El sábado 6 de julio se realizó en Madrid la Manifestación (Mani, como dicen los españoles) del Orgullo LGBTI. Es un mega evento impresionante, que congrega a miles de personas, no solo homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales. Varios de los principales partidos políticos llevaron carrozas y podía incluso verse la bandera del arcoíris en el Ayuntamiento.
En medio de la alegría, la música, la sensación de libertad, el orgullo de ser cada cual quien es, sin auto reprimirse, ni temer represiones, carteles portados por activistas criticaban la opción de hacer turismo en Tel Aviv, ciudad que en esos días la televisión publicitaba como destino turístico gay friendly.
Los activistas consideraban que los euros dejados por la comunidad LGBTI en esa ciudad podrían ir a parar a la compra de armamento por parte del Gobierno israelí para atacar a la población palestina.
Gay friendly no es necesariamente sinónimo de justicia. Puede existir incluso un destino turístico gay friendly en un país donde la comunidad LGBTI esté aún privada de importantes derechos, y relegada, en muchos aspectos, en comparación con la población heterosexual.
DIARIO DE CUBA acaba de publicar que el Grupo Gaviota ha firmado un acuerdo con la cadena europea Mothu Hotels and Resorts para administrar una instalación turística de lujo en la Isla destinada a la comunidad LGBTI.
No es algo nuevo que nuestro Gobierno se percatara de que mientras prohibió las fiestas gays y reprimió a homosexuales, trans y cuanta persona no respondía al modelo de "hombre (¿y mujer?) nuevo", no solo estuvo violando derechos y, como consecuencia, ganándose críticas de una parte importante de la comunidad internacional. También estuvo dejando de ganar dinero.
En el mundo, comunidad LGBTI es sinónimo de dinero. Léase fundamentalmente hombre (siempre con más poder adquisitivo que las mujeres), blanco, de clase media, exitoso. La parte de la población LGBTI cubana que se acerca a ese patrón, o sea, la que tiene dinero para gastar, cuenta ya con lugares donde hacerlo. Ahora no necesitan ir a una fiestecita gay clandestina en una casa. La fiesta ahora es en espacios estatales donde es posible ver shows de transformistas y luego hay música para bailar con quien le dé la gana.
Ya el Gobierno aprendió la lección de Deng Xiaoping: no importa de qué color sea el gato. Es más, si tiene los colores del arcoíris, tampoco importa; lo importante es que consuma y gaste dinero.
En Madrid, durante las semanas previas a la "Mani", muchos negocios, sin importar la orientación sexual de sus dueños, exhibían la bandera del arcoíris y objetos como abanicos, alegóricos a la celebración del orgullo gay. Durante la manifestación, muchas personas hicieron dinero con la venta de cervezas a dos euros, tinto de verano, refrescos…
En Cuba también, aunque en menor escala, el público gay es una buena fuente de ingresos para quienes venden comida y bebidas durante la Jornada contra la Homofobia, y para los centros nocturnos donde se hacen fiestas gays. Pero si gastan los de aquí, los de afuera tendrán mucho más dinero para dejar.
Es interesante —por no decir que contradictorio— que sea Gaviota, controlada por los militares, el grupo con el que Mothu Hotels and Resorts ha firmado el acuerdo. Pero esto demuestra que en nuestra Isla todo es posible y que dentro de la Revolución cubana cabe todo: desde las UMAP y la represión a la comunidad LGBTI hasta centros nocturnos y ahora incluso una instalación turística para que la misma comunidad deje su dinero.
A lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales cubanos, nos asiste la potestad de llamar la atención de esos posibles visitantes, con avidez por el nuevo destino turístico gay friendly, sobre los derechos que aún nos son negados. No solo aquellos escatimados a toda la población: libertad para expresarnos, reunirnos, asociarnos; sino aquellos que no tenemos justamente porque nuestra orientación sexual o de género (o ambas) nos apartan de la norma heterosexual y los patrones de lo masculino y lo femenino.
No se trata solo de la posibilidad de unirnos legalmente con nuestras parejas, heredar en caso de fallecimiento, disfrutar la propiedad sobre los bienes comunes, al igual que las personas heterosexuales. Nuestros reclamos incluyen la posibilidad de visitas conyugales en prisiones, el derecho a adoptar y a beneficiarnos de la reproducción asistida.
Si este país va a convertirse en un destino turístico gay friendly, tenemos el derecho de exigir a nuestro Gobierno coherencia. Que antes de dar al mundo una imagen de libertad y apertura (en materia de diversidad sexual y de género), de que Cuba es un paraíso para gays extranjeros con dinero, reconozca y garantice los derechos a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y personas intersexuales que nacimos y vivimos aquí.