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Sociedad

Cristianos cubanos se quejan a Abel Prieto y al ICRT de discriminación en la política cultural

'No representamos una idea fundamentalista (...) luchamos contra el abuso, la inmoralidad, la corrupción, la delincuencia'.

La Habana

"Esta misiva la he enviado al ministro en tres ocasiones pidiendo que se pronuncie al respecto", cuenta con voz entrecortada el abogado Miguel Porres. "Viendo que no lo ha hecho, el próximo paso es una demanda".

"Mi objetivo es hacer las cosas en el marco que me da la ley y, si no responde, hacer una demanda administrativa en el Tribunal Popular Provincial de La Habana, solo con el objetivo de que se nos reconozca un espacio a los cristianos y se nos dé iguales oportunidades" que a otros grupor religiosos, añade.

Miguel, que no es representante de una poderosa entidad, Gobierno o fuerza política, ya ha interpuesto una demanda al Ministerio de Cultura (MINCULT) y al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) por la "discriminación en la política cultural y de la radio y la televisión", según una carta abierta dirigida al ministro Abel Prieto.

"Me sorprende la indiferencia con que su equipo ha tratado la reclamación respecto a la discriminación hacia los cristianos", escribió este licenciado en Derecho por la Universidad de La Habana en 1997 y con una maestría de la Universidad de Barcelona en Derecho Societario en 2005.

Miguel, que ha estado al cuidado de las leyes en empresas y fue juez del Tribunal Popular Municipal de Cienfuegos a finales de los años 80, insiste en que su petición está sostenida sobre una base estrictamente constitucionalista.

Unos sí, otros no

"Nos sentimos discriminados por la política cultural y de la radio y la televisión —objeta Miguel—.A pesar de existir gran variedad y excelente calidad de autores y música cristiana, no se divulga casi nunca por los medios. Solo en acontecimientos muy marcados o visitas de personalidades a nuestro país se escucha algo de esta música o se divulgan actos y acontecimientos donde se habla de Dios y Cristo".

Aunque el Estado se define como laico, otros grupos religiosos gozan de licencias para, a través de compañías músico-danzarias, realizar ritos y ceremoniales. Muchas veces son radiados y/o televisados. Asimismo, incluso a la llamada Letra del Año (profecías anuales de origen afrocubano), se le da cobertura noticiosa en los medios de comunicación nacionales. A Miguel le parece que, si a algunos se les da la oportunidad de emplear los medios ¿por qué no a todos?

El abuelo de Miguel, hombre de Biblia en mano, trabajó esforzadamente la tierra al punto de ser propuesto como militante del Partido Comunista en tiempos en los que ser cristiano inhabilitaba automáticamente la membresía. El hombre no aceptó. No estaba dispuesto a abandonar su fe para ganar el carné rojo, como era exigido hasta el año 1992.

A Miguel se le grabó en la memoria la tozudez del abuelo aunque, como su tiempo fue otro, pudo integrarse a la Juventud Comunista sin que ello implicara rechazar su credo. Hoy asiste a la Iglesia Bautista de Guanabo, La Habana.

"Ante la falta al derecho que me concede la Constitución no me dejan otra opción que acudir a un proceso administrativo", comenta.Explica que, al no existir en el ordenamiento jurídico cubano una sala constitucional, "según el origen de la materia, los tribunales juzgan y deciden sobre los aspectos donde se violan los derechos otorgados al pueblo en la Constitución".

Los artículos del 41 al 43 la Carta Magna protegenla igualdad de derechos, proscriben la discriminación por creencias religiosas y la consideran lesiva a la dignidad humana. De otro lado, en su artículo 195, el Código Penalla considera un delito.

En Cuba una parte importante de la población "es cristiana" y "que crece cada día", dijo Miguel en su carta al ministro de Cultura

"Es parte de la historia de la cultura de este país y de las generaciones que dieron origen a nuestra nacionalidad—explicó—.Por creer en Dios y Jesús se nos considera religiosos, en la práctica defendemos la libertad, y nos sentimos libres, buscamos la formación de seres dignos, sin ataduras a los vicios, donde tengan más valor el ser humano que las riquezas materiales. Nos inspiramos en un Cristo que se sacrificó por nosotros, que rechazaba la violencia y la codicia, que predicaba de amor al prójimo".

"Luchamos contra el abuso, la inmoralidad, la corrupción, la delincuencia"

"Conozco casos en quese solicitaban permisos para utilizar una instalación y al solicitantese le advirtió que la condición era que no se mencionara en ningún momento el nombre de Cristo, limitación impuesta por el funcionario a cargo", cuenta Miguel, que actualmente tiene varias licencias como trabajador por cuenta propia.

Alarmado por esa situación,se decidió a escribir varias veces por vía electrónica a Abel Prieto. Luego, viendo que no respondía, le hizo llegar un texto personalmente a su despacho, al igual que al presidente del ICRT, solicitandoalguna declaración.

"A pesar del derecho a quejarme y recibir una repuesta que me otorga la Constitución —se lamenta el letrado—, he recibido el silencio de los funcionarios públicos.Tenía la esperanza de un pronunciamiento, de que no se nos ignorara. He empleado los recursos que la ley me brinda, consciente de que los problemas de Cuba, debemos resolverlos entre los cubanos".

Para Miguel es importante que a los cristianos se les tenga en cuenta en este espacio, pues"el Gobierno ha sido incapaz de evitar el crecimiento y desarrollo de una cultura de la chabacanería, de lo grosero.Las mutaciones en la música popular hacia la rivalidad, el consumismo, la obscenidad, la denigración de la mujer, la apología al dinero, minan una parte considerable de la sociedad.Imaginen que el comején invade nuestra carpintería hogareña y que, cuando reparemos en ello,ya nada podemos hacer para salvarla; así resultan estas tendencias distorsionadoras de los valores y principios a que aspira nuestra sociedad".

Para Miguel, los cristianos pueden contribuir con sus valores a generar una mejor sociedad.

"No representamos una idea fundamentalista —dice en su misiva—, defendemos los valores de Cristo, luchamos contra el abuso, la inmoralidad, la corrupción, la delincuencia. ¿Porqué, entonces, no podemos contar con espacio en la política cultural de una sociedad, que en todos sus estatutos y leyes dicen defender valores y principios muy parecidos a los del cristianismo?".

En 1971 el Congreso Nacional de Educación y Cultura plasmó a manera de directriz política que el Gobierno revolucionario no colaboraría con instituciones religiosas. Casi 50 años después la idea sigue vigente, con notables excepciones como la norteamericana Pastores por la Paz, que realiza donaciones al Estado y no es cubana.

Miguel cerraba su carta pública con una línea que es ruego y esperanza a la vez: "oramos porque Dios dé sabiduría a quienes dirigen este país para que puedan tomar las mejores decisiones en bien del pueblo, que resistan la tentación y el poder no nuble su vista".

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