La protesta de Olga Salanueva Arango por la exclusión de su esposo, René González, y otros dos espías de la Red Avispa de la lista de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular trascendió de las redes sociales hacia barriadas habaneras, donde ha suscitado especulaciones y choteo.
"Le arañaron la pintura a los héroes de Fidel (Castro), que si estuviese vivo no hubiera permitido que pasara eso", ironizó Carlos Iznaga, carretillero del barrio Pogolotti.
"Pero ya tú ves, aquí hasta los héroes caen en el saco del olvido cuando ya no son necesarios o útiles. Mírame a mí, dos misiones en Angola, el pecho lleno de medallas y terminé arrastrando una carretilla y sin cuerdas vocales de tanto pregonar".
Aunque el Gobierno insiste en calificar de "héroes" a René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y Gerardo Hernández, condenados en Estados Unidos en 2001 por haber operado como agentes extranjeros no declarados, en privado muchos cubanos los llaman "espías".
"Entonces, ¿todas las tribunas y marchas que hicimos por su liberación durante más de diez años fueron por gusto?", preguntó entre risas Luisa Palmero, vecina de Casablanca.
"Pobre mujer, debe sentirse desolada por tanta injusticia después de que su marido pasó tanto trabajo y ahora ni siquiera le permiten ser candidato", añadió refiriéndose a Salanueva. "Pero al menos ya sabe qué se siente al ser olvidado cuando no sirves… Bienvenido al club".
"A René González le viene como anillo al dedo un refrán: lo que no sirve lo boto, el viento se lo llevó", dijo Yordanis Tamayo, graduado de Informática y vecino de San Agustín.
Aliuska Maturell, bailarina de danza contemporánea y residente en el reparto Sevillano, opinó que tanto Olga Salanueva como los familiares de los otros cuatro espías, "gastaron todo el crédito en los viajes al extranjero que disfrutaron" durante la campaña por la liberación, impulsada por el Gobierno y financiada con presupuesto estatal.
"Ahora no le alcanzó el crédito para que su marido llegara a ser candidato. Mi consejo para esta señora es que haga lo que hacemos todos los cubanos de a pie: vivir de los recuerdos y rezar por tiempos mejores".
Tres días después de publicar su protesta en Facebook, Olga Salanueva borró el texto de su perfil y, en un mensaje posterior, se declaró "culpable de no ser experta" en la red social.
"No comprendo en qué consiste aquello de no ser experto en Facebook, nunca pensé que escucharía una excusa tan ridícula de un adulto", dijo Héctor, un adolescente de Arroyo Naranjo, quien sugirió burlonamente, "como acto de solidaridad con la pobre mujer, enviarle un tutorial sobre redes sociales".
Algunos opinaron que Salanueva no retiró por decisión propia su protesta. La experiencia del cubano, en 60 años de Revolución, indica que una queja de esta índole y a ese nivel público presupone un costo.
"La borró no, la mandaron a borrarla", dijo Walfrido Cañizares, administrador de un restaurante privado en el municipio Cerro.
"Jugó con candela. Contra el Partido Comunista no se escriben críticas, ni siquiera críticas revolucionarias, a menos que las publique el Granma".
La única respuesta que Olga Salanueva halló, en referencia a lo que en su texto estimó como "una nueva y gran injusticia contra los cinco" espías, fue "pregúntenle a la comisión" de candidaturas.
"Ni siquiera tuvo valor de mandarnos a preguntarle a los verdaderos responsables de la nueva y gran injusticia", señaló la escritora Lucía Corrales.
"Olga debería saber que pocas cosas en esta Isla son para siempre, ni siquiera para aquellos a los que ella llama revolucionarios 'probados'".
"Sin embargo deberíamos agradecerle la confirmación de que ni aquellos cuyas tareas no tienen que ver con su vocación y que no pueden ejercer la vocación que aman, como dice ella que ha sucedido en la vida de su esposo, escapan al olvido", concluyó.