Tienen mucho de lo cual sentirse orgullosos quienes participaron ayer en la marcha independiente LGBTI, celebrada y reprimida policialmente en La Habana. Quienes la organizaron e integraron han dado una muestra de civilidad centrada en la lucha por los derechos de un colectivo que va más allá de ese colectivo, y que atañe a la sociedad cubana por entero.
Ha resultado un desafío en toda la regla a la hija del general Raúl Castro, la directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), que utiliza a conveniencia las reclamaciones de esos a los que afirma representar, y que desde que fue aprobada la nueva Constitución aboga por discreción antes que por reclamos.
En años anteriores Mariela Castro ordenó sacar a las calles habaneras una conga por los derechos LGBTI y se aprovechó de ella políticamente, y ahora quiso meter la conga dentro del closet.
A ella, que solo supo balbucear unas justificaciones inconvincentes para suspender la manifestación callejera de cada año e intentó "tapar la letra" de la convocatoria alternativa con una "Fiesta de la Diversidad" organizada de improviso, le queda únicamente calificar de "show" lo ocurrido, desentenderse de la represión y hablar de intereses políticos que manejan los hilos desde fuera.
Como líder institucional de la lucha por los derechos LGBTI, Mariela Castro es una impostora. Como impostora llegó a ese puesto, únicamente por razones dinásticas. Y como impostora maneja los derechos de gente a la que utiliza como carne de propaganda política.
Sus manifestaciones de otros años pedían la liberación de espías y condenaban el "bloqueo", y ponía la causa LGBTI en función de las políticas del Estado, ese mismo Estado que no tuvo reparo en negar el derecho al matrimonio igualitario, luego de alentar su inclusión constitucional.
A diferencia de aquellas marchas, la celebrada ayer portó solamente banderas nacionales y banderas arcoiris, y fue centrada como nunca antes en sus reclamos, sin tener que complacer a las autoridades con tal de alcanzar el derecho a visibilizarse.
Centrándose en sus reclamos de colectivo, quienes la convocaron no tuvieron otra opción que rebelarse contra el silencio dictado desde el CENESEX, y esa rebelión logró que la manifestación fuera más allá de los anhelos y necesidades de un colectivo.
Por algo fueron reprimidos. Por algo destituyeron al funcionario que autorizó una marcha por los derechos de los animales. Porque el régimen cubano tiene pánico al contagio que traen las manifestaciones que no consigue manejar, da igual la causa que las animen. Porque Mariela Castro, su padre y las fuerzas policiales del régimen de su padre saben muy bien que la lucha por los derechos de unos termina siendo lucha por los derechos de todos.
Quienes se manifestaron ayer en el Paseo del Prado han marcado un hito en la lucha por los derechos humanos en Cuba.