Los pioneros, konsomoles, monitores y jefes de unidad y de escuela que lean estas líneas recordarán sin falta la Jornada Camilo-Che. La ñángarapropaganda se valía de una coincidencia cronológica para juntar a aquellas dos figuras, e iba todavía más remanganaguamente lejos y juntaba en otra tanda de homenajes a Martí con Ho Chi Minh.
Eran —porque este era el apellido que le daban— jornadas ideológicas: la Jornada Ideológica Camilo-Che.
La casualidad hacía coincidir en una esquina del calendario a un par de héroes y se montaba tremendo batacumbele revolucionario. ¡Qué Pablito y Silvio cantando a Yolanda ni Pablito y Silvio cantando a Yolanda...! ¡Aquellos sí que eran dúos!
De esta manera, podría haberse celebrado la jornada ideológica Gimnasia-Magnesia.
O la jornada ideológica Culo-Tempestad.
Porque, para la ñángarapropaganda, la gimnasia sí que tenía que ver con la magnesia, y no había culo que no estuviera relacionado con la tempestad.
Hoy, que conmemoramos el primer aniversario del fallecimiento en simbate del comandante en jefe Fidel Castro Ruz, uno no puede menos que acordarse de aquellas ideológicas jornadas cuando, de un vistazo al santoral político latinoamericano, descubre que la fecha de esa muerte viene a coincidir nada más y nada menos que con la fecha de nacimiento de aquel a quien, de niño, llamaban cariñosamente Augustito.
¡25 de noviembre, tu cifra está inscripta en el calendario maya! ¡Fidel Castro y Augusto Pinochet hermanados por un mismo día! Nace uno, muere otro, y tal coincidencia no puede dejar de significar algo. Pero..., ¿fue una coincidencia casual o fabricada?
Expertas en el secretismo mortuorio como probaron ser las autoridades de la Isla en el caso de Hugo Chávez, el comandante en jefe podía llevar muerto ya varios días y esas autoridades —que, casualmente, eran parte de su familia— esperaban por una fecha propicia para anunciar el fallecimiento.
El 24 de noviembre de 2016 iba a festejarse —en Miami y Nueva Jersey y otras ciudades yumas llenas de exiliados— el Día de Acción de Gracias. Las autoridades cubanas, que casualmente gozaban de consanguinidad con el occiso, se preguntaban si soltar la nueva ahí mismo.
Entonces uno de ellos debió gritar: "¡No vamos a sazonarle a la gusanera el pavo insípido ese que se comen!".
Y todos al unísono: "¡Al enemigo, ni un tantico de sazón así!".
De manera que dejaron pasar un día más de frialdad para el muertito.
Entonces, como ocurre casi siempre y año a año, detrás del 24 de noviembre de ese 2016, vino el 25 de noviembre de ese mismo año. Y con el nuevo día, la fecha augusta —de Augusto, Pinochet— y eso sí que era una marca propicia en el calendario para, año tras año y por los siglos de los siglos, conmemorar aquel tan doloroso deceso.
¡Fidel y Augusto son/ de un pájaro las dos alas! Y, si hubo ya jornadas ideológicas Camilo-Che y Martí-Ho Chi Minh y Hermano Saíz 1-Hermano Saíz 2, ¿por qué el sistema educacional cubano, uno de los mejores del mundo como se sabe, no va a celebrar a partir de este año la jornada ideológica Fidel-Pinochet?
Podría incluso irse más lejos: paralelismo no, simbiosis, un abrazo entre ambos héroes que haga indistinguible e inseparable a uno del otro. Pioneros, monitores, konsomoles, jefes de unidad y de escuela, profesores, directores de escuela, metodólogos, inspectores, podrían gritar de ahora en adelante: "¡Que viva la jornada ideológica Fifochet!".
Y a degüello: "Pioneros por el [palabra inentendible], ¡seremos como Fifochet!".
Fidel Alejandro Castro Ruz (13 de agosto de 1926-25 de noviembre de 2016).
Augusto José Ramón Pinochet Ugarte (25 de noviembre de 1915-10 de diciembre de 2006).