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Cuba después de Fidel

Elecciones sin Fidel: delegados, ¿y después?

Varios opositores se presentarán como candidatos en las elecciones municipales. ¿Con qué estrategias?

La Habana

Serán las primeras elecciones con la oposición en pleno. De paso, como por azar, también serán las primeras elecciones sin Fidel. Incluso sin el parteaguas simbólico del último noviembre serían las primeras elecciones sin Fidel, porque finalmente se eclipsa la generación de la guerrilla. Ya no son presidenciables. Ya realizan el traspaso forzoso.

Que la oposición concurra en pleno, aunque novedad, ni siquiera garantiza decisivamente la construcción de una democracia cubana. Es un síntoma, eso sí, de vitalidad cívica. Pero los candidatos solo podrían llegar, con fortuna, a las asambleas municipales. El resto del edificio seguirá intocado mientras se mantengan, oscuras y omnímodas, las comisiones de candidatura que hacen el trabajo del Partido Comunista (PCC) sin que el PCC aparezca. Esa es la piedra de toque de un sistema electoral que simula participación y la permite en el primer escalón.

Estas serán las primeras elecciones sin Fidel y van en busca de una brecha: la grieta de la participación. Con las asambleas municipales al alcance de la mano, la oposición ha asumido que vale la pena estar ahí.

La decisión de ir al escrutinio también tiene detractores. Algunos piensan que participar en desventaja implica jugar la partida de otro, hacer la comparsa del sistema. Otros confían en el efecto de participar. El efecto aquí parece un fetiche.

Quizás la oposición ahora mismo esté desperdiciando un momento preliminar, un anticipo del rumbo que tomarán estas primeras elecciones sin Fidel. Por estos días los delegados que algunos opositores aspiran a sustituir "rinden cuentas" a sus electores, en plan de justificar su gestión, bajo el lema tácito del Poder Popular: "No hay soluciones, pero sí tenemos respuestas para todos". Si van a jugar ahí, no pueden ignorar las reglas de la partida. Si van a las elecciones deben conocer, con fines de perfilar el programa, qué respuestas puntuales, qué eventos comunitarios están desconectados de las soluciones. Atender a la rendición, pedir las razonables cuentas, debió figurar al principio de todo.

Julio Aleaga Pesant, miembro de la secretaría ejecutiva del movimiento Candidatos por el Cambio, dijo a DDC que si bien "las instituciones oficiales son agentes de 'no cambio', en ellas hay ciudadanos que apuestan por el cambio gradual, con gobernabilidad y de la Ley a la Ley". Falta ver, no que esos ciudadanos existan, sino cómo harán visible la "apuesta" que dice Aleaga. Falta ver cómo se articulará la cooperación con esos ciudadanos, qué papel desempeñarán en un escenario que empieza a remover sus resortes de participación. Sobre todo porque transcurren tiempos de tempestad sorda: lluvia sin truenos, presión sin alboroto.

Candidatos por el Cambio se propone usar "las estructuras de base del Estado cubano" para "promover la democracia", según el programa que declara en su sitio web. Además, y como síntoma interesante de un movimiento que se presenta estrictamente cívico, declara su vocación "apartidista". Este grupo envió en 2015 una propuesta de modificación a la Ley Electoral que fue desoída por la Asamblea Nacional del Poder Popular. Ahora usará la ley tal cual existe.

En la misma línea de Candidatos por el Cambio, otros grupos participarán de las primeras elecciones sin Fidel. Bajo un signo común, Somos+ y #Otro18 intentarán al menos la nominación. La reacción gubernamental está prevista: biografías peyorativas de los candidatos opositores, disuasión de los electores, procesos judiciales inhabilitantes ―recurso usado, con bastante anticipación, contra Eliécer Ávila―. La represión contra el proyecto Candidatos por el Cambio ha sido "como es contra todas las visiones democráticas y modernizadoras de la Isla", dijo con parquedad Aleaga a este diario.

En caso de ser electos, este sería, a juicio suyo, el papel de los delegados de oposición: "Participar en la construcción del buen gobierno y el consenso político. Luchar contra la corrupción. Devolver la honestidad y la decencia a la política nacional. Mejorar el nivel de vida de la población a partir de la resolución de los problemas de la comunidad".

Aleaga describe generalidades estratégicas. El rumbo táctico parece menos evidente, acaso porque será circunstancial. Al delegado se le concibe, desde los presupuestos del sistema, una mediación débil entre la comunidad y los burócratas. Es la piedra filosofal que intenta salvar las apariencias de democracia.

Si las asambleas municipales devendrán una nueva liza política, un campo de batalla ideológico inesperado, ese escenario posterior a las primeras elecciones sin Fidel sigue presentándose vago. Quizás en el empeño de llegar, fatigados por el esfuerzo mental, nadie cuenta todavía lo que supone qué hará ahí.

 


En una primera versión de este artículo, se publicó que la organización Cuba Decide buscaba nominar candidatos independientes a las "elecciones" castristas cuando esto es erróneo. Cuba Decide propone la realización de un plebiscito vinculante para iniciar una transición a la democracia.

 

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