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Cuba-EEUU

Canales de comunicación con Castro

'Back Channels to Cuba' recorre la historia de las relaciones ocultas, y no tan ocultas, entre los presidentes de EEUU y los hermanos Castro.

Londres

El mes pasado se publicó un libro dedicado a la historia de las relaciones entre la Cuba de Fidel Castro y EEUU: Back Channels to Cuba, escrito a dos manos por William M. LeoGrande y Peter Kornbluh.

El volumen de 563 páginas recorre la historia de las relaciones ocultas —y otras no tan ocultas— entre los presidentes de EEUU, desde Eisenhower hasta Obama, y los hermanos Castro. Para alguien que disfruta leer sobre historia, el libro pasa de una intriga a otra con lucidez y detalles muy coloridos. Uno de esos detalles lleno de color que me arrancó una carcajada fue esta anécdota de una de las reuniones entre ambos gobiernos. 

Durante la administración de Carter, a finales de 1980, una delegación del Departamento de Estado y del NSC (National Security Council) se reunió con enviados cubanos de alto nivel. Encabezaban, por el lado cubano, José Luis Padrón, Antonio de la Guardia y José Antonio Arbesú. Era la quinta reunión y se producía en Cuernavaca, México.

"Los dos equipos se establecieron en el Hotel Villa del Conquistador, Con amplios y exuberantes jardines y pequeñas cabañas detrás del hotel principal." Después un par de días de negociaciones, ninguna de las partes logró mucho avance. "A pesar de que los cubanos no sacaron ninguna concesión a Estados Unidos, se llevaron algo más", afirma el libro.

"Tan pronto como la delegación cubana partió, el equipo estadounidense fue visitado por la dirección del hotel." David Newsom, que era parte de la delegación de Carter, recuerda que el director del hotel le dijo: "¿Quién va a pagar por las toallas y ropa de cama? Sus amigos del otro lado del hotel que acaban de irse se han llevado todas las toallas y toda la ropa de cama con ellos".

El equipo de alto nivel de negociadores estadounidenses se quedó atónito. "¿Ves?", bromeó David Aaron. "El embargo funciona."

Desafortunadamente, para ser un libro histórico el texto está demasiado viciado con las opiniones de los autores o para ser más preciso, con tres ideas:

1) La política del embargo no funciona.

2) Fidel Castro ha hecho más gestos unilaterales de acercamiento que EEUU.

3) Ahora es el momento de restablecer las relaciones bilaterales entre las dos naciones de un plumazo. El poco a poco no funciona, según los autores.

En una tarde placentera y lluviosa de Londres en la que leía el libro acompañado de una copa de vino blanco y sentado al lado de mi hijo Richard de 11 años, este me hizo una observación que me pareció interesante: "Papá, esa página que estás leyendo está llena de la palabra Castro".

Le dije que tenía razón, pero se trataba de un libro sobre parte de la historia cubana más reciente y los hermanos Castro llevan más de 50 años en el poder.

"Pero el libro se llama Back Channels to Cuba, no Channels to Castro", me inquirió mi hijo de nuevo.

A lo que le contesté que estaba viendo solamente una página, no el libro en su totalidad, y para hacerse una visión más general del tema tendría que leerse el libro completo.

La perspectiva de leerse un libro sin muchos dibujos y con medio millar de páginas le calmó de momento su curiosidad. Y luego de este diálogo me puse a mirar las páginas anteriores, posteriores, los capítulos anteriores y posteriores, y me di cuenta de que era un patrón que se repetía en todo el libro. Las historias estaban todas relacionadas con Castro y los presidentes de EEUU, no había nada o casi nada de Cuba y su diversidad de pensamiento.

Creo que solo en una parte al final del volumen se menciona que para EEUU siempre fue más difícil negociar con "Cuba", porque EEUU tenía que contar con los electores, pero Fidel no tenía ese "problema".

Otro patrón que se repite en todo el recorrido histórico que hace el libro es un ataque sutil a las administraciones demócratas de la Casa Blanca y otro frontal a las republicanas por no lograr normalizar las relaciones con Cuba en más de medio siglo.

El ataque contra el exilio de Miami más que frontal es insidioso. Uno se lleva la impresión de que en Miami solo viven terroristas o abogados de la violencia que se han arrepentido con los años.

El análisis de los autores se queda con frecuencia en la superficie de los conflictos entre los dos gobiernos. Según ellos, Castro cumplió con las demandas de al menos dos administraciones estadounidenses al sacar las tropas de África y detener el envío de armas a guerrillas en Latinoamérica. Entonces, ¿por qué no se establecieron relaciones normales entre Cuba y EEUU tras la caída del Muro de Berlín?

Afirman ellos que fue porque a George W. Bush se le ocurrió exigirle a Castro elecciones libres, libertad de expresión y de asociación para los cubanos, demandas "imposibles" según los autores.

Por supuesto, llegado el momento, no faltan los ataques a USAID y los fondos para el fomento de la democracia en Cuba por las administraciones de Bush (hijo) y Obama. A uno le da la sensación de estar leyendo uno de esos editoriales recientes de The New York Times en contra del embargo, solo que este tiene 563 páginas.

El último capítulo, "Obama", despierta en uno el déjà vu que se ha ido acumulando durante todo el libro: las administraciones americanas fallan en cumplir sus promesas y Castro está siempre dispuesto a negociarlo todo. Una falacia que todos los que hemos vivido un poco en la Isla conocemos muy bien. Libertad de expresión y asociación nunca han estado en la agenda de los hermanos Castro y mucho menos el pluripartidismo.

Un viejo amigo periodista y escritor me dijo una vez que al analizar la historia, las herramientas de análisis son cruciales, y si lo único que tienes en la mano es un martillo, todos los problemas te parecerán clavos. En mi opinión, la historia de las relaciones entre EEUU y Cuba que nos cuentan los autores de Back Channels to Cuba les ha quedado como una interesante casa de madera.

Me hubiera gustado que, además del martillo y de Castro, hubieran visto que dentro de la casa de madera existe un pueblo que no va a aceptar ningún arreglo que no incluya sus libertades fundamentales y un dictador que jamás claudicará su poder adquirido con sangre.

De paso para ser mas precisos, los autores del libro, deberían cambiarle el título a Back Channels to Castro. Pues resulta un error muy común confundir a Cuba con Castro.

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