Ismael Cala, uno de los rostros de la televisión hispana en EEUU, viajó en diciembre a Cuba después de 15 años de ausencia y de no haber podido entrar a su país en 2002 por "problemas de papeles", según dio a conocer el Diario Las Américas.
En su viaje estuvo en el cementerio de Santa Ifigenia, donde visitó el mausoleo de José Martí y el de Fidel Castro, "porque está al lado".
"Me dio curiosidad. Fue el momento que más historias mías removió, negativas, trágicas, vi la piedra que representa la muerte de Fidel y pensé, quiera yo o no, nací bajo el designio de este país, de lo que era mi país y mi destino por 28 años. Y simbolizado en esa piedra, al lado del majestuoso monumento a Martí, reflexioné sobre cómo veía yo esa historia, que nunca supe cómo iba a desenvolverse en mi tiempo de vida", explicó.
Sobre la situación en la Isla, dijo haber "encontrado una Cuba mucho más abierta y receptiva para dejar que alguien que piensa diferente, entre, conviva y no lo consideren directamente un enemigo".
"Siento que es un país en mejor condición que el que dejé. He visto a Santiago de Cuba, como ciudad, mejor que nunca, mi pueblo no, El Caney la verdad fue un desastre", agregó.
Resumió sus deseos para el país en "pluralidad, competitividad" y "apertura al mundo".
También señaló que le gustaría poder "regresar cada dos meses, (…) para traer aquí esas conferencias que hago por el mundo, que no hablan de política, sino de un despertar de conciencia, de empoderamiento personal con el que no eres parásito del Gobierno, sino que asumes tu potencial y desarrollo en pos de una sociedad".
Asimismo, señaló que la gente lo reconoció.
"Fui al Hotel Nacional y un señor me dijo: 'oye te recogieron, que bueno chico porque hacía falta'. Y en el sentido de que 'me recogieron', obvio porque mucha gente supo que no me dejaron entrar en 2002", explicó.
Sobre la negativa a entrar a la Isla, dijo que fue "un acto humillante".
"No me quedó otra alternativa que bloquear a Cuba. Mi comunicación con mis familiares fue la mínima posible, para que supieran que yo estaba bien, pero dejé de escuchar música cubana, de ver cine cubano, de escuchar noticias sobre Cuba, porque cuando te pasa algo así, tienes que salir adelante, y dije en algún momento regresaré", explicó.
Sin embargo, destacó que "hay muchos cubanos como" él, que fueron "catalogados de gusanos, de pestes, de desertores, de apátridas", pero que ahora han "podido viajar sin conflictos".
Se mostró defensor del "diálogo": "Yo apuesto por el diálogo, porque el cubano debe tratar de aportar algo a su país. Claro, yo no perdí mucho, a mí no me confiscaron una casa, no me quitaron nada. No puedo hablar por los que vivieron esa situación, pero sí puedo hablar por mi abuelo que fue preso político, que murió en el exilio en New Jersey. Yo no puedo cambiar la historia de mi abuelo, lo único que puedo hacer es ver cómo me inserto, de manera constructiva y positiva, en la historia de mi país".
Se refirió, también, "a los comentarios de la gente, que aun de manera absurda dice que fui a Cuba a dejarles dinero a los Castro, que estúpidos porque yo fui a dejarle dinero a mi sobrina, y a darle a mi sobrina el regocijo de que viera a su tío".