Aleida Guevara y su hermano Ernesto, Mariela Castro, Fidel Castro Smirnov, Eliancito, Raúl Torres y otros: este año que termina parece haber sido, no un año, sino un larguísimo Día de los Padres. Todo el mundo recordando a Papá, hablando de Papá, de lo bueno que fue con sus niños y con la humanidad toda. Cuánto extrañar a Papá, ay. Paaá-paaá, no debió de morir, ay, de morir...
Aleida Guevara March
Ni los derechos por la foto de Korda ni las licencias por la utilización de su imagen en el más estropajoso pulóvito, ni las invitaciones por el mundo a soltar lo que ella considera conferencias, nada de eso, la mayor herencia que Aleida Guevara March recibió de su padre fue, según afirmó ella, "la capacidad de amar".
¡Qué manera de quererte, qué manera! "Siempre vi a mi padre como el hombre completo", lo recuerda. ¿Completo con la boina y la estrella brillando en la boina como un carbunclo? ¿Completo porque todavía no le habían cortado las manos? La historia (y no solamente la historia cubana) abunda en ejemplos de asesinos que han sido buenos acunadores de sus hijos, en ejemplos de asesinos rorró. Y Ernesto Guevara de la Serna, alias Che, pudo haber sido un perfecto asesino rorró.
Aleida no ha querido adentrarse demasiado en recuerdos porque recordar engorda, pero son infinitos los episodios que atesora acerca de la capacidad de amar de su papi. Lo mismo que una cunita Rosebud está en la infancia del Kane de Ciudadano Kane, en la infancia de Aleida hay un juguete especial que un buen día le trajera de regalo su padre. Un juguetico sumamente didáctico, fabricado para fomentar la inclinación hacia el prójimo, lo que llama ella la capacidad de amar y que, sea lo que sea, tuvo que habérselo enseñado su padre.
Que levante la mano el que no tuvo una granjita de juguete o no tuvo un amiguito propietario de una granjita de juguete. Y quien dice una granjita, dice una estación de trenes en miniatura, un castillito o un teatrico de títeres... Pues bien, dado el padre que Aleida se gastaba, tuvo que ser otra clase de mundo chiquito el que le regalara. Y así fue cómo una noche, al volver tarde a casa por sus múltiples tareas, ese padre con alias colocó en sus manos de niña un paquete que, desenvuelto nerviosamente por ella, acabó por dejar ver un trastico tremendante extraño.
Aleida miró a papá y este, armado de paciencia pedagógica, le preguntó si no adivinaba de qué se trataba. La Aleida de aquella noche de principios de la revolución, más niña y menos cachalote, no supo qué contestar. Aquello era un juguete, sí, pero no un teatrico ni una granjita ni una pequeña estación de trenes.
"Es un paredoncito", le explicó el Guerrillero Heroico.
Un paredón de juguete para que ella fusilara a gusto, como hacía su papi en los fosos de La Cabaña, para que la niña Aleida empezara a expandir esa capacidad de amar que le enseñaba su padre.
"Déjeme decirle algo a riesgo de parecer ridículo", le dijo entonces su padre tratándola de usted como siempre que se ponía histórico y grave, "que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor".
Dio izquierda izquier y la dejó a solas con su nuevo juguete. ¡Sangre de muñecas y muñecas! Desde entonces Aleida se siente verdaderamente revolucionaria, guiada por grandes sentimientos de amor.
Ernesto Guevara March
Este otro hijo de papá incluyó La Cabaña en el recorrido de su empresa de turismo en motocicletas. En Harley-Davidsons, porque el hermanito de Aleida está muy bien cebado y no lo aguantaría ni la más poderosa Berjovina.
De su hermana debió haber heredado aquel tal juguetico, así se explica que se haya puesto a explicar las razones para fusilar que tuvo su papi. "Los cubanos saben por qué se hizo", dijo Guevara Jr. sin bajarse de una de sus Harley-Davidson, "y, por encima de todo, fue para tranquilizar a toda la sociedad de que los crímenes que se habían cometido no iban a ser perdonados".
De manera que los fusilamientos de La Cabaña fueron para tranquilizar a la sociedad, para calmarle los nervios a La Habana después del cañonazo de las nueve.
Saben mucho de historia los cachorros guevaristas: cuando a Aleida le preguntaron qué habría sido de su padre de estar vivo actualmente, ella vaticinó que Macri no sería entonces el presidente de Argentina. Sin importarle que su progenitor fracasara en decidir asuntos semejantes en El Congo o Bolivia, debió consolarla a ella imaginar que él habría terminado apoderándose de la Casa Rosada y ahora estarían ella y su hermano como los primos Castro, decidiendo en familia quién, quién, quién.
Yegüitas K
A propósito de Argentina, entran al trote las Yegüitas K. Estas son unas mujeres argentinas que se llaman a sí mismas yegüitas. "Un día Cristina Kirchner nos quiso conocer", dicen, "y ahí pudimos sellar nuestro nombre de 'Yegüitas K', en honor a nuestra expresidenta, denominada 'Yegua' por la gran mayoría de los medios de comunicación hegemónicos y cipayos".
Si la vieja es peor que el tuerto (Pepe Mujica dixit) y Cristina es la Yegua, entonces este grupo de mujeres son las Yegüitas K. Son estudiantes, son obreras, son profesionales de diversas disciplinas que se han unido para luchar. Yegüitas K es un movimiento progresista-trotón que obedece, según declaraciones propias, al liderazgo de figuras como Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Mujica, Evo y Correa.
Van bien, muchachas. Las Yegüitas K también han reconocido como guía suyo a Silvio. Dicen ellas que Silvio Rodríguez ha compuesto el himno perfecto para el movimiento galopante que las trae y las lleva, y ese himno no es otro que "La era está pariendo un corazón".
Bueno, "La era esta pariendo un corazón" podría servir mejor de himno a Comadronas K. A su vez, Yegüitas K podría ser el nombre de un grupo de colegialas japonesas fanáticas de un manga. Pero el caso es que en febrero de este año Yegüitas K le dirigió una misiva a Silvio que termina con una frase que ha de ser una cita de Silvio pero podría salir del coro final de una ópera norcoreana compuesta en honor de alguno de los Kim: "Vos, el Gran Artista y referente de varias generaciones guíanos con tu arte 'Hacia el porvenir'".
Eusebio Leal
Hace tres años era Silvio Rodríguez, que descubría la miseria en que viven sus vecinos y compatriotas, pero la gran-caída-de-la-mata de este año la ha protagonizado Eusebio Leal Spengler.
Ya en 2016, Eusebio se había apeado con que La Habana estaba intacta, aunque había que tener ojos para verla. A ese paso, él podría tropezarse a Alicia Alonso y piropearla con que está intactiquísima, nueva-de-paquete, brand new para decirlo como se diría en el American Ballet Theater. (Aviso especial para nuestros lectores: este año Alicia Alonso no aparece en estos Solavayas, ni en la "Gente del Año" ni tampoco entre "Los que se fueron".)
Pues parece que Usebio, que es como lo llaman a él en La Habana Vieja, ha perdido ojo para la maravilla, porque ahora sí que ve la ciudad en peligro. Pero como el peligro no puede venir nunca de sus jefes, que han arrasado durante décadas pero que al fin son sus jefes, Usebio se queja de que hay cuentapropistas de la destrucción que buscan arrabalizar La Habana.
Es la iniciativa privada y de ningún modo la estatal aquella que jediondiza la ciudad. Y, perdido en Reguetonlandia, Usebio hace esta crucial pregunta: "¿Cómo es posible salir a la calle en camiseta?"
Okéi, Usebio, todo lleva su procedimiento, aunque para esto no hay que bajarse ninguna aplicación. En primer lugar, hay que tener un cuerpo. En segundo, una camiseta. Y más allá del cuerpo y la camiseta tiene que estar la calle. Con estos ingredientes puede cocinarse un plato sencillo y fácil de preparar: Fulanito, Menganito o Yuxislenin en camiseta en medio de la calle. ¿Entendido?
Lo curioso es que, mientras Leal habla en nombre de la buena educación, él, que es historiador e Historiador de la Ciudad, ha sido capaz de discursear delante de una nueva estatua de José Martí con varios errores ortográficos inscriptos en su base. Estuvo allí él y allí está todavía, hasta el día de hoy, la estatua con su evidente desaprobado de Español de segundo grado. ¡Y todavía se pone a quejarse él de los grafiteros! ¿No tiene Usebio ojo para eso? ¿No es eso tan o más ataque al ornato que la vestimenta que los ciudadanos lleven, sea camiseta o licra o chancletas metededos? ¿No es responsabilidad suya esa grosería contra La Habana, los habaneros y José Martí?
Chicharrón al cuadrado, que es chicharrón que llega al extremo de chicharronear a un chicharrón, Usebio Leal ha sido capaz de alabar el par de canciones que Raúl Torres dedicó al Cenicero en Jefe. Y, en un año que ha sido un largo Día de los Padres, no podía él menos que reservar un poco de su broncínea oratoria a ese gran padre perdido que es Fidel. Así que de él dijo (¡afina, primer violín, que lo que viene es tana!): "Ni la Muerte cree que ha muerto. El legado es haber sabido trascender, sin necesidad de estatuas ni monumentos, ni de tratar de forzar o empalagar con su memoria".
Raúl Torres
Y hablando de empalagar, aquí está este autor de dos buenos empachos musicales. Él solito ha escrito dos indigeribles temas, un par de tarjetas del Día de los Padres. El primero, intitulado "Cabalgando con Fidel", no guarda relación alguna con las Yegüitas K, ni siquiera porque Cristina K sea La Yegua y Fidel C haya sido El Caballo.
El título del segundo de sus temas, "Laureles y olivos", serviría para nombre de paladar habanera de cocina mediterránea. Torres, apodado "El Chicharrón Que Canta", encabeza el Top Five de Chicharronería Fidelista investigado por DIARIO DE CUBA este mismo año. Y es también de su autoría una composición dedicada al comandante Hugo Chávez en el momento de su muerte cuyo inquietante título no es otro que "El amigo que regresa".
Lo suyo parece ser el género de terror o el de fantasmas, el gótico castrochavista. En "Cabalgando con Quientedije" habla de que en la Plaza (se supone que de la Revolution) se ha visto a Camilo (se supone que Cienfuegos) y a Martí cabalgando, quienes traen un caballo para Musulungo Cambolo de Santa Ifigenia.
Uno escucha interpretaciones tan sentidas como estas suyas y no puede menos que preguntarse qué está haciendo Silvio Rodríguez que no le compone a Fifo Falafe una buena de las suyas. ¿No ha vuelto todavía Silvio del "Playa Girón"? ¿Se quedó en el último campamento abierto de la Zafra de los Diez Millones? ¿Subiendo el Pico Turquino? ¿O acaso espera a que Haydeé se lo pida? Cualquiera que sea su excusa y justificación, la canción comprometida de autor ya no es la que era, y ahora hay que estar aguantando a Raúl Castro y, encima, a Raúl Torres.
"Un año de ausencia, mi viejo", dice este último refiriéndose al líder que, según Leal, la muerte no ha censado todavía entre los suyos. Y al llamarlo mi viejo, lo suyo no es parejería, sino dolor de hijo. En medio del llantén, y en vista de que de los tres juguetes de la Nueva Trova (básico, no básico y dirigido) Silvio no arranca un guitarrazo, Pablo ya no es confiable y Sara es una estatua de cera retirada de un museo, lo que queda es Raúl Torres.
¿Es Raúl Torres el Kcho de la trova? Hum, este asunto puede servir como caramelo al cual darle vueltas y más vueltas en un buen insomnio.
Elián González
Si 2017 ha sido un año con la particularidad astronómica de traer consigo 365 días dedicados al cariño paternal, no podía faltar en este recuento el niño que, salvado de los tiburones, terminó nadando en el acuario de Fidel. Juan Miguel González, padre biológico de Elián, confesó a inicios de diciembre que el dueño del acuario quería a Elián como a "su propio hijo". Incluso tuvo la delicadeza de mantenerse lejos del niño, una vez vuelto de La Yuma.
Y resultó un crecido Elián con cara de desaprobador de exámenes quien se encargó del acto a la memoria de su padre Fidel en el primer aniversario de su muerte celebrado en Matanzas. E igual que lo que está viniendo por la libreta es Raúl Torres y no Silvio (lástima, porque Silvio podría haber compuesto una buena porquería...), lo que llegó por la libreta en Matanzas fue Elián y no Carilda Oliver Labra. Una pena, de verdad, cuando un poema de la nonagenaria chicharrona matancera permitió, recitando ciertos pioneritos el verso "Fidel es el novio de todas las niñas", producir un verdadero escalofrío tipo Kevin Spacey.
Pero, bueno, en Matanzas, en el Parque de la Libertad, Elián metió su trova. Dado lo socotróquico del personaje, tuvieron que doblarlo y dicen los que lo oyeron que fue Usebio, Usebio Leal, quien hablaba por esa boca. Abrió la boca Elián-la-niña-de-El-Exorcista, sacó una lengua larguísima y verde olivo, dio tres giros completos de cabeza (vídeo en 360 grados del parque matancero) y avisó a todos los reunidos allí que Fidel nunca se había ido.
Mariela Castro Espín
Se puso mal, le dolió lo que le hicieron, le pareció una injusticia y no pudo menos que revolverse, porque ella viene de una familia acostumbrada a revolverse siempre contra las injusticias. Y es que no fue un solo episodio, sino dos. Dos. Porque en abril, estando ella en el aeropuerto de Madrid, intentaron pegarle una bomba lapa y ella, por no levantar sospechas y ayudar a la brigada de explosivos que desactivaba el artilugio, habló en clave e hizo mención de aquel "moco pegao" que luego fue malentendido, y hasta tergiversado por los de siempre.
Y es que luego, unos meses más tarde, en septiembre, Facebook le cerró por 24 horas sus dos cuentas de Facebook, lo cual provocó que ella se llamara víctima a sí misma. Ella misma llamándose víctima a sí misma, y jimiqueando para una televisión libanesa."Intentaron quitarme la voz por 24 horas", dijo en su papel de víctima.
Para que sepan: ella había volado a Madrid para asistir a un Foro Mundial sobre las Violencias Urbanas y Educación para la Convivencia y la Paz. Qué adecuada, estatúniña.
Miguel Díaz-Canel
Eh, ¿y este quién es? ¿Qué hace aquí este tipo? Oye, psss, ¿tú quién eres? ¿Qué, no quieres hablar? ¿No quieres decir nada? Pues no digas nada. Allá tú.
Fidel Castro Smirnov
A juzgar por sus apellidos, hijo de la indestructible amistad cubano-soviética. El segundo apellido, de vodka mal escrito o falsificado, recuerda más a su tío abuelo que a su propio abuelo.
¿Chávez que vuelve y caballería fantasma desplegada en la Plaza de la Revólunski? Bah, eso no es nada comparado con lo que soltó este cachorrito en la Universidad de Santiago de Cuba. El joven Castro Smirnov integra el consejo asesor de la Cátedra Honorífica para el Estudio del Pensamiento y la Obra de Fidel Castro. Y en el alto centro de estudios santiaguero aseguró, con todas sus letras, que a menudo habla con su abuelo. Claro que lo de ese hablar tendrá que ser metiéndole al espiritismo en la costura y dándole a la ouija como al pedal de una Singer, porque mira que el difunto tenía costumbre de los discursos zangandongos...
Así que un día abuelo y nieto tratan, por ejemplo, acerca de las virtudes reconocidas de la moringa, y otro día se lamentan de todo el frío que sale de las juntas de tantos viejos refrigeradores. "Si sumamos el frío que dejan escapar todas las juntas vencidas de los refrigeradores del país", oye decir el nieto Smirnov a su abuelo muerto, "con toda esa masa de temperatura lista para exportar, nuestro país podría..."
Pero ahí se cae la comunicación, se pierde cobertura, y cuando vuelve a oírse, la voz del difunto está hablando de pangola o de Angola, no le queda claro a Smirnov.
"Yo no sé lo que es vivir sin Fidel. Yo escojo vivir feliz con Fidel, y así contribuyo de manera modesta, a que Fidel también siga siendo feliz", dijo en Santiago el cariñoso nieto.
Desde el capítulo final de Gotica de Gente no se lloraba tanto en Santiago de Cuba. Castro Smirnov reconoció que visita mensualmente la ciudad oriental, sin reparar en gasolina o en combustible de avión, porque el asunto es pasar un rato junto a lo que él llama (¡chúpate esta, Usebio!) "la Piedra Rebelde". Y dice que la piedra "enseña e ilumina".
Gotica de Gente Smirnov se la pasa viajando y dando conferencias, lo mismito que Aleida Guevara March. Ha visitado varias universidades estadounidenses en plan de conferencista. Dicen que es profesor en la Universidad de Ciencias Informáticas, pero lo suyo ha de ser rondar universidades hablando de su abuelo dictador.
Sirva como botón de muestra de la altura científica de esas conferencias, esta frase suya de una de ellas: "La química de Fidel une a millones, incluso a quienes no piensan como él pero lo respetan, lo admiran y lo quieren, así que Fidel está presente químicamente. La ciencia toda, nos brinda la tan añorada y querida presencia de Fidel entre nosotros".
O esta hipótesis biopolítica suya (¡cógeme este trompo con la uña, Miguelito Foucault!): "El ADN de Fidel está presente en millones de revolucionarios dentro y fuera de Cuba, en nuestra América, en el mundo, así que Fidel está presente biológicamente".
Mariela Castro, prima segunda de este Smirnov, restó importancia a los ataques acústicos de que acusa EEUU a Cuba diciendo que aquello tenía más imaginación que toda la saga de La Guerra de las Galaxias. Pues, bien, si lo de la diplotienda de ruidos abierta en La Habana solo para estadounidenses y canadienses es ficción, las teorías citadas a lo largo de esta columna acerca de la inmortalidad del cangrejo (sin relación con el sobrino-nieto guardaespaldas) consiguen superarlo largamente.
Cavilando sobre esta última frase de Castro Smirnov, podría decirse que si en el año que hoy termina la figura paterna fue recurrente y obsesiva, el año que en unas horas empieza obligará a las pruebas de ADN. Porque será decisivo aclarar cuán presente está en cada uno de nuestros cuerpos (con o sin camiseta por la ciudad que sea) lo que queda de Fidel Castro Smirnov cuando se le borra el segundo apellido. ¡Solavaya, solavaya!
Y se fue el año, gente.