos acudir a una categoría filosófica acuñada por Estelvina, el personaje de "Alegrías de sobremesa" en Radio Progreso que, al referirse al estalaje o porte y aspecto de otra vecina del edificio, hablaba de "desamparo textil".

Puede hablarse de desamparo textil cuando la percha flojea, cuando se abren las puertas del chiforrober para bien poco, cuando se insiste en una misma mudita y es tan muda esa mudita que no se le escucha lo que dice. Aunque también existe desamparo textil cuando no faltan los recursos, pero sí el buen gusto.

Esta última acepción es la que padece irremediablemente Lis Cuesta, esposa del presidente Miguel Díaz-Canel y, en consecuencia, primera dama. Poco importa que no sea este el título con el cual se refieran a ella y que la mencionen como la compañera del compañero Díaz-Canel. Poco importa tanto compañerismo formulario: Lis va al lado de Miguel por una alfombra roja, Lis se ha bajado del avión junto a Miguel y, horas antes, Lis frente al espejo, le ha oído decir a Miguel: "Qué bien te queda ese vestido, mami".

Apretazón licrante (que viene de licra), redondeces, volutas, voluptuosidad, mamirriquismo: arrasadora bajando escalerillas y pisoteando alfombras, Lis Cuesta termina comportándose como toda una primera dama.

Pero a toda estas, tal como diría kantianamente Estelvina, ¡qué desamparo textil el suyo, en sí y para sí!

O, como diría Estelvina en clave Heidegger, ¡qué ser-en-confianza la de sus modelitos! Porque para volver de Nueva York, The First Lis se apeó con unas medias negras para tacones blancos y, ahora, no más llegando a México, ha echado mano y muslamen a un conjunto asombraztecas y desmayamayas: vestido rojo bajo chaqueta negra, acompañados de tacones rojos.

Pues Lis The First va vestida de brazalete 26 de Julio y ningún asesor presidencial le ha dicho que una señora o compañera de su estatura no debería meterse dentro de un contraste tan pronunciado.

Bien para Elegguá y mal para ella, esa chaqueta negra la rebana por la cintura igual que a una mujer serruchada por un mago. Y, hablando de magia, en un alarde de ilusión óptica su torso serruchado flota sin piernas cuando la alfombra roja se traga sus zapatos y su saya. Así que lo que acompaña a Díaz-Canel no es una primera dama entera, sino la mitad superior de una primera dama, y uno llega a lamentar que aquella vez que Lis se puso medias negras para tacones blancos no anduviera sobre un suelo de losas ajedrezadas. ¡Ma cuále ocasione perduta!

Decididamente, Miguel Díaz-Canel es un mequetrefe. Dentro de Cuba lo mangonean Raúl Castro y equipo y, cuando sale del país y podría creerse cosas, lleva endosado matrimonialmente, no una esposa, sino una saboteadora de profesión. En cualquier momento Lis Cuesta cae en una lista de terroristas visuales. Y no es que Miguel esté muy bururú barará comparado con ella, que no hay más que verle los trajes que se gasta, siempre con unas mangas que le llegan a los nudillos y ni asomo de puños de camisa.

Sin embargo, mequetrefe y con esos trajes, podría ser el Gorbachov cubano. Esto último se dice y se lee bastante por ahí. Que no falte la esperanza: Raúl fue la esperanza frente a Fidel, y ahora Miguel es la esperanza frente a Raúl. Y después habrá otra goma de repuesto para la esperanza que se ponga en Miguel. Pero que todas estas operaciones optimistas no nos aparten de la cuestión que da título a este artículo.

Volvamos a ella: ¿qué nos dicen del futuro de nuestro país las cobas de la actual primera dama? Porque si Díaz-Canel es Gorbachov, entonces Lis tendría que ser Raísa Gorbachova, nada desamparada textilmente hablando.

A las objeciones que salten de que Liscanel (por Lis Díaz-Canel) nació en Holguín, puede contestársele que Raísa nació más lejos de Moscú de lo que Holguín está de La Poma Habana. Siberia, que no está precisamente doblando a la derecha y caminando dos cuadras. Y tuvo Raísa que luchar con algo más imponente que las murallas del Kremlin, los Montes Urales y la Cortina de Hierro, que fue la industria ligera de Bololandia. Y venció, y pudo pararse al lado de Nancy Reagan vestida de Oscar de la Renta, y Oscar de la Renta nació en Santo Domingo, que está más cerca de Holguín que de Moscú, por no hablar de la Siberia natal de Gorbachova.

Resumiendo: si tacos y cobas de Raísa Gorbachova permitían esperar un mundo más elegante y más radiante, lo que anuncia Liscanel es de tápate.

"Aquí te sale una mujer vestida de rojo y negro", responde una muy buena cartomántica consultada al respecto.

"Coño, siempre es 26", piensa uno enseguida. Y de ahí se pregunta por qué Omara Portuondo no habrá vuelto a cantar aquella canción, "Siempre es 26", y ahora solamente se preocupa por los nardos y las azucenas y el silencio que requieren para coger el sueño los nardos y las azucenas.

Señoras y señores, compañeras y compañeros, Liscanel, primera dama, acaba de aterrizar en México y lo que lleva en su maleta es de anjá. ¡Madre de Christian Dior, qué despliegue se avecina!

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