El escape de amoniaco que tuvo lugar este miércoles en la Fábrica de Helados Coppelia en Camagüey, dijeron las autoridades, fue causado "por una incorrecta manipulación del operador de turno de la sala de máquinas de la fábrica".
De acuerdo con la edición digital del semanario oficial Adelante, la fuga "no ocasionó daños humanos, aunque el fuerte olor de la sustancia química se extendió más allá del perímetro de ese establecimiento de la Empresa de Productos Lácteos".
Este escape habría ocasionado "leves pérdidas" de acuerdo con la prensa oficial, pero esas pérdidas no fueron enumeradas ni especificadas.
Jesús Tejeda Jorge, jefe de producción explicó que el incidente tuvo lugar entre las 6:30 y 6:40 am del miércoles: "Cuando llegué a la fábrica, alrededor de esa hora solo había cinco trabajadores de los 176 que allí laboran y entran más tarde, e inmediatamente se activaron los planes de protección internos y aviso a la población residente. El escape no fue de envergadura: duró diez o 15 minutos, porque el amoniaco líquido en vez de ir a la atmósfera se evacuó por tragantes y registros de desagüe".
Tejeda afirmó, además, que después del escape de amoniaco acudieron al lugar los bomberos, las autoridades del Ministerio del Interior y ambulancias.
Gustavo Estrada Soto, director de Coppelia en Camagüey, dijo que los trabajadores de la fábrica no disponen de todos los medios de protección necesarios.
"En la sala de máquinas, donde sucedió la fuga de amoníaco, solo hay un traje isotérmico para el operador de turno", explicó.
Asimismo, Tejeda Jorge sostuvo que la reanudación de la producción de helados tendrá lugar tan pronto se reponga la cantidad de amoniaco: "No es gran cantidad, con un solo carro-bala que se traiga del producto desde Nuevitas, en dos o tres días normalizamos el proceso de fabricación".
El amoniaco, según explica la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de EEUU, es una sustancia corrosiva y los efectos principales de la exposición al amoníaco ocurren en el sitio de contacto directo (por ejemplo, la piel, los ojos, la boca, y los sistemas respiratorio y digestivo).
Los efectos a exposiciones bajas incluyen el lagrimeo, la tos y la irritación de los ojos. Niveles mayores (caminar a través de una nube densa de amoníaco o si su piel entra en contacto con amoníaco concentrado, por ejemplo) pueden ocasionar quemaduras graves de la piel, los ojos, la garganta o los pulmones. Estas quemaduras pueden ser suficientemente graves como para producir ceguera permanente, enfermedad de los pulmones o la muerte.