La pequeña comunidad musulmana de la Isla vive desde la tarde-noche del 26 de mayo el Ramadán. Cientos de cubanos convertidos al Islam intentan seguir el período de abstinencia y acuden a los lugares de oración. Pero como en el resto del mundo, en Cuba es palpable también división de casi 1.400 años entre sunitas y chiitas.
El Imán Yahya (Pedro Lazo Torres), de la rama sunita y presidente de Liga Islámica Cubana (LIC), legalizada en la década de los 90, afirma que en la Isla los convertidos al Islam sobrepasan los 5.000.
Un musulmán también sunita, practicante desde hace 14 años, opina sin embargo que esa cifra no es correcta. "Son muy pocos los convertidos que se interesan por el estudio del Corán y cumplen las leyes islámicas", argumenta.
"No todos los musulmanes sunitas pertenecen a la Liga Islámica. Muchos rezan en sus casas o están agrupados en lugares de oraciones", añade bajo condición de anonimato. Explica que la LIC prohíbe a sus miembros hacer declaraciones a periodistas.
En 2013 las actividades del Ramadán se realizaron el Acuario Nacional y el año siguiente en el Paseo del Prado.
Este año, por segundo consecutivo, los convertidos sunitas harán sus rezos, actividades y abstinencia en la mezquita Abdallah, que controlan y a la cual acuden pocos chiitas. Esa otra corriente fue autorizada a concentrarse dentro de la Isla en el año 2000.
"Nosotros rezaremos aquí todo el mes del Ramadán. No sé si los chiitas rezan o no, o si vendrán a la mezquita", dijo Samir, sunita miembro de la Liga Islámica y uno de los cinco musulmanes que pudo viajar a la Meca en 2014 gracias a una gestión del Gobierno de Arabia Saudita.
A la mezquita, ubicada en la calle Oficios e inaugurada en junio de 2015, también acuden extranjeros, principalmente estudiantes africanos y diplomáticos.
"Vinieron unos pocos el sábado, el domingo habían menos, hoy lunes ha aumentado el número de personas", dijo un custodio de la mezquita tras el primer fin de semana de Ramadán. "El pasado año sí estuvo bastante concurrido, había musulmanes de otras provincias que prácticamente no salieron de aquí", añadió.
En la mezquita Abdallah hay que cumplir directrices de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que incluyen no hacer fotografías, encender los aires acondicionados en casos especiales (no especificados) y seguir las orientaciones del custodio, único autorizado a abrir los baños.
Asimismo, establecen que "no se puede vender la comida que se ofrece dentro de la mezquita" y que ningún musulmán puede dar una conferencia "sin previa autorización".
Otros sunitas se concentran en el Centro Malcom X, en la vivienda del musulmán Hassan Gafur, en el Cerro.
Por su parte, los chiitas habaneros están mayormente concentrados en el centro islámico Masoumi, en la localidad de Lawton. Otro centro, dirigido por el chiita convertido Mohamad Reza, de 35 años, y ubicado en Santo Suárez, es visitado los martes, jueves y domingos por más de 30 de musulmanes de nacionalidad árabe con estatus de refugiados en Cuba.
"Enviaremos una delegación al centro Abdallah para el rompimiento (fin del ayuno) que harán los sunís, aunque nuestras actividades las realizaremos en nuestros centros islámicos", comentó vía telefónica Reza .
Una fuente chiita dijo que esa rama recibe ayuda en Cuba de diversos grupos islámicos de Irán y que debe reunirse todos los meses con funcionarios de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista para dar a conocer sus actividades. Una obligación similar tendrían los sunitas.
Entre los retos que enfrentan los musulmanes está la dificultad de contar con un Corán para el estudio. Un ejemplar de ese libro fundamental para su religión puede costar 20 CUC en los negocios de libreros privados.
"Yo puedo leerlo porque lo tengo de manera digital en mi celular, me lo pasaron en la mezquita", comentó un sunita de 26 años. "Aquí también se viene a estudiar el Corán, pero no podemos llevarlo para la casa".