Desde los inicios de la conquista española, en Cuba estuvo presente la importación de negros como fuerza de trabajo esclava. Llegaron con los conquistadores en las primeras carabelas y fueron los sustitutos naturales de la población indígena, que desapareció con la insaciable explotación colonizadora. Los africanos fueron masiva y cruelmente raptados de sus tierras por la trata negrera en los siglos XVIII y XIX, ante las necesidades de la economía de plantación. Fueron mayoría en las luchas independentistas para finalmente ser considerados ciudadanos de segunda durante la república y mantener el estatus de grupo vulnerable durante la revolución.
La contribución afrodescendiente a la identidad y cultura nacional es sustancial. Sin embargo, y a pesar de sus aportes, es todavía vista por muchos eurodescendientes como "cosas de negros". El enmascaramiento del racismo en la sociedad cubana actual es propiciado por una élite que ha mantenido los patrones discriminatorios como parte de su cultura de ascendencia hispana. Se ha escudado en la defensa de una identidad cubana, equiparada y amparada en la unidad nacional y la igualdad como principios generadores de la integración racial.
En la Cuba de hoy no se habla de racismo, porque es un tema tabú en los medios oficiales. No existen estadísticas diferenciadas sobre la población afrodescendiente que permitan un análisis y comparación con los hispanodescendientes. Así plantea una de la pocas investigaciones al respecto, realizada por Pablo Rodríguez y Lázara Carrazana en 2004: "La escasez de datos que toman en cuenta la variable del color de la piel hace difícil la extracción de conclusiones con apoyo estadístico sobre las condiciones cambiantes en que se encuentra la población no blanca en el país".
La racialidad solo ha sido tratada en unas pocas revistas especializadas del país, cuya trascendencia no sobrepasa los límites de estudiosos y académicos. La carencia de análisis diferenciados y la pretensión de ocultar una sociedad cada vez más estratificada, económica y racialmente, resulta en un mayor desconocimiento de la situación de los negros y mulatos cubanos y profundiza su marginalización.
Entre los objetivos primarios de este dossier, que se desarrollará progresivamente a lo largo de las próximas semanas, está la presentación de puntos de vista contrapuestos, la visión oficial y la de grupos de activismo cívico, incluyendo a los opositores. En algunos casos, esto no fue posible. En primer lugar, por el temor de personalidades y estudiosos —insertados en instituciones oficiales o radicados cómodamente en el exterior—, a expresarse en un medio como DIARIO DE CUBA. O a reconocer abiertamente la existencia de una problemática racial en la Isla, a tenor de que se respetarían todas las opiniones.
No obstante, este dossier presentará la realidad de los afrodescendientes en Cuba desde una perspectiva plural. Tratará de mostrar y contraponer los diversos puntos de vista, escrutando las diversas aristas del tema, planteando y buscando soluciones para un problema pendiente de resolver en una Cuba verdaderamente democrática.
Editoras: Maricel Nápoles, Yusimí Rodríguez López, Verónica Vega, María Gutiérrez. Fotos: Waldo Regüeiferos Gutierrez.