A 18 años de su muerte en el mar, Elizabeth Brotons continúa siendo un fantasma en Cárdenas, Matanzas, donde vivió. Allí quedan amigos, vecinos, gente que la conoció, pero la mayoría prefiere hacer como si la madre de Elián González nunca hubiera existido. Los pocos que se atreven a hablar de ella, eligen no identificarse.
En la campaña impulsada por el Gobierno cubano para que el niño regresara a la Isla desde Miami, la figura de Elizabeth fue maltratada. Era una irresponsable, una mala madre que puso en peligro la vida de su hijo para seguir a un marido, alguien sin voluntad propia.
"Ella era enamorada, sensible. Siempre hacía bromas y era magnífica trabajadora", comenta una amiga y compañera de trabajo. "Constantemente hablaba de su hijo", añade.
Para esta mujer, Elizabeth Brotons ha sido "borrada del mapa".
"Me da vergüenza que hasta aquellos que fuimos sus amigos todavía tengamos pánico de hablar de ella", reconoce.
Brotons trabajaba en el Hotel Punta Arena, de Varadero, cuando decidió escapar del país con Elián. Vivían en una vieja casa colonial en los altos de la farmacia del barrio La Real.
"Era una trigueña muy linda. Siempre estaba alegre y divertida, con una sonrisa saludaba a todos", recuerda Felo, un hombre de 71 años que fue su vecino. "La veía montando en su bicicleta, con Elián para todos lados".
Los padres de Elizabeth Brotons murieron hace unos años y, según dicen los vecinos, no queda ningún otro familiar, nadie que hable de ella.
Su hijo Elián, sin embargo, sigue siendo muy conocido en Cárdenas y en toda Cuba. Desde que fue rescatado en el mar, se convirtió en una pieza clave dentro de la propaganda del Gobierno y no ha dejado de serlo.
En julio de 2001, Fidel Castro inauguró en Cárdenas el Museo de la Batalla de Ideas, popularmente conocido como "Museo de Elián". En el lugar, un antiguo cuartel de bomberos, se expone una serie de fotos de Elián y su regreso a Cuba, acompañadas de una estatua de Martí y pasajes de la Guerra de Independencia.
Hay fotos de las marchas por el regreso del niño a Cuba, otras de este con su padre, Juan Miguel González. Ninguna foto con su madre, con quien convivía.
"Esto siempre está vacío", comenta un trabajador del museo. "Los que vienen son algunos turistas que visitan el pueblo, y ya".
El aula donde estudió el niño, en la escuela primaria Marcelo Salado, también ha sido convertida en museo.
"Aquí adentro solo están las libretas que él usó y todos los pupitres del aula. Nunca se ha vuelto a abrir para dar clases y realmente es poco visitada", explica un maestro emergente de la escuela.
Luego de su regreso, Elián González fue trasladado a una amplia y moderna casa a la entrada de Cárdenas, en el reparto El Fuerte. Dos botes pequeños de madera barnizada adornan los laterales de su puerta.
Uno de los condiscípulos de Elián en la escuela secundaria asegura que ya no se le ve por las calles de Cárdenas, como si no viviera allí.
"Él siempre se creyó diferente y superior a los demás. Siempre con escoltas en la escuela y adonde fuera", afirmó.
Aunque no lo digan en voz alta, la mayoría cree que no debería sumarse al silencio en torno a su madre, pues nadie más que ella pudo haber puesto a Elián en los momentos finales sobre la cámara de camión que le salvó la vida.
Hasta Cholo, un mendigo de La Real, quien pernocta donde lo coja la noche, opina: "No se portó macho con su pura. Tenía que haberla defendido más".