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Opinión

La idiotez de la amalgama

Las banderías del 'problema cubano' se vuelven tan irracionales, que ya peligra la simple lógica argumentativa.

Miami

Trotsky usaba el término amalgama para designar la táctica estalinista de meter en la misma bolsa a distintos rivales, incluso adversarios entre sí, y acusarlos de diversos crímenes, aun mutuamente excluyentes. Así mismo suelen proceder, ya solo con argumentos, los bandos clásicos emergentes de "ese fenómeno histórico denominado revolución cubana".

La "batalla de ideas" deriva de la situación que Lezama Lima [para estar a la moda de reciclarlo con cualquier pretexto] echaba de menos: "La buena guerra, la total, la llevada hasta el exterminio, sangre y espada totales, no aparece por ninguna parte. El hombre ya no sólo no se deja matar por ninguna idea. Lo que es más horrible: por ninguna de sus pasiones llegaría hasta la muerte". Arraiga entonces la tendencia a desfogarlas en los diversos espacios de opinión, con micrófono, teclado o garganta como armas, pero con la misma lógica instrumental de la buena guerra, que busca imponerse tan sólo por conexión exitosa de medio a fin. Cada vez importa menos que del buen argumento sólo quede su enemigo.

Amalgama de muertos

En la "batalla de ideas" ni siquiera los muertos de las otras están seguros. Un tribunal cubano condenó (noviembre 2, 1999) al gobierno de Estados Unidos por los "daños humanos" de su guerra sucia (1959-97) contra Cuba: 3478 muertos y 2099 incapacitados, que valen 181.100 millones de dólares. En el desfile de la prueba (julio 5-20, 1999) pasó casi inadvertido, por entre los dolorosos testimonios de familiares de las víctimas y ocho tiras fílmicas, el informe del general Leonardo Andollo: el parámetro normal es 0.4% de la población sobre las armas, pero en Cuba llegó a 2.3% como consecuencia del peligro de agresión armada directa del Norte. A este "sobredimensionamiento" se atribuyó el grueso de las muertes (2354) e incapacidades (1833), con amalgama de las causas concretas de defunción y lesiones en el servicio militar.

La bandería contraria empina en bloque a los fusilados como víctimas del castrismo, sin discernir cuántos fueron al paredón antes de que la gente pudiera arrastrarlos por las calles como castigo por sus crímenes. Castro dijo (enero 22, 1959) a casi 400 periodistas en el Copa Room (Habana Riviera) que "se fusila con el consentimiento y el apoyo del 93% de la población". Y así lo confirmó el corresponsal Jules Dubois (The Chicago Tribune), quien nada tuvo de castrista: "la oposición y las protestas contra las ejecuciones parecen surgir de todas partes, menos de Cuba, [donde] hasta la Iglesia Católica Romana apoya la intransigencia de Castro, [porque] la caridad no puede impedir la justicia".

Más acá de la prensa se entiende que los parientes de los fusilados jamás aceptarán semejante cosa. Por ejemplo, los familiares del último jefe de la policía batistiana en Santa Clara, coronel Cornelio Rojas, aseguran que nunca torturó a nadie y fue fusilado sin juicio. Sin embargo, Samuel Feijóo reportó in situ la ejecución y precisó que Rojas fue sometido a juicio sumarísimo, se arrepintió de sus servicios a la dictadura y deseó el triunfo total de la revolución cubana. Feijóo tomó aun fotos del instrumental de tortura de la jefatura de policía de Santa Clara, que nadie pudo haber plantado: el quemapié de hierro y el bombillo hirviente, los blackjacks y el vergajo de toro, el pincha-ojos y el saca-uñas, la tenaza para la lengua y las pinzas de corriente eléctrica para el oído interno…

Amalgama de presos

Igual de ilustrativa es la amalgama de causas penales "nada vinculadas a la política" que Enrique Ubieta endilgó a Orlando Zapata Tamayo: "procesado por los delitos de violación de domicilio (1993), lesiones menos graves (2000), estafa (2000), lesiones y tenencia de arma blanca (2000: heridas y fractura lineal de cráneo al ciudadano Leonardo Simón, con el empleo de un machete), alteración del orden y desórdenes públicos (2002)". Este último pleonasmo expone ya la amalgama deliberada entre delitos políticos y comunes, porque se refiere a un taller sobre derechos humanos, montado en el Parque Central, que terminó con la detención de Zapata Tamayo y otros, pero ni siquiera hubo juicio.

Al usar "procesado" en vez de sancionado, Ubieta dejó sin aclarar en qué pararon las demás causas penales. La sospecha se acentúa cuando Ubieta agrega que Zapata Tamayo "fue liberado bajo fianza el 9 de marzo del 2003 y volvió a delinquir el 20 del propio mes". Fue liberado luego de haber sido arrestado con el Dr. Oscar Elías Biscet (diciembre 6, 2002) y volvió a delinquir por tomar parte en huelga de hambre para pedir la liberación de Biscet. Así paró en Villa Marista y encajó tres años de cárcel por acciones muy "vinculadas a la política".

Los presos políticos son parte fundamental del "problema cubano" y su liberación incondicional, parte indispensable de la solución. Sin embargo, esta exigencia meridiana contrasta con la amalgama de personas de carne y hueso que vienen elaborando tanto la Coordinadora Nacional de Presos y Ex Presos Políticos como la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Sus listas parciales tienen marcada diferencia numérica y algo peor: igual debilidad conceptual, porque incluyen como presos políticos hasta extranjeros convictos de terrorismo, como los salvadoreños Raúl Ernesto Cruz y Otto René Rodríguez.

Amalgama 'made in CIA'

Al despedir el duelo (octubre 15, 1976) de las víctimas del crimen de Barbados (octubre 6, 1976), Fidel Castro declaró: "Detrás de estos hechos está la CIA, [que] inventó ahora el tenebroso recurso de hacer estallar aviones civiles en pleno vuelo". Como Castro no se equivoca, el general (retirado) Fabián Escalante Font, ex jefe y actual historiógrafo de la Seguridad del Estado, tiene que aseverar: "Posada sabe demasiado, [ergo] EE UU no podía permitir que Posada fuera juzgado".

Pues bien, ya lo están juzgando, al menos "por mentiroso, no por terrorista", y la jueza federal Kathleen Cardone apretó las clavijas al admitir como prueba las confesiones de Posada que la periodista Ann Louise Bardach grabó en Aruba (ca. junio 18, 1998). Esta decisión es crucial para el juicio contra Posada (de enero 11 en adelante), pero se notició por el sitio Café Fuerte y se difundió tan sólo por DIARIO DE CUBA. Los medios obsesionados con Posada (Cubadebate, Granma, Telesur, Cubavisión…) enmudecieron, quizás porque Cardone desbarató la amalgama que ellos mismos prepararon al juntar a la jueza con la Casa Blanca tras haber fallado antes (mayo 8, 2007) a favor de Posada. Para nada tuvieron en cuenta que Cardone expuso entonces: "el gobierno [id est, la Casa Blanca] cometió fraude, engañó y manipuló" en el caso Posada.

El quid estriba en que todos los exiliados terroristas o terroristas exiliados en contra de Castro son criaturas de la CIA. No hay chance ni para dar un libretazo a lo cubano. Resulta ejemplar cómo Escalante Font describe la penúltima mala suerte que corrió Posada: "Después se perdió por El Salvador, estuvo por Yucatán e ingresó a EE. UU. cumpliendo la orden de sus jefes. Posada no hubiese hecho eso nunca sin una orden expresa". Posada no "se perdió por El Salvador". Los servicios de inteligencia de Castro entregaron al FBI en La Habana (junio 15-17, 1998) al menos un video de vigilancia con Posada entrando y saliendo del hotel Camino Real [hoy Real Intercontinental] en San Salvador. Y si los jefes de Posada están aún en la CIA cabría preguntarse por qué se arriesgaron al crucero cuasi-turístico del camaronero Santrina para colarlo en EE UU. Tampoco es plausible que la CIA haya permitido a Posada contactar a Bardach para dar publicidad a la campaña de bombazos (1997) en La Habana. Menos aún que, después del revuelo por los artículos de Bardach (A Bomber´s Tale, The New York Times, julio 12 y 13 de 1998), dejaran a Posada conceder otra entrevista más, a María Elvira Salazar, para que soltara la amalgama alardosa de hallarse detrás de todas las acciones contra Castro.

En su serie reflexiva El imperio y la isla independiente (2007), Castro recicló la "constante pretensión" de EE UU de apoderarse de Cuba. Como desde 1962 no se ha visto a un solo marine en zafarrancho de combate por Cayo Hueso, la amalgama tiene que fabricarse con lo que sea: James Cason y los secuestradores de la lanchita de Regla, Rodolfo Frómeta y sus Comandos F-4, el desertor Daniel Abierno y El Nuevo Herald

Castro usó al "señor Cason" para formar (abril 24, 2003) la amalgama de que la cárcel contra "varias decenas de mercenarios [Causa de los 75] y la pena capital a delincuentes comunes [3 autores del secuestro incruento de la lanchita de Regla] fueron consecuencia de una conspiración urdida por [Washington] y la mafia terrorista de Miami". Jamás podrá entenderse, como repuso José Saramago, "que si hubo conspiración no [fuera] expulsado el encargado de la Sección de Intereses de los EE. UU. Mucho menos si "el cabo Cason" pudo serlo como respuesta de cajón a la expulsión (mayo 14, 2003) de 14 diplomáticos de Castro en EE UU.

Su "canciller de la indignidad", Felipe Pérez Roque, subió la parada con que los Comandos F-4, bajo la dirección de Rodolfo Frómeta, "se entrenan con armas pesadas para realizar acciones armadas contra Cuba y para una posible invasión". Si los agentes de la Red Avispa tenían tiempo, en medio de su afán por trabajar en bases aéreas, de velar al "terrorista número uno de Miami", ¿cómo no informaron que Orlando Bosch acota: "Frómeta es un caso de psiquiatra. Es amigo mío, pero la realidad es cero-cero. Eso está muerto ya"?

El ex director del Instituto Superior de Inteligencia (ISI) "Adriana Corcho", Néstor García Iturbe, terminaría pasándose de rosca: imputó a la CIA "una operación encaminada a erosionar la imagen de la diplomacia cubana, [como] parte del Plan de Operaciones Encubiertas contra Cuba", porque su ex cuñado, el teniente (desertor) del Ministerio del Interior Daniel Abierno, reveló a El Nuevo Herald el trasfondo seguroso de Carlos El Gallo Zamora, encargado ahora de asuntos consulares y cubanos residentes en el exterior. García Iturbe es el hazmerreír del Canal 41 de Miami (AmericaTeVe), ya que Abierno cayó primero allí, desde Kentucky, antes de que pasara, por mera cortesía del canal, a El Nuevo Herald para ser entrevistado.

Amalgama 'made in Castro' 

Así como Castro, la bandería anticastrista amalgama a contrarios reales o imaginarios como enemigos que merecen incluso la muerte. El locutor Armando Pérez Roura justificó (The Miami Herald, abril 3 de 1983, página 5) el crimen de Barbados con que "el piloto había sido condecorado por llevar tropas a Angola y su avión llevaba cinco espías norcoreanos, varios agentes secretos de Guyana y otros muchos agentes de la DGI castrista". En la guerra del Escambray (1960-65) las guerrillas contra Castro asesinaron, por ejemplo, al maestro voluntario Conrado Benítez, al brigadista alfabetizador Manuel Ascunce y a su alumno, el campesino Pedro Lantigua. Ahora se pretende mezclarlos como "delatores" en la amalgama de la memoria histórica contra el totalitarismo. Esas muertes rebajaron sin remedio la talla moral y no sirvieron para nada más que azuzar la reacción de Castro (verbi gratia: la Ley 988, de noviembre 26 de 1961) y el repudio popular contra los alzados.

Mas, ¿qué decir del castrismo tardío? Tumbó a cohetazos dos avionetas desarmadas en aguas internacionales, porque arrojaban volantes sobre La Habana, y el canciller de turno, Roberto Robaina, puso en entredicho hasta la noción de avión civil. Así allanó la justificación del crimen hasta el nivel de Pérez Roura. 

Amalgama probatoria

En el traqueteo con los documentos desclasificados de la CIA y el FBI, los defensores de Posada han llegado a plantear que fue exonerado por el FBI, ya que el agente especial Michael Foster interrogó a Posada en Tegucigalpa (febrero 2, 1992) sobre el escándalo Irán-Contras y anotó de pasada: he was not responsible for the downing of the Cuban airliner, as he was accused. Así se amalgaman la nota de un agente, que al parecer transcribía lo dicho por Posada, y el criterio institucional. Académicos de EE UU y ex alumnos de la Universidad de Miami fraguaron igual amalgama contra Orlando Bosch, al sacar un cable del FBI (octubre 14, 1976) que "refleja" haber dicho Posada: "Orlando sabía todos los detalles [de la voladura del avión en Barbados]". Este documento se agita como "prueba fehaciente" sin tener en cuenta que:

  • El cable "refleja" lo que dijo Posada ya sólo en el sentido de que alguien sin identificar informó haber entreoído (overheard) a Posada decirlo.
  • El informante de oídas aclaró no saber quién era "Orlando". En vez de Orlando Bosch, como concluyeron alegremente casi 70 personas con credenciales de educación superior, pudo haber sido Orlando García, vinculado a Posada en el mismo documento.
  • El cable también "refleja" que, tras la voladura del avión, Bosch… ¡cruzó la frontera con Colombia!, adonde habría sido llevado por Posada y García.

A esta prueba tan enclenque sumaron, también como "fehaciente", un viejo informe (1979) de "la opinión de Bosch" sobre la voladura del avión: "Hay momentos en que no se puede evitar hacer daño a gente inocente". Aparte de que la opinión es libre y nada prueba, hay opiniones de Bosch más duras y frescas, como esta (agosto 16, 2006) al corresponsal en Miami del periódico barcelonés La Vanguardia: "Aquel avión era un avión de guerra. Iban coreanos del norte, guyaneses. Comunistas todos. Los deportistas llevaban cinco medallas de oro de esgrima [y] era una gloria de Fidel. Habíamos acordado (…) que todo lo que salga de Cuba para darle gloria a Fidel tenía que correr el mismo riesgo que los que combatimos la tiranía". ¡Qué horror! Casi lo mismo que había dicho Pérez Roura, pero… ¿acaso no es la misma amalgama que fabricaron el canciller Robaina y muchos otros voceros del castrismo para justificar el derribo alevoso de las dos avionetas de Hermanos al Rescate?

Las amalgamas ya no dejan siquiera volverse hacia la historia. Por lo menos desde que Francisco Lorié Bertot dio a imprenta Rafael Díaz-Balart: Pensamiento y acción (1978) se amalgamaron el fundador (enero 28, 1959) de La Rosa Blanca, primera organización anticastrista en el exilio, y el profeta que hacia 1955 habría largado un discurso contra la amnistía a Fidel Castro y prevenido: "Esta amnistía tan imprudentemente aprobada, traerá días, muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al pueblo cubano". Eliades Acosta Matos, ex jefe del Departamento de Cultura del Comité Central del único partido, espulgó el Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes en 1955 y no encontró ni rastro de ningún discurso del finado Díaz-Balart contra Castro o la amnistía. Por el contrario, se recogió en acta que Díaz-Balart afirmó: "Vamos a votar el proyecto de amnistía amplio y generoso, con el deseo de que así sea para satisfacer los anhelos de la opinión pública y los anhelos de nuestros corazones". Y así fue, porque también consta en acta su voto a favor.

Acosta Matos publicó entonces El falso don de profecía de Rafael Díaz-Balart en Cubadebate. Aquí mismo uno de los miembros de su Consejo Editorial, Percy Alvarado, el ex agente Fraile de la inteligencia castrista, espetaría que Lincoln Díaz-Balart, hijo de Rafael, "se dedicará a revivir el pasado terrorista de La Rosa Blanca", luego de conocerse que declinaba ir a la reelección por su escaño en la Cámara de Representantes de EE UU. Para aderezar su tesis, Alvarado trajo a colación que "Rafael Díaz-Balart se opuso a la amnistía concedida a Fidel y a los otros atacantes al Moncada en 1955". Incluso citó un párrafo completo del discurso que Acosta Matos había demostrado que Díaz-Balart nunca pronunció.

Coda

Así que las amalgamas pueden llegar al colmo de blandir como verídico el argumento ya usado como falso. Tanto atropello de la razón impide que la "batalla de ideas" desemboque en un picnic nacional, donde los intereses campearían por sus respetos, como suele esperarse en política, pero se preservaría la decencia de los argumentos. Todo parece indicar que se propende más bien a resolver el "problema cubano" tal y como Stalin zanjó su discusión con Trotsky: asestándole mortal pioletazo con la mano de Ramón Mercader.

 

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