La cadena hotelera española Meliá registró una caída de sus ingresos por habitación del 10,6% en Cuba, similar a la de República Dominicana (-10,7%) o México (-5,6%).
"Los niveles de actividad de la industria turística continuaron sufriendo debido al retroceso de la demanda", una circunstancia que la compañía vinculó a factores como "el empeoramiento de las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba", reportó el diario El Confidencial.
Las tasas de ocupación y precios "se vieron afectadas en gran medida por el hecho de que la Administración Trump prohibiese las operaciones de cruceros a Cuba y eliminase las licencias para viajes destinados a programas educativos para ciudadanos estadounidenses", explicó Meliá en su informe semestral de resultados.
También influyeron el aumento de la competitividad en otros destinos alternativos a Cuba o el impacto negativo de las reformas de algunos hoteles, añadió la compañía con sede en Palma de Mallorca.
El segundo trimestre fue el peor para sus cuentas, con un desplome del 17,1% en los ingresos por habitación de sus hoteles cubanos. Los establecimientos de Cienfuegos y Santiago de Cuba fueron los únicos que mejoraron las tasas de ocupación "gracias al positivo comportamiento del segmento de circuitos".
Las previsiones no son mucho mejores de cara al balance de este verano, con una tasa de ocupación que seguirá cayendo por el aumento de la oferta en Varadero y Cayo Santa María.
"No descartamos caídas de precios frente al tercer trimestre de 2018, sobre todo en La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba". No obstante, la cadena hotelera espera compensar sus pérdidas parcialmente con una subida de ventas a través de su canal directo.
"Nos enfrentamos a algunos retos en América que impactaron nuestras operaciones en países como México o República Dominicana", expresó el CEO del grupo, Gabriel Escarrer, quien mencionó entre esas dificultades las preocupaciones socioeconómicas o políticas de dichos países, los problemas de inseguridad, las reformas de algunos hoteles "o incluso las campañas de desprestigio que crearon incertidumbre y ruido entre los visitantes", en referencia a las muertes de turistas norteamericanos "por diversas causas" en Punta Cana.
Por regiones, América fue la que tuvo un peor desempeño, con un descenso del 5,2% en ingresos por habitación. Brasil es uno de los pocos países de ese continente que han respondido bien (+10,6%), a diferencia de México (-5,6%), azotado por el aumento de la inseguridad y los efectos del alga marina sargazo. Ese contexto ha desembocado en una guerra de precios que ha impactado en las cuentas de Meliá.
Escarrer no hizo comentarios en torno a cómo han afectado esos ingresos las demandas judiciales presentadas por familias cubanoamericanas cuyas propiedades confiscadas por el régimen cubano esa hotelera administra actualmente.
La cadena cuenta con 34 hoteles en Cuba, que suponen cerca del 30% de las estancias y, a final de año, serán 38. A excepción de cuatro establecimientos en los que la compañía tiene una participación poco relevante en el accionariado, el resto de hoteles son en régimen de gestión. Los dueños son empresas estatales, la mayoría pertenecientes al conglomerado militar GAESA.
Según consta en la documentación de la primera demanda presentada en tribunales tras la reactivación del título III de la Ley Helms-Burton, la familia Sánchez Hill, residente en EEUU, reclamó una compensación de al menos 10.000.000 de euros a Meliá Hotels International por explotar dos instalaciones, Paradisus Rio de Oro y Sol Rio y Luna Mares, en terrenos confiscados por el régimen de Fidel Castro.
En concreto, demandó en un tribunal de Palma de Mallorca que la compañía les indemnice con una cantidad equivalente a los beneficios que hayan obtenido de estos hoteles durante los cinco últimos años. Aunque la cantidad final no está decidida a falta del análisis de un perito, los Sánchez Hill han calculado que la cifra no debería ser en ningún caso menor de 600.000 euros.
También a fines de mayo, miembros de la familia Mata pidieron compensación por el uso del hotel San Carlos, ahora administrado bajo el nombre Meliá San Carlos, en una empresa mixta entre Meliá y la cadena cubana Gran Caribe. El hotel fue confiscado sin compensación a la familia, una de las más adineradas en Cienfuegos, en diciembre de 1962. También perdió dos fincas y varias casas.