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Ejército

Donaciones de sangre, 'tarea de choque' para los reclutas del Servicio Militar

'Si te niegas, te dicen que eres un contrarrevolucionario y no quieres ayudar al país', comenta un soldado.

La Habana

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) son el único sector de la sociedad cubana que cumple con el programa de donaciones de sangre. ¿Cómo lo logran? Una de las principales fuentes de donantes está en los reclutas que cumplen el Servicio Militar Activo (SMA), para quienes es una "tarea de choque".

Para este reportaje fueron entrevistados reclutas de varias unidades de La Habana. Sus nombres fueron cambiados pues hablar con la prensa independiente podría llevarlos ante los tribunales militares por "colaboración con el enemigo".

A pesar de la mala alimentación que reciben en las unidades militares y sin tener en cuenta las afectaciones que esto podría causar a su salud, los reclutas son prácticamente obligados a donar sangre. Para lograrlo, son amenazados por sus superiores con "retención permanente por insubordinación", aunque también se les ofrecen días de "pase por estímulo".

"Lo primero que hacen es decirte que te van a dar dos días de licencia para que descanses", dice Adonis, de 19 años. "Si dices que no, entonces te dicen que estas retenido en la unidad porque eres un contrarrevolucionario y no quieres ayudar al país. Se supone que si eres soldado estás dispuesto a dar tu sangre por la Revolución, pero se les olvida que tú estás aquí a la fuerza".

Los días de donación, los reclutas deben permanecer en ayunas a la espera del transporte que los llevará a las unidades señaladas como puntos de reunión.

"No sé cómo te dejan tomar agua", comenta Fernando, de 18 años. "Se la pasan mirando que no comas nada porque después no puedes donar. Como no hay organización, fácil te puedes encontrar un día que son las 2:00pm y tú no has comido nada".

El esfuerzo físico que realizan los jóvenes en el Servicio Militar y la falta de alimentación adecuada convierten el día de donación en una tortura.

"Al final ves que a la gente empieza a bajarle el azúcar mientras está en la cola para donar", comenta Jorge, de 20 años. "Después de una semana de chapear marabú y cargar bloques comiendo una miseria de comida, no puedes pasarte un día en ayuno".

Un pan con jamón y una lata de refresco de cola son la recompensa por la donación.

"Cuando te dan la merienda te sientes en la gloria", dice Adonis. "Tienes que tener en cuenta que en la mayoría de las unidades solo puedes ir a tu casa una vez por semana. Así que los restantes seis días estás comiendo mal. Esa merienda es lo que hace que la gente no se les amotine allí mismo".

Después de donar su sangre los soldados son enviados de vuelta a sus unidades. Los días de pase por "estímulo" se otorgan por grupos, así que mientras unos salen los otros deben esperar su turno. Quedarse en la unidad se convierte entonces en un problema mayor.

"Yo mismo, después de donar, he tenido que agarrar un fusil para entrar de guardia. Les importa una mierda que estés débil", apunta Jorge. "Para colmo, si te agarran dormido te quitan los dos días de estímulo y te detienen dos pases cortos (15 días)".

Las FAR tratan las donaciones de sangre como un asunto de "seguridad nacional". Los jefes de las unidades militares son presionados por sus superiores para cumplir las cuotas. Además de obligar a los soldados a donar, persiguen a aquellos que recurren a artimañas como "olvidar el Carné de Identidad". Aunque el día de donación pase, los reclutas que no pudieron hacerla son trasladados hasta los hospitales militares y allí deben donar.

"Yo pensé que me había salvado por no llevar el carné, pero fue por gusto. Te cogen y te hacen una identificación provisional, como en la Policía. Con eso te mandan para el (Hospital) Naval y tú, a gritar '¡enfermera!'", bromea Armando Luis, de 18 años.

La presión psicológica a la que son sometidos y el grado de desprotección que sufren los reclutas en Cuba hacen que sea fácil obligarlos a donar sangre. De no hacerlo, toda la estructura del aparato militar se vuelca en su contra. Los instructores políticos de las unidades, supuestamente encargados de velar por que no se atropellen sus derechos, son los primeros en defender la "donación" y someter al escarnio a aquellos que se nieguen a participar.

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