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Economía

Expertos: 'El tope de precios es alimento para la escasez y el mercado negro'

DIARIO DE CUBA recoge la visión de cinco economistas sobre una medida que pone en jaque y 'criminaliza' al sector privado.

Madrid

Las últimas medidas para el control de los precios en los negocios privados en Cuba, anunciadas tras el incremento salarial para el sector estatal, han destapado una vez más el debate sobre las políticas económicas del Gobierno cubano.

DIARIO DE CUBA ha consultado con varios economistas sobre el tope de los precios, un asunto que por una parte ha puesto contra la pared a los emprendedores, algunos ya con estrategias para sortear las restricciones, y por otra, a las autoridades a la caza de lo que consideran "ilegalidades".

¿Ha funcionado el tope de los precios en alguna economía? ¿Sería efectivo en Cuba para evitar una inflación como ha argumentado el gabinete de Miguel Díaz-Canel? ¿Afectaría este el tema de la unificación de la moneda en la Isla?

A estas preguntas nos han respondido los especialistas Mauricio de Miranda Parrondo y Elías Amor, mientras otros expertos como Pedro Monreal, Pavel Vidal o el joven Oscar Fernández exponen sus consideraciones sobre el tema en otros medios y sus propios canales.

Para Mauricio De Miranda, "los topes de precio se usan en algunas circunstancias muy concretas para determinados productos o servicios y en coyunturas muy específicas, incluso en determinados mercados el Estado regula ciertas tarifas, sobre todo en el caso de servicios públicos".

Pone el ejemplo del transporte público en Colombia, que "es operado por empresas privadas e incluso taxistas privados", pero que "deben regirse por un precio que el Estado fija y que es igual para todos".

Sin embargo, aclara que "en cualquier curso básico de Economía se enseña que cuando se producen topes de precio en productos cuya oferta se ve superada por la demanda, el resultado es un incremento de la escasez o su comercialización en el mercado negro", como se "ha vivido en Cuba ya en varias oportunidades desde 1959".

Sobre la cuestión de si la medida sería efectiva para atajar una inflación en Cuba, De Miranda precisa que "la inflación que informa la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba no es real porque solo se refiere a los mercados en moneda nacional (CUP) cuando una gran parte de los bienes básicos de consumo deben adquirirse en CUC o en sus precios equivalentes a CUP y ahí se arrastran incrementos considerables de precios".

"La inflación es difícil de evitar en cualquier economía porque de manera general se producen incrementos de precios que, como dijera Keynes, si son moderados pueden ser estimulantes al lado de la oferta porque el productor tiene incentivos para producir cuando los precios suben", considera.

El economista descarta una hiperinflación en Cuba en el corto plazo, pero lo que sí cree "es que no se evita una inflación topando precios, porque es una medida administrativa".

"Aparentemente, se podría decir que al topar precios no habrá inflación porque nadie los puede subir. Y sí, estadísticamente no habrá inflación, pero la inflación real (aunque no medida) se dará cuando los productos comiencen a escasear en el mercado y se comercialicen en el mercado subterráneo a precios que probablemente serían más altos que si se vendieran en el mercado libre legal porque incorporarían un componente adicional que es el riesgo a la medida punitiva", señala.

Unificación monetaria

En opinión de De Miranda, el tope de precios "tendría implicaciones negativas en el tema de la unificación monetaria".

"Uno de los problemas más serios de la unificación monetaria y cambiaria es la dificultad para establecer los precios relativos en la economía cubana respecto a la economía internacional porque los precios en Cuba están distorsionados y esta medida contribuirá a distorsionarlos más".

Contrariamente, Elías Amor no ve por qué tiene que afectar en la unificación de la moneda, pues este proceso "depende de otras consideraciones que están al margen del funcionamiento de los mercados de oferta y demanda en la Isla".

"Una de ellas es el déficit del Estado, situado según informan las autoridades en un 8% del PIB, una cifra desproporcionada para el peso que tiene el Estado en la economía cubana, lo que aumenta de forma notable el endeudamiento y hace muy difícil recurrir a los mercados financieros internacionales", señala.

"El otro problema está en el déficit de la balanza comercial", dice a DIARIO DE CUBA. "Por muchos ajustes que se puedan hacer, la realidad es que Cuba continúa importando alimentos por valor de 2.000 millones de dólares al año, lo que descompensa la relación real de intercambio y genera un agujero en las cuentas externas de la economía".

"La posible unificación de la moneda se debe acometer desde una posición basada en la estabilidad interna y la credibilidad externa de la economía cubana, y ninguno de estos requisitos se dan actualmente. Y además, veo difícil que se consigan a medio plazo", zanja sobre el tema.

'Un mal peor'

Para Elías Amor —en esto sí coincide con De Miranda—, "en cualquier economía topar precios acaba siendo un mal mucho peor que si se deja funcionar libremente al mercado para alcanzar el equilibrio oferta y demanda".

Pone de ejemplo el salario mínimo, "una política que muchos países aplican dentro del diálogo social y la negociación colectiva para evitar que los trabajadores obtengan salarios por debajo de un determinado nivel".

"Esta medida, socialmente justa, acaba siendo un obstáculo para el acceso de determinados colectivos al mercado laboral, como los jóvenes recién graduados porque encarece su coste y las empresas no los pueden contratar", precisa.

"Cada vez que se adoptan medidas de control de precios, la oferta y la demanda reaccionan de forma distinta al mecanismo de equilibrio de mercado y se producen efectos injustos y de falta de eficiencia", explica Amor.

"Cuando se topan precios, lo normal es que surjan problemas como la escasez, lo que obliga al gobierno al racionamiento, o adoptar medidas punitivas y de represión, en su caso. También suele florecer la economía sumergida, porque en la formal las transacciones entre oferta y demanda no recompensan a ninguna de las partes", concuerda con Miranda.

"La política económica, si sigue las reglas básicas, debe ir dirigida a permitir la mayor flexibilidad posible en los mercados para que oferta y demanda se guíen por los precios, que trasmiten una información detallada y precisa a cada una de ellas. El equilibrio se consigue de forma instantánea, y no se requiere intervenir. Lo que un gobierno tiene que hacer es dar transparencia, más flexibilidad y autonomía a los agentes económicos y no intervenir y condicionar sus decisiones, como ocurre en Cuba", declara.

Por esto, Amor ata el tope de precios en Cuba a "algo mucho peor que es la escasez, racionamiento, colas y la urgente necesidad de 'resolver', que son la contrapartida de la inflación. Cuando los precios se topan, la oferta no ve rentable producir y deja de suministrar productos y servicios a los mercados. Aparece escasez y entonces el Gobierno interviene sobre la demanda por medio del racionamiento. Los que tienen recursos acuden a la economía sumergida que abre bolsas, donde los precios se disparan en aumento, mucho más de lo que harían en la economía formal".

Para el economista, la solución para evitar la inflación "es eliminar la rigidez de la oferta y permitir que los productores adapten sus estructuras de costes de producción a los nuevos precios del mercado".

'Basta de criminalizar el sector privado'

En un extenso y fundamentado artículo publicado en OnCuba, en el que argumenta su visión sobre el aumento salarial, entre otras cuestiones, el economista Pavel Vidal también vincula los topes de precios a la promoción de "más informalidad y escasez".

"Si no hay cambios estructurales importantes en el sistema productivo, asomarán poco a poco distorsiones que parecían superadas y que no se repetirían: exceso de liquidez en pesos cubanos, tasas de cambios que comenzarán a estar más devaluadas que en las casas de cambio, y mayor uso del dólar estadounidense", apunta.

"El Gobierno cubano argumenta que las medidas que se han tomado se hicieron para alejarnos del Período Especial. En realidad, nos acercan. Se había logrado manejar bastante bien el ajuste económico, a pesar de las enormes complejidades del entorno internacional. Teníamos escasez, pero se había preservado la estabilidad monetaria. Ahora tendremos escasez más una aceleración de la inflación en los mercados informales, más parecido a lo que vivimos en los años noventa", sostiene.

En un intercambio abierto con un funcionario del Ministerio de Finanzas y Precios y publicado en su blog personal, Pedro Monreal califica el tope de precios en el sector privado como "una medida poco usual que se justifica en casos de choque de oferta, que no es el caso de Cuba".

"No hay fundamentos para pensar dos cosas: primero, que la burocracia tenga capacidad para establecer precios adecuados. Para empezar porque se ha mantenido durante décadas una enorme distorsión en el precio relativo más importante de la economía (la tasa de cambio). En segundo lugar, porque incluso después de fijarse los precios, estos pueden no llegar a cumplir función alguna en la economía porque el resto de los factores no lo permiten, desde la falta imprevista de importaciones hasta los errores del proceso de inversión", manifiesta.

Más adelante, Monreal argumenta: "Afirmar, de manera fatalista, que la oferta está condenada a funcionar mal y que por tanto hay una especie de desequilibrio permanente que hace necesario regular precios es algo muy polémico. El lado de la oferta no funciona bien en Cuba, entre otras cosas, porque el sistema de asignación de recursos es disfuncional cuando se usa una tasa de cambio absurda de 1:1, cuando se tiene una productividad muy baja por exceso de plantillas, y cuando se limita la inversión del sector privado nacional".

En opinión del joven economista Oscar Fernández, de la que se hace eco Monreal también en su web, "la restricción de precios es un error total, (…) de concepto".

Para Fernández, "establecer controles de precios directivos a productos sujetos a condiciones de mercado no surte ningún efecto en una economía restringida por la oferta" como la cubana. "Al contrario, es alimento vivo para la segunda economía".

El economista entiende que, "si el fin es en realidad proteger al pueblo trabajador, la inmensa mayoría de los precios que afectan los consumos esenciales de la población, más allá de la libreta, están en manos del Estado y no de los privados" y llama a actuar sobre esos precios.

"Ya basta de criminalizar al sector privado que muchos de ellos son los mismos cubanos que entregaron todo en el sector estatal hace bien poco. No se puede construir un país con estos libretazos", reclama.

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