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Opinión

La miseria de los millones

'Gracias, Paris Hilton. Gracias, Naomi Campbell. Ha sido un pequeño paso para el ser humano, pero ciertamente será un gran paso adelante para la humanidad.'

Providence

¿Adónde irán corriendo los millonarios yanquis tan pronto puedan reconquistar económicamente a Cuba? ¿Adónde están corriendo ya hoy, cuando este o aquella se escapan hacia la Isla entre las grietas legales del embargo norteamericano contra el castrismo?

La respuesta es tan elemental que puede resultarnos decepcionante. La mente de los millonarios es así: mediocremente predecible, a pesar de su millonaricidad. Los millonarios yanquis van a donde fueron siempre los yanquis: a coquetear con el poder, a hacerse cosquillitas codo a codo con los cómplices de ese poder, más allá de ideologías y crímenes y esas estupideces al margen de lo económico.

El dinero decide. La libertad de los cubanos, como el cielo, bien puede esperar otros 56 años.

Y nadie los podría culpar. Los millonarios también tienen derechos humanos y hay que respetárselos. Por ejemplo: la ostentación de sus oros en una atmósfera de despotismo que los acuna, haciéndolos sentir así impunes hasta el infinito, lo cual es extremadamente excitante. Se llama sadomaterialismo dialéctico. Y es no solo orgánico, sino también orgásmico.

Las excelentes excéntricas de Paris Hilton y Naomi Campbell no han sido ni serán las excepciones al poner un primer pie en La Habana. De suerte que ambas supermodelos compitieron entre sí para hacerse sus selfies supersolventes con las sobras zoocialistas de la Revolución. Clic, flash, twit, instagram.

Paris Hilton, cuyo abuelo Conrad tenía la franquicia del Habana Hilton que le fue expropiado a la fuerza por Fidel Castro décadas atrás, posa de pronto ante el hotel como si de otro planeta se tratara, y encima va a sonreírle al clan familiar de los descendientes dinásticos, los mismos que hoy cocinan como capos una autotransición en Cuba hacia el capitalismo de Estado: Fidel Castro Díaz-Balart (hijo del tirano retirado Fidel Castro Ruz), Deborah Castro Espín (hija del actual tirano Raúl Castro Ruz) y Fidel Castro Smirnov (hijo de Fidel Castro Díaz-Balart).

Esta cacofonía de Castrolandia 2.0 es un set cínico de cine mucho más glamuroso que las pobretonas pasarelas del Hollywood superstar. Y es que el horror siempre es muy rentable en términos de guión y casting. En este caso, de Castring…

Naomi Campbell le cayó a piñazos y a fuckyous a un reportero que la esperaba a la salida del Hotel Nacional. Su maquillaje de Barbie de la barbarie en todas las fotos parece una exageración de momia mulata del Período Castrozoico. El sol de Cuba y la falta de aire acondicionado no perdonan a nadie. Mientras, Paris se retrataba con tabacos titánicos en poses medio falsas y medio fálicas, siempre con su expresión entre arrogante y hastiada de quien desea cobrar y largarse de vuelta a la civilización.

Por supuesto, dado que Naomi Campbell era tan amiga de Hugo Chávez como lo fuera Oliver Stone, también recorrieron la miseria en este tour al totalitarismo: esas ruinas estetizadas que tanto atraen al tedio del Primer Mundo y a la bulimia de la academia norteamericana. Mientras que Paris se retrata en una plaza pop del puerto podrido de combustibles y heces fecales de la bahía de La Habana.

Como hadas mediáticas, todo lo que tocan estas dos divas lo trocan en titular, no importa que en Cuba toda la prensa sea un monopolio del Partido Comunista (el único legal). Como princesitas de plástico, a su paso ambas van dejando el halo de hetaira de un cometa de hielo histriónico.Y el pueblo de Cuba les agradece el espectáculo que los saca de su inercia disciplinaria, mientras que el exilio cubano se cae de culo entre la indolencia y la indignación.

Cuanto antes los Estados Unidos quiten unilateralmente el embargo financiero y comercial contra la gerontocracia de La Habana, mejor: los millonarios yanquis lo están exigiendo incluso con sus mejores mujeres entre el proselitismo y la plusvalía y otras p improcedentes. A falta de democracia —ese demonio ya demodé—, cuanto antes la Casa Blanca legitime a la dictadura cubana como una dictacracia decente, mucho mejor.

Gracias, Paris Hilton. Gracias, Naomi Campbell. Ha sido un pequeño paso para el ser humano, pero ciertamente será un gran paso adelante para la humanidad. Porque, paradójicamente, es en un país de capitales comunistas donde por primera vez, en toda la Latinoamérica resentida y antinorteamericanista, se oye el grito grosero de: "¡Yanquis, come home!"


Este artículo apareció en el sitio PanAm Post. Se reproduce con autorización del autor.

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