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Sociedad

Los videojuegos en Cuba

Aun sin internet, los jóvenes construyen sus redes para jugar y competir, incluso en salas de cine 3D clandestinas.

La Habana

Hace dos décadas solo los hogares privilegiados en Cuba disponían de una computadora, ya fuera porque algún familiar la había traído del extranjero o porque uno de los padres era informático y ese era su medio de trabajo. Las opciones de recreación de niños y jóvenes estaban principalmente en la calle, a excepción de los que contaban con una nintendo o una playstation y pasaban horas hipnotizados frente a la pantalla del televisor.

Ahora, con el auge creciente de la tecnología, todo el que puede se las arregla para obtener una computadora, aunque sea comprada por piezas. Y, aunque entre las niñas y muchachas es muy rara esta afición, la mayoría de los varones son adictos a los videojuegos, y una gran parte de los jóvenes cubanos pasa su tiempo libre frente a la pantalla de una computadora.

Sobre todo si son de los afortunados que forman parte de la red digital que une casas, calles y municipios con nanostation y cables. Se trata de un conjunto de redes locales que intenta reemplazar a internet, y donde pueden jugar, chatear y hasta conocer gente nueva a través de foros juveniles que imitan a Facebook. Muchos de ellos, sin mejores opciones en sus vacaciones, dedican días enteros a jugar on-line.

Otros, que no tienen la suerte de estar en la red, llevan sus laptops y hasta cargan pesadas PC de escritorio a casa de algún amigo que sí esté conectado.

Los grupos "desconectados" pero adictos también a los videojuegos, se reúnen en una misma casa o apartamento e improvisan LAN parties enlazando los equipos, donde se enrolan en enardecidas contiendas. Se retiran a sus casas solo a dormir y a comer, dejando sus computadoras atrás y regresan después de  haber descansado el mínimo.

Sin embargo, los que no han podido siquiera agenciárselas para armar un "frankestein" (una PC con varios accesorios caducos), tienen que pagar por su entretenimiento.

Se sabe que los cines 3D y los locales de videojuego, después de legalizados como actividad cuentapropista, fueron declarados ilegales y desarticulados, pero siempre ha permanecido alguna sala funcionando en las sombras. Grupos de entusiastas  jóvenes acuden a estos locales donde se enfrentan en equipos rivales entre repartos o municipios, durante toda la madrugada.

En estas salas clandestinas, algunas en los peores barrios de La Habana, se reúnen adolescentes que son potenciales delincuentes y canalizan su hiperactividad o violencia de forma virtual. Y aunque el ambiente es denso y muy competitivo, cargado de insultos y malas palabras, es muy raro que ocurra una pelea.

El precio que pagan por su diversión generalmente es de 2 CUC por cada jugador cuando alquilan la noche, o de 10 a 15 CUP si pagan por horas sueltas.

El eje de las contiendas en estas salas y en la red en general, principalmente es el DotA, un juego de estrategia a tiempo real. Conocido en todo el mundo desde el 2011 en que se realizó el primer torneo mundial, su popularidad aumenta cada año. Ya el Estado cubano organizó su propio torneo a nivel nacional usando los Joven Club como escenario. Pero los encuentros y competencias coordinados de forma alternativa superan con creces al oficial. El juego ha generado enormes eventos en La Habana, y otros de menos voltaje en localidades como Pinar del Río o Guantánamo.

La iniciativa de los fans del DotA llevó a crear una revista llamada Nick, anunciada en la clausura del pasado Festival Otaku. En sus páginas se informa sobre los recientes torneos cubanos de DotA y los que están por suceder, así como qué equipo va ganando y detalles sobre sus integrantes. Además, se anuncian los últimos juegos salidos al mercado.

El fascinante mundo de los videojuegos atrae cada vez a más jóvenes. Están los que no tienen que luchar por su sustento y emplean prácticamente todo su tiempo como protagonistas de esta realidad paralela; los que conviven en hogares disfuncionales y  jugar es su único escape; y otros con vidas más normales para quienes es su hobby preferido, o hasta quienes vuelcan en él toda su creatividad y pasión. Muchachos de diversas de edades que aspiran a ser la estrella, el mejor jugador, no importa si no a escala mundial. El reconocimiento a nivel de barrio o de red, es un triunfo que miles tienen como su mayor sueño.

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