Una de las peripecias de la conferencia Cuba: guerra de guerrillas fue otorgar una placa de homenaje a Orlando Bosch Ávila, por haber sido organizador, suministrador de armas y delegado en el exterior de las guerrillas anticastristas del Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria (MIRR).
Como el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo llevó a cabo esta conferencia (octubre 12, 2010) en la Casa Bacardí (Coral Gables), sede del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Miami (UM), Jean-Guy Allard tachó al ICCAS de "contratista" de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), para enlazar "la apología de Bosch" con el contratista Alan Gross, encarcelado sin juicio en La Habana desde diciembre pasado.
Luego, unos 70 académicos estadounidenses publicaron una "carta abierta" a la presidenta de la UM, para protestar por el "homenaje al terrorista convicto Orlando Bosch". Una de las firmantes de esa misiva, la doctora María Isabel Alfonso (St. Joseph’s College, Nueva York), escribió posteriormente un artículo en el que afirmó: "no todos queremos a Orlando Bosch", como si la disyuntiva fuera quererlo o no.
El director del ICCAS, Jaime Suchlicki, se desmarcó del asunto diciendo que él "ni siquiera estaba en Miami".
Conviene aclarar que el ICCAS alquila su salón central para eventos. Así que la Casa Bacardí de Coral Gables no tiene privilegio alguno ni siquiera con respecto al banquet hall Ensueñodel oeste de Hialeah. Bosch o cualquier hijo de vecino puede entrar aquí o allá sin objeción para dar o recibir algo que no esté fuera de la ley.
A la pretensión santurrona de que aquel recinto de la UM es sacrosanto, se suma la misma paranoia semiótica que impulsaba a la KGB a dejar fuera del encuadre las botellas de Coca-Cola, cuando personalidades soviéticas se fotografiaban en el extranjero. La doctora Alfonso y los demás remitentes no se indignaron tanto porque los organizadores del evento homenajearon a Bosch, sino más bien porque otorgaron la placa en salón de la UM, con fondo en el que se aprecian logotipos del ICCAS y la UM.
Sólo sé que no saben nada
La "carta abierta" dice que "Bosch ha sido arrestado, enjuiciado y sentenciado por innumerables actos terroristas en Venezuela, Estados Unidos y otros países". Es una manera de tornar las cosas indiscernibles.
Bosch fue sentenciado por actos terroristas tan sólo en Estados Unidos. El juez federal William Mehrtens falló (diciembre 13, 1968) imponerle diez años de prisión por encabezar la organización Poder Cubano en el ataque con cañón de 57mm (septiembre 16, 1968) al barco polaco Polanica. En Venezuela, Bosch fue enjuiciado, pero no "cumplió diez años de cárcel", como aseveran los académicos, sino que la "justicia" venezolana demoró casi once años, después de arrestarlo (octubre 14, 1976), en resolver la causa penal del crimen (octubre 6, 1976) de Barbados.
Para entenderlo mejor: Alan Gross no va a cumplir ya un año de prisión por espionaje, sino que va para un año de estar preso en Cuba a la espera de juicio, sin saberse bien de qué lo acusan, porque allá la justicia funciona así.
Bosch terminó siendo absuelto (agosto 5, 1987) en Venezuela, y entonces nos queda, de los "otros países" mencionados en la epístola académica, tan sólo Costa Rica, donde fue arrestado (febrero 6, 1976) bajo cargos delirantes de tentativa de asesinato contra el exiliado chileno Andrés Pascal Allende y aun del secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. Bosch se declaró en huelga de hambre y ni siquiera hubo juicio.
Los académicos alegan de paso que "documentos de la CIA y del FBI recientemente desclasificados (disponibles en Internet), son prueba fehaciente" en contra de Bosch, pero no lo son, porque sólo hacen constar lo que algún informante, casi siempre desconocido, dijo a la CIA o al FBI.
Si la academia no, el sentido común exige verificar lo dicho antes de esgrimir tales documentos como pruebas. Al parecer, los remitentes de la carta abierta no saben que la fuente primordial en los documentos contra Bosch es el finado Ricardo El Mono Morales Navarrete, informante del FBI y testigo de cargo contra Bosch en aquel único juicio en que fue sentenciado. Ni parecen saber que El Mono acabaría confesando bajo juramento, en trámite de deposición (abril 5, 1982), haber tomado parte en la voladura del avión cubano. Al preguntársele por la participación Bosch, puntualizó que éste nada tenía que ver con aquella acción criminal.
La adulteración de los hechos se consuma con el artículo de la doctora Alfonso, que ha sido calificado de "excelente" por algunos despistados. Después de insistir en que a Bosch "se le acusa de orquestar el derribo del avión de Cubana 455, el asesinato del entonces ex canciller chileno Orlando Letelier, en contubernio con la DINA de Pinochet, y muchos otros actos terroristas", Alfonso recicla el misterio que nos acompaña desde que el abogado Jorge Pertierra (Washington) y su esposa, la periodista Rosa Miriam Elizalde (La Habana), tuvieron la ocurrencia de soltar que "Bosch fue absuelto misteriosamente" en Venezuela por el crimen de Barbados.
Creen porque es absurdo
Al menos desde Blaise Pascal (1623-1662) se distingue entre problema y misterio. Gabriel Marcel precisa que uno se topa con los problemas, pero se compromete con los misterios. Pertierra y Elizalde no encaran la absolución de Bosch como problema, sino que más bien se implican y envuelven en ella para presentarla como misterio. Alfonso torna esta absolución aún más misteriosa por no saber de qué está hablando.
Dice que "el primer veredicto de no culpable se debe al tecnicismo de que, el 25 de agosto de 1977 (un año después de los hechos), la jueza Delia Estava Moreno refirió el caso a un tribunal militar, bajo los cargos de traición, de los cuales fueron absueltos. Habría que preguntarse, ¿traición a qué?". Nadie sale absuelto porque su causa penal pase de la jurisdicción ordinaria a la militar. Y los cargos de traición, por supuesto que a la patria, se enfilaron contra los acusados que eran ciudadanos venezolanos: Hernán Ricardo y Freddy Lugo, por nacimiento, más Luis Posada Carriles, por naturalización. Bosch no arrostró semejante imputación.
La primera sentencia absolutoria se dictó (septiembre 9, 1980) por un tribunal militar, pero tenía que ratificarse por el Consejo de Guerra, que dilató extraordinariamente su decisión y a la postre respondió (marzo 24, 1983) con falta de jurisdicción, es decir: mandó de vuelta la causa a la jurisdicción penal ordinaria. Alfonso escribe que, "para mayor injusticia, la corte militar de apelaciones concedió que el tribunal que los había juzgado (a Bosch, Posada, Lugo y Ricardo), carecía de jurisdicción". Ni siquiera se percata de que esa injusticia se está cometiendo en contra de los acusados, que ya habían sido absueltos.
El disparate analítico prosigue con que "el tecnicismo de haber sido juzgados por una corte militar resultó en la anulación del caso". Este galimatías tergiversa lo acontecido: tras recibir (abril 11, 1983) el expediente del tribunal militar, el juez Erasmo Pérez España detectó que no se había cumplido un requisito de mero trámite en la jurisdicción penal ordinaria, bajo la jueza Estava Moreno, y ordenó (febrero 14, 1984) anular todas las actuaciones. El proceso penal comenzó de nuevo y así la injusticia volvió a retorcerse contra los acusados, que continuaban presos.
El artículo de Alfonso es de fe, porque resulta absurdo que, estando presos los acusados, el proceso penal se prolongue a su favor. La académica soslaya el problema de que Bosch se declaró al menos tres veces (1978, 1982 y 1983) en huelga de hambre, para protestar contra la lentitud de los trámites judiciales, y desistió cada vez que las autoridades venezolanas prometieron agilizarlos. No sólo cayó en coma (1982), sino que se acercó a la muerte, al punto que monseñor Bryan Walsh preparó (abril 28, 1983) una misa en Miami.
Así que nada de misterio. La "justicia" venezolana dio largas hasta que el juez Alberto Pérez Moreno condenó a Ricardo y Lugo a 20 años cada uno por el crimen de Barbados, absolvió a Bosch (julio 21, 1986) porque "no existe evidencia" y dejó pendiente a Posada Carriles, quien se había fugado al tercer intento (agosto 19, 1985). El tribunal de apelación confirmó el triple fallo, Bosch salió en libertad (agosto 9, 1987) y su sentencia absolutoria ganó firmeza (noviembre 8, 1987).
El asesinato de Orlando Letelier
Para sostener que Bosch participó asimismo en el asesinato (septiembre 21, 1976) de Orlando Nano Letelier y su asistente Ronni Moffit, Alfonso se ha topado con el documento en que un informante no identificado dijo ex post facto (octubre 12, 1976) a la CIA que Bosch había manifestado, durante una cena de recaudación de fondos a mediados de septiembre en Caracas: "now that our organization has come out of the Letelier job looking good, we are going to try something else". Según The Miami Herald:
—El FBI comunicó que interrogaría a Bosch con relación al asesinato de Letelier (octubre 16, 1976)
—Autoridades venezolanas [Rafael Rivas Vázquez] informaron que Bosch había negado su participación, pero implicado a los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampol (octubre 18)
—Ambos negaron haber tomado parte en el atentado a Letelier (octubre 22)
—El abogado defensor de Bosch, Leandro Mora, desmintió que su cliente hubiera declarado algo contra ellos (octubre 27)
—Bosch rehusó ser interrogado y responder un cuestionario sobre el caso Letelier (febrero 13, 1977)
Es posible que Alfonso no sepa que los combatientes de ambos bandos del "problema cubano" sucumben fácil a la tentación del honor del guerrero y se adjudican lo que sea. Pero lo que no puede dejar de saber es que el caso Letelier se juzgó en los Estados Unidos sin que afloraran indicios razonables de la participación de Bosch.
El FBI siguió de inmediato la pista de Michael Vernon Townley, agente de la CIA y oficial operativo de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) chilena, quien acabó siendo apresado (abril 8, 1978) y confesó en juicio haber contratado a los exiliados cubanos Alvin Ross Díaz, Guillermo e Ignacio Novo Sampol, José Dionisio Suárez Esquivel y Virgilio Paz Romero. Nada de nada sobre Bosch.
Alfonso sigue a Jean-Guy Allard, quien asegura que, en vez de Townley, fueron Bosch y Posada quienes reclutaron al quinteto en la reunión fundacional (Bonao [República Dominicana], junio 11 de 1976) de la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU).
Ningún académico advirtió a su colega Alfonso que Allard milita en Granma Internacional, donde la obsesión contra Bosch da espacio hasta a Marcel Dehaeseleer para sentar al cubano junto al "hombre del paraguas" en Dealey Plaza (Dallas, Tejas) y enredarlo así en el asesinato de JFK (noviembre 23, 1963).
Soporten y absténganse
Cuando los académicos se lanzan al debate público deberían aportar precisión. Al desfogar pasiones en cartas y artículos que piden "investigación" donde nada hay que investigar, quedan plantados a mitad de camino entre agitación política y revuelta farandulera.
Para ir adonde quiera y tirarse fotos con cualquier logotipo de fondo, Orlando Bosch Ávila, "el terrorista número uno de Miami", no tiene más impedimento que el ex presidente George Bush (padre), quien canceló su orden de deportación. Ninguno de los firmantes de la carta abierta ha protestado porque Bush aparezca hasta por televisión con fondos de aun más alto copete académico que la UM.
En su alegato de defensa Fernando González Llort, agente de la inteligencia castrista encargado, entre otras cosas, de vigilar a Bosch, sólo pudo atribuirle el "acto terrorista" de firmar un anuncio a página completa (The Miami Herald, agosto 22 de 2001) "en el que un llamado Foro Patriótico Cubano establece entre sus principios que reconocen y apoyan el uso de cualquier método en la lucha contra Cuba". Allá, en la Isla, algo así es Propaganda Enemiga y se sanciona más duro (10 a 15 años) que matar a otro (7 a 15 años).
Por lo demás, Castro restituyó ya (2004) la ciudadanía cubana a Roberto Carballo, "mercenario" en Girón (1961), "terrorista" en Boca de Samá (1971) y fundador junto con Bosch de la CORU.
Coda
En cuanto a la lista de acciones terroristas (en inglés) endilgadas a Bosch por Alfonso para complementar su artículo (en español), el problema no estriba tanto en que no son todas las que están, sino peor, tampoco están todas las que son.