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Religión

¿Quién cree en la Virgen de la Caridad del Cobre?

La cantidad devotos que acudió a celebrarla en La Habana hizo que se cerraran las cuatro cuadras que separan la calle Salud de la avenida Galiano.

La Habana

Con la Caridad del Cobre no pasa lo que con San Lázaro; los que se acuerdan llevan una pieza o van vestidos por completo de amarillo, pero sin martirios. Y no es que se crea menos en la Patrona de Cuba, es que la gente cree que a la Virgen se llega más fácil.

La cantidad de gente que asistió a la iglesia de la Virgen de la Caridad, en Centro Habana, hizo que se cerraran las cuatro cuadras que separan la calle Salud de la avenida Galiano. Los vendedores de flores y velas abordaban a sus anchas a todo el que suponían que fuera devoto.

En las puertas de la iglesia ocurría el gran espectáculo. Los mendigos que pedían dinero para comer eran recompensados como nunca; pasaban los que llevaban ramos de flores, velas encendidas, calabazas para la Virgen o para Oshún; estaban los que le hacen vídeos a todo y entran con los móviles en alto tratando de capturar alguna buena imagen, y hasta una pareja de jóvenes promocionando su proyecto de peregrinaciones al Santuario de El Cobre, que incluye las gestiones de pasajes en avión, el transporte al aeropuerto, el alojamiento y el transporte a la ermita.

Este jueves las beatas no se preocuparon por los que entraban en shorts, camiseta o cualquier otra ropa inapropiada. Este jueves se suponía que la Virgen lo perdonaba todo o lo juzgaba todo con mayor severidad.

Por eso había quien estaba convencido de que si las brigadas represoras que esperaban en las esquinas a que aparecieran las Damas de Blanco se atrevían a golpearlas, el castigo sería mayor del que ya merecen.

A las 2:00 de la tarde, la misa de la Iglesia de la Caridad parecía un recinto ferial aun cuando hubiese muchas personas pendientes de la liturgia.

En La Habana todos creen en la Virgen de la Caridad: la señora devota que tiene un altar en su casa, el santero que también le encenderá la vela a Oshún el 12 de septiembre, el que hace la promesa para que le digan que sí en la entrevista en la embajada, la policía que compra las flores para ponerlas en la sala de su casa, la embarazada que quiere que su gestación llegue a feliz término. Todos menos la Seguridad del Estado.

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