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Política

Pensar la nación desde la revista 'Temas'

'La imagen del almendrón, de las ruinas de La Habana como metonimia de un país y símbolo de lo nacional son algunos de los estereotipos que prevalecen en el imaginario cultural dentro y fuera de Cuba.'

La Habana

La nación y sus imágenes, su imaginario en el devenir histórico, cultural y político de la sociedad cubana; la nación en su concepto, lo que se dice respecto a ella y a lo nacional hoy; límites entre uno y otro término y cuáles son las representaciones que los tipifican tanto dentro de Cuba como en el extranjero, fueron los principales asuntos debatidos la víspera en el Último Jueves que, como ya es costumbre, convoca el equipo de la revista Temas y su director Rafael Hernández.

La convocatoria conmemoró el 150 aniversario del inicio de las gestas independentistas con un panel integrado por Yoel Cordoví, historiador y vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba; el abogado e investigador Emilio Cueto; la periodista Karen Brito, conductora del programa de televisión "La pupila asombrada"; y el diseñador Raúl Valdés (Raupa).

Fue lamentable que en esta ocasión, por la importancia del tema, sobre todo en estos tiempos en que se debate el Proyecto de Constitución, la convocatoria no movilizara un número considerable de público.

A la pregunta de qué es la nación, cómo evoluciona el término en el devenir histórico de Cuba, Yoel Cordoví concordó que se trata de un tema crucial no solo para el país. En las constituciones anteriores aparece mucho más afianzado el término "nación" que el de "patria", de modo que, a su juicio, se trata de una construcción que viene apuntalada a partir del criterio constructivo que determinan las elites letradas en el poder.

Cordoví rememoró los cambiantes posicionamientos de esa elite en la etapa colonial, sobre todo asociada desde el reformismo y el anexionismo a las ideologías que representaron estas tendencias, para justificar cómo "desde arriba" fue gestándose la construcción de lo nacional.

En el caso cubano, enfatizó, prefiere hablar de proyectos de nación, de nacionalismos, antes que de nación y nacionalismo, respectivamente. Ya en 1868, con el separatismo iniciado por Carlos Manuel de Céspedes, la nación se vincula al Estado independiente. "Son construcciones las que crean a la nación, la nación no crea nacionalismos", manifestó Cordoví.

Para Emilio Cueto la idea de la nación como un conglomerado de grupos humanos que tiene su reconocimiento en su identidad, lengua, pasado, en su cultura, en la voluntad común de continuar en la unidad el proyecto de lo nacional, no debe verse como un concepto estático, sino en constante evolución. Se trata de un proceso que tuvo su génesis, en el caso cubano, desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX, etapa que consolidó lo que hoy se conoce como la nación cubana.

La periodista Karen Brito habló en torno a la nación emigrada, las diferentes perspectivas y puntos de vista que hoy conforman este costado de la nacionalidad cubana del que poco se habla en los medios oficiales, y recordó la impronta del antropólogo Fernando Ortiz, quien disertó sobre la cubanía y la cubanidad.

Raupa, por su parte, hizo énfasis, desde una postura más personal y menos académica en los dogmas, símbolos y estereotipos de lo nacional que hoy se enarbolan como simples clichés, los cuales deben revertirse.

La imagen del almendrón, de las ruinas de La Habana como metonimia de un país y símbolo de lo nacional son precisamente algunos de estos estereotipos que hoy prevalecen en el imaginario cultural dentro y fuera de Cuba.

Rafael Hernández reconoció que ese debate sobre lo que nos representa hoy se encuentra en la calle. A la encuesta sobre qué es la nación, la mayoría del público identificó en este orden: 1) al Estado-nación como elemento aglutinador del término; 2) al pueblo y 3) a los que conviven en una etnia o grupo común. Según Hernández, todas son respuestas viables.

Por otro lado, a la pregunta "¿Qué problemas refleja la imagen de la nación y lo nacional en Cuba?", el público: 1) identifica nación con determinada ideología; 2) confunde la identidad nacional con los símbolos de la nación; 3) atribuye al nacionalismo un valor primordial; y 4) cree que la cultura de una nación pequeña puede ser absorbida por una nación mayor.

En realidad, a pesar de la valía de los panelistas convocados, se echó de menos un debate enfilado en esas problemáticas que centraba la encuesta y que el público había identificado. Este Último Jueves, a pesar de la utilidad de los comentarios que aquí he resumido, parecía más una clase de Historia que un debate para la reflexión, para la polémica, para plantear aquellas ideas que ahora mismo están en la calle a propósito del Proyecto de Constitución.

Estuvo bien que Tomás Fernández Robaina, desde el público, hiciera énfasis en la idea de la nación blanca como elemento distintivo de los grupos de poder, que desde la Colonia han intentado diseñar el proyecto de nación cubana. Ese debate faltó.

Como también faltó hablar de las relaciones que hoy nos obligan a "pensar la nación" con la ideología oficial de la Isla, negando la diversidad, el multilateralismo que tanto se le reclama desde aquí al mundo, pero que no hemos sido capaces de implementar en nuestra propia casa.

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